CARLOS
MEDINA GALLEGO
Docente-Investigador
Universidad
Nacional de Colombia
Centro
de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz
Resulta
desafortunado para el país, para el proceso de paz y para el postconflicto, los
acontecimientos de la semana pasada en donde a través de un operativo judicial,
policial y mediático fueron capturados, judicializados y estigmatizados,
jóvenes estudiantes, egresados de la Universidad Nacional, activistas de
Derechos Humanos y, líderes sociales y políticos del Congreso de los Pueblos, en
una acción a todas luces irresponsable de las autoridades buscando dar resultados
por los atentados de Bogotá.
Carentes
de un acervo probatorio solido y de un juicioso trabajo de inteligencia, estas
capturas muestras la politización y la instrumentalización de la justicia al
servicio de un modelo de democracia autoritaria que desconoce las posibilidades
creativas del pensamiento crítico y condena, sin formula de juicio, toda
manifestación critica, de protesta legitima y de inconformidad social. Este tipo
de procesos llenos de inconsistencias y absurdos, carentes de rigurosidad
institucional e investigativa, ponen de presente la ineptitud de la justicia y
su politización. Han sido divulgadas Ampliamente las ligerezas de este proceso,
que comenzó señalando la responsabilidad de los implicados en los actos
terroristas de Bogotá y término sindicándoles las protestas estudiantiles del
mes Mayo pasado. Estas prácticas envilecen la justicia, generan incredulidad y
constituyen un modelo de terrorismo jurídico de Estado, a través de falsos
positivos judiciales que ya han dejado en el país cientos de víctimas
inocentes.
El país
está pasando por un momento en que se necesita crear confianza en la sociedad
civil, en los movimientos sociales y políticos democráticos y de izquierda, en
las organizaciones de Derechos Humanos, de lo que ha de ser en materia del
tratamiento de los conflictos sociales y políticos el comportamiento del Estado
en el postconflicto armado. No podemos regresar a las épocas en las que no es
la justicia la que debe demostrar la culpabilidad del implicado, sino el
implicado el que debe demostrar su inocencia. Qué tipo de justicia es esa que
se levanta sobre el postulado que todo capturado es culpable hasta que
demuestre lo contrario. No es sano para el país volver a la doctrina Ñungo, que
consideraba que es mejor tener un inocente en la Cárcel que un culpable libre.
A estos detenidos hay que garantizarles el debido proceso, proceder con
celeridad y eficiencia y darles la libertad lo más pronto posible.
Estas
capturas con sus respectivos allanamientos, pusieron de presente algo terrible.
En este país está prohibido informarse de los conflictos, conocer a los
autores, leer las investigaciones existentes, esfuerzo de muchos años de
trabajo juiciosos y patrimonio importante de la produccion intelectual y
académica del país. En este país constitucionalmente pluralista está proscrito
el pensamiento crítico, es perseguido, judicializado, encarcelado y condenado y
sometido a la estigmatización mediática.
Algunos
de los trabajos académicos de prestigiosos investigadores del conflicto armado
y sus actores, han sido presentados como pruebas de las inclinaciones
ideológicas de los capturados en el desarrollo de las audiencias de la
imputación de cargos, lo que resulta a todas luces un atropello contra la
cultura académica y el pensamiento crítico. No puedo aceptar y rechazo de
manera enérgica, que mis trabajos de investigación sobre el ELN, las FARC-EP,
el Paramilitarismo, las Bandas Criminales, Mafia y Narcotráfico sean utilizados
para imputar responsabilidades a los capturados por la naturaleza de sus
lecturas. Mis trabajos son el resultado de largos años de esfuerzo en
investigación de campo que han sido soporte fundamental en mis procesos de
formación académica en los niveles de maestría y doctorado, son trabajos
reconocidos por la comunidad académica, social y política del país. Han
alimentado decenas de trabajos de tesis de estudiantes de las más prestigiosas
universidades del país y del mundo; han servido en tribunales para
contextualizar y mirar con mayor objetividad el conflicto armado colombiano,
seguramente, han sido juiciosamente estudiados por los organismos de
inteligencia y por los miembros de la fuerza pública, por magistrados de
justicia y paz y, fiscales de derechos humanos. Son trabajos académicos al
servicio de quienes lo quieran leer, la mayoría de ellos publicados por la
Universidad Nacional de Colombia y, alguno financiado por Colciencias, en un
proyecto colectivo de investigación coordinado desde el IEPRI.
No hay
nada más ennoblecedor y altruista que saber leer, escribir, pensar críticamente
y comprometerse con la construcción de un país en paz y democrático. Ningún
libro puede ser objeto de censura o de connotaciones judiciales para adelantar
procesos contra el pensamiento y la practica crítica.
El
país, el gobierno, la fuerza pública, la institucionalidad en general tiene que
superar las imputaciones que se le hacen a los movimientos sociales y a sus
organizaciones de ser agentes del terrorismo y la subversión armada. No puede
seguirse equiparando Congreso de los Pueblo igual ELN o Marcha Patriótica Igual
FARC-EP. Estas organizaciones representan las más variadas expresiones de
organización de la sociedad civil y, cumplen un papel fundamental en la lucha reivindicativa,
social y política DEMOCRATICA. No se puede seguir estigmatizando los
territorios y sus poblaciones, Las organizaciones sociales y sus movimientos.
La nación colombiana si quiere superar la violencia tiene que abrirse a un
pluralismo real, de respeto por las diferencias y de inclusión con garantía de
derechos. La ampliación y profundización de la democracia no se puede construir
desde la exclusión, el señalamiento y la estigmatización. Si ha de haber
postconflicto y una sociedad en Paz, en ella debemos caber todos
independientemente de las diversas formas de pensar.
Para
Paola Andrea, Stefani Lorena, Heiler, Sergio Esteban, Félix, Daniel Eduardo,
Luis Daniel, Liceth, Andrés Felipe, John, David, Víctor Orlando y todos los
demás detenidos, mi saludo afectuoso y solidario, les agradezco mucho que en
sus bibliotecas estén mis libros y que ustedes los hayan leído, porque
seguramente, entenderán con más elementos de juicio, que sus jueces y fiscales,
las causas del conflicto del cual estamos tratando de salir.
Seguramente
encontraran la libertad en las amplias expresiones de solidaridad que han
llegado hasta los juzgados de Paloquemao; en las suscripciones solidarias de
las distintas formas de organización civil que hacen explicita su inconformidad
frente a la arbitrariedad de la justicia; en las conmovedoras declaraciones de
esos padres orgullosos que recogen las banderas de de justicia de sus hijos y
las mantienes en alto cuando debía ser al contrario; de la vitalidad de los
tambores que coordinados, rítmicos y sonoros rompen el aire con sones
libertarios; de las nuevas formas de la protesta y reclamo que se visten de
fiesta y alegrías para señalar que nada le impedirá a los jóvenes y a las
organizaciones sociales soñar que otra país es posible.
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