Mientras
que la ciudadanía venía asimilando una nueva administración en la alcaldía
mayor los cambios no esperaron para presentarse. Entre estos hechos podemos
resaltar el alza a la tarifa de Transmilenio, el desalojo de vendedores
informales de las calles por la recuperación de espacio público, mayor desfinanciación para la salud,
propuestas de toma de reservas
forestales para intereses privados, entre otras que hacen parte de la larga
lista. La respuesta de la ciudadanía ante esto se ha consolidado en actos de
indignación y protestas como las de la semana anterior en Transmilenio, la
marcha y unión de vendedores ambulantes, etcétera., mientras que la respuesta
de la administración en ningún momento ha sido el diálogo, la única respuesta
que los manifestantes han encontrado son los gases, aturdidoras y la neta
brutalidad policial ejercida por el ESMAD.
Ahora,
como factor particular evaluemos el día de un estudiante promedio de la UPN que
debe pagar como mínimo $4.000 para ir y volver de la universidad, cuando no
debe tomar doble transporte por el sistema de rutas del SITP o porque viven en
municipios cercanos a la ciudad, lo que incrementaría en el último caso, al
menos $6.000 del bus intermunicipal; también debe cumplir con la academia por
lo que debe como mínimo comprar copias de diferentes materias que le pueden
estar valiendo otros $4.000; además debe estar todo el día en la universidad
por lo que es lógico que le de hambre en algún momento del día, o sed con este
inclemente sol, y cuando va a buscar un almuerzo se da cuenta que el
restaurante de la universidad permanece cerrado y debe salir a conseguir almuerzo
en los alrededores de la universidad, que por lo general no bajan de $6.000. El
costo total de un día de un estudiante en la UPN fácilmente podría estar en
$20.000 y como no hay plata para tanto el estudiante promedio debe empezar a
hacer una lista de necesidades sobre las necesidades, entonces si compra las
copias no puede pagar el transporte ni comer, o si paga el transporte no come
ni puede sacar las copias.
Algo
que salvaba al estudiante promedio era la comida que gentilmente le vendían los
vendedores informales, sin negar el almuerzo que uno podía comprar en la
universidad pero que igual no alcanzaba para todos o terminaba fuera del
presupuesto del estudiantado y este se inclinaba a comprar en la amplia gama de
comidas que le esperaban en los alrededores del alma mater para continuar con
su larga jornada de estudio y como ahora al alcalde le dio por recuperar el
espacio público porque el cemento se cansó de cargar a gente que se rebusca
para mantener a su familia pues no hay quién venda gentilmente y al
estudiantado le quedaron dos opciones: ampliar en su lista de necesidades sobre
necesidades el monto de dinero para comer o aguantarse hasta que vuelva a la
casa, no hay de otra.
Mientras
tanto, el transporte indigno sigue en pie y sus ganancias se distribuyen de un
5% para el distrito que debe encargarse de vías, estaciones, mantenimiento,
nueva flota de buses; y un 95% que se divide en varios operadores privados.
Debido
a esto la UPN quiso hacer sentir su voz de protesta frente al alza de la tarifa
de transmilenio, así como su apoyo y solidaridad con lxs vendedorxs ambulantes
por medio de un plantón y chapoleo pacíficos, con la intención también de
informar a quienes pasaban por la calle 72 de estas problemáticas. Sin embargo, la respuesta siguió siendo la
misma, ya que el ESMAD no dudó para empezar a lanzar gases y aturdidoras contra
los manifestantes.
El
desenlace fue un enfrentamiento entre estudiantes y ESMAD por más de dos horas, en los que resultaron
heridas de gravedad 2 personas cuando miembros del ESMAD lanzaron gases
directamente al rostro de una y le produjeron una herida fuerte en la cabeza y
balas de goma disparadas por las armas de paintball que terminaron impactando
en el rostro de otra afectando su tabique. Además de 2 detenciones de las que
hasta ahora no hemos tenido más información.
Es
necesario reconocer el trasfondo de este tipo de manifestaciones, comprender cómo están afectando estas medidas
a las personas que sobreviven apenas con un mínimo como para tener que pagar
más por un transporte indigno, así como el problema que deben afrontar quienes
subsisten desde lo que pueden vender informalmente en las calles y que ahora
son desplazados por una administración que proclama “urbanidad” y se olvida de
las necesidades de quienes habitan la ciudad, y que por supuesto no les ha generado
ninguna solución real.
La
pregunta radica en ¿qué vamos a hacer ahora? No se apresuren a contestar, solo
piénsenlo bien y cuando tengamos una respuesta nos vemos para construir.
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