“Los
amamos a ustedes compañeros” es la frase con la que el vocero de la
organización Identidad Estudiantil en Medellín, Felipe Meneses, acompaña el
titular de esta columna de opinión acerca de la detención de varios de sus
compañeros el pasado 8 de julio, bajo falsas acusaciones de pertenecer a
milicias urbanas de la insurgencia. Sentidas líneas de Meneses como muestra de solidaridad
con sus compañeros.
Por
Felipe Meneses*.
Al
iniciar este camino siempre surgen preocupaciones: los amigos, la familia, los
compañeros de estudio que miran raro e incluso los profesores que recuerdan con
mucho ahincó los procesos de ¡A luchar! Y la Unión Patriótica. Siempre se escucha
decir por ahí “cuidado hermano, no se vaya hacer matar, usted sabe que acá no
se puede pensar diferente”, “A usted no le da miedo hijo que lo metan a la
cárcel”, “vea que nadie ha podido cambiar el mundo, antes los matan”. Es una
constante que el miedo se reproduzca de generación en generación, que
conversaciones entre conocidos lleguen siempre al punto de criticar su accionar
e incluso de estigmatizarlo, muy ligado a las lógicas establecidas por el Estado
colombiano históricamente.
Este
quizá no sea un texto académico, quizá sea ‘visceral’, sin fundamento teórico,
o sin categorías analíticas, pero es que no se encuentra una forma más natural,
bonita y sensata de demostrar lo que se siente a más de ocho días de la captura
injustificada de 11 luchadores sociales en la ciudad de Bogotá.
Y es
que todo empieza igual o similarmente para toda persona que en algún momento
determinado de su vida decide hacer parte de un movimiento social, entregar sus
capacidades académicas a la transformación de la sociedad y problematizar la
cotidianidad, pasando de ser un simple espectador de la vida y convirtiéndose
en sujeto histórico de la misma, en constructor de su historia, de la historia
colectiva.
No es
ningún secreto (menos cuando se estudia historia) que en un país como este es
casi imposible pensar en contravía, tener planteamientos que trasgredan las
lógicas naturales del statu quo, es impensable hacer parte de la izquierda, ya
sea en la universidad, en el barrio, en la empresa o en algún otro lugar, la
falta de garantías para la agremiación es tanta que incluso cuando ya se nos
hacía creer que era posible dar un debate de ideas el día menos pensado nos
levantamos con la noticia de la captura de 11 compañeros, 11 personas con las
que se compartió, se construyó y se luchó, ahora están siendo judicializadas,
bajo unas pruebas irracionales, en una especie de cacería de brujas y siguiendo
la lógica histórica de estigmatización de la lucha social.
Seguiremos
escuchando el cuento surreal de que es posible luchar por un mundo nuevo sin
impedimentos mientras seguimos viviendo la cruenta realidad en la que nos
asesinan, nos capturas y nos acallan sin importar el precio.
Hoy,
tras varios días de la captura de nuestros amigos, compañeros y hermanos,
recuerdo el momento de la noticia y como las palabras de aquel idílico hombre
argentino que hace unos meses quise dejar de vanagloriar regresaron a mí mente,
como regresan cuando se presenta algún obstáculo. A nosotros, los que nos
hicimos críticos, nos motivan sentimientos de amor, amor por el mundo, por la
humanidad, por la sociedad, amor por la esperanza y los sueños de cambio; pero
también nos motiva la rabia, determinada por una realidad asquerosa en la que
vivimos, por las personas que siguen dominando a toda costa, por los actos de
sevicia, por la pobreza creciente, por la discriminación, por la indiferencia y
por muchas otras cosas que constantemente estamos cuestionando. Hoy es un día
en que debería estar feliz, hoy juega el Medellín, he avanzado en mi trabajo de
grado, he recibido buenas noticias académicas, pero no lo estoy, algo falta,
faltan ellos; hoy es un día en que como dice Silvio Rodríguez, regreso del
bosque, cansado y aburrido y con un sin sabor gigante.
Y sí,
también escucho a Silvio, leo los libros que fueron encontrados como evidencia
a los compañeros, también hablo en público y construyo foros y conversatorios
en la Universidad para problematizar el modelo educativo enmarcado en un modelo
económico que desangra la sociedad, también sueño con un mundo nuevo y también
discuto en pasillos y en jardineras universitarias sobre las inverosimilitudes
de la política colombiana, yo al igual que ellos he decidido luchar por un
mundo nuevo, por una educación para un país con soberanía, democracia y paz.
A mi
mente llega la frase de un compañero muy querida, “el miedo es bonito, el miedo
motiva, cuando se siente miedo se desarrollan mejor los sentidos” y sí, hoy
tengo miedo; tengo miedo por ustedes, pero ese miedo no es del que lo hace a
uno esconderse, es el miedo con el que construimos a diario, tengan ustedes
presente que seguiremos avanzando en la construcción de un mundo nuevo, lo
haremos juntos a ustedes en libertad, juntos compartiremos nuestros miedos y
construiremos a partir de ellos; es natural que en este momento se sienta
temor, lo importante es ponerlo en función del cambio.
Hoy
tengo rabia, siento frío y el aburrimiento me carcome. Pero cuando pienso en
ustedes, la esperanza regresa, el amor se reactiva y nuevamente me acuerdo del
che, podré sonreír esperando que ustedes lo hagan también, podré esperar y
esperanzarme esperando que ustedes lo hagan también, podré seguir soñando al
igual que ustedes y podré seguir construyendo propuesta de país para la vida
digna, junto a ustedes, porque estoy seguro de su inocencia, de que son falsos
positivos judiciales y de que pronto nos encontraremos nuevamente para seguir
caminando la palabra por la senda de la libertad.
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