martes, 1 de abril de 2014

De la Unidad Popular y otros retos

De la Unidad Popular y otros retos
Llamamiento a la Unidad de los pueblos
“Es más lo que nos acerca, que lo que nos distancia”
Por: Universidad Pública Resiste
No podríamos concebir jamás una transformación estructural, una auténtica revolución popular si todas y todos los oprimidos en Colombia, más allá de las diferencias de lo que aparentemente nos separa, no nos unimos. La construcción de un tejido social humano y nuestra constitución como procesos político-sociales y populares en Colombia, donde luchamos día a día por construir una propuesta de país para la vida digna, no debe partir del principio de diferenciación, sino, por el contrario, del principio de unidad ideológica, de comunión –Común-unión–, porque no somos un montón de partes sueltas que a veces se agrupan para especificidades de su actuar, sino que somos partes compuestas que formamos un todo, que congregamos las ideas y prácticas cualificadas para fines y objetivos comunes.
Nuestras apuestas y luchas no deben entenderse como esfuerzos aislados y desencadenados con propósitos de acumulación individual para cada colectividad. Por el contrario, el solo hecho de compartir sueños y caminos debería ser un principio para proyectar, a partir de diálogos reflexivos y autocríticos, la aceptación de una interdependencia de los movimientos sociales y populares que genere, humilde y modestamente, voluntades políticas conscientes y sensatas, manifestadas en la capacidad de dejar de estar gastando energía para la revolución popular en discusiones personales sobre la forma de hacerla.
Aunque siempre será más que necesario, hoy resulta imperioso procurar y persistir en ser la Unidad Popular que soñó Camilo, que soñamos  todas y todos los que asumimos la lucha por la dignidad y la liberación. Hoy, cuando el contexto político nos demarca fuertes escenarios de disputa, donde la agenda institucional dirigida a superponer y sostener las dinámicas imperantes de la globalización y sus lógicas económicas, políticas y culturales determinadas para la preservación de los intereses de una pequeña clase privilegiada, intenta posicionarse hegemónicamente como la única forma valida de construir país, es cuando con más fuerza, la clase popular debe tomarse de las manos para agitar congregados, en un solo grito de rebeldía consciente nuestras banderas comunes de lucha, que siempre serán comunes mientras nuestros proyectos no sean diferenciados y los compromisos sean con la transformación estructural y la construcción de una nueva sociedad, con hombres nuevos y mujeres nuevas.
Debemos persistir en posicionar nuestra agenda política-popular como una estrategia de disputa política unitaria, caminado unidos, teniendo en cuenta los retos que tenemos en este año como procesos sociales:  La Cumbre Nacional Agraria, Étnica y Popular; la continuidad de las movilizaciones agrarias, campesinas, estudiantiles y obreras; la realización del Foro Social Urbano Alternativo y Popular; entre otras, que más que evidenciar las profundas contradicciones insalvables del sistema económico, recoja nuestras propuestas de país para la vida digna, con paz y justicia social, con educación gratuita y de calidad, con salud y trabajo digno, a fin de que nos permita ser efectivos y ganar en demandas concretas.
No podemos, en este camino, olvidar y dejar a un lado las circunstancias históricas que asumimos hoy todas y todos los que luchamos por la vida digna, por la liberación del pueblo, como si el camino de lucha se hubiese iniciado ayer. No podemos dejar de lado los grandes ejemplos y esfuerzos de unidad desde las bases populares en la historia, de los que somos hijos e hijas, los más recordados quizá, los procesos de los años 80’ con la conformación de la ONIC, la CNMC, FECODE, la CUT (la primera vez que en Colombia se conforma una gran central obrera), el Frente Popular, ¡A Luchar!; unido todo un Frente de Izquierda. Y si hoy, tal vez algunos de esos procesos no son lo que se pensó en aquel entonces, con mayor razón tenemos que reconocer esas experiencias para dejar de repetir errores, para constituir nuestras prácticas con fundamentos sólidos y efectivos para la unidad popular. La consciencia sobre las pocas posibilidades individuales para construir una nueva sociedad, permite entender que solo la unidad puede proyectar nuestros impulsos utópicos en realidades concretas de cambio social con fundamentos y bases sólidas de poder popular.
Tenemos, entonces, que volver siempre a Camilo, a esa capacidad humana e ideológica de afrontar solidariamente los problemas que nos generan las diferencias, más de forma que de contenido, para avanzar en consensos cualificados que nos proporcionen la superación de las distancias y podamos acercarnos y confraternizar cada vez más y mejor, como hermanos, como auténticos compañeros, cada vez más cerca nuestros corazones casi siendo uno que es todos, latiendo al unísono por la liberación y la dignidad del pueblo colombiano y de Latinoamérica.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que al comienzo cuando hablan de unidad ideologica, deberia ser mas unidad política, lo ideologico podria ser lo diferente siempre y cuando estemos unidos en la lucha

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