martes, 30 de diciembre de 2014

Trampas de la “crisis” de la educación en Colombia

Pruebas Saber 9 Instituto Técnico Agroindustrial Juan Jacobo Rousseau 

Por: Fuerza Araucana Magisterial
Asistimos hoy a una profunda crisis en la educación colombiana. Según el discurso oficial, esa crisis reside en la falta de estímulos y oportunidades a estudiantes que salen de secundaria y a la falta de formación de los docentes. Razón por la cual actualmente se propone como ofertazo neoliberal 10.000 “becas” para que jóvenes de estratos 1 y 2 puedan acceder a la educación superior.
Según el Ministerio de Educación, el objetivo es “estimular” a los “mejores” estudiantes con “mejores” resultados, porque “ser pilo en Colombia si paga”; como si el problema del acceso a la educación superior se superara con regalos o con ayudar a algunos de los más pobres. La otra propuesta del gobierno consiste en brindar becas para estudios de postgrado a docentes de colegios públicos, con el fin de incentivarlos a capacitarse más.
Frente a las falencias del sistema educativo en los niveles pre escolar y básica primeria, el actual gobierno considera que con el programa “de Cero a Siempre” se eliminaron de raíz los problemas derivados de la falta de cobertura, precaria calidad, deserción y demás que históricamente han caracterizado estos niveles, por lo menos en el sector público.
Por esta razón, la Fuerza Araucana Magisterial, en el marco de la unidad como Fuerza Nacional Magisterial (FUNAMA), plantea la urgencia de que los trabajadores y trabajadoras de la educación nos separemos de esa peligrosa mirada oficial. Insistimos en que es necesario comprender la falsa manera como el Estado diagnostica, problematiza y gestiona para salir de la crisis educativa.
Hemos llegado a esta conclusión, pues es desafortunado que parte de los compañeros docentes, sindicalizados, jóvenes, estudiantes, padres, madres y demás gente de la clase trabajadora, de modo ingenuo, acrítico o simplista, terminen por aceptar y reproducir esa mirada neoliberal de la educación. Por ello planteamos como Fuerza reflexionar sobre lo siguiente:
¿A qué se le llama crisis en nuestro sistema educación y cuáles deben ser  nuestras propuestas a nivel regional y nacional como  FUNAMA?
Desde la mirada neoliberal, la educación colombiana está en crisis porque en los colegios públicos no hay la suficiente eficiencia, eficacia y productividad de acuerdo a los recursos invertidos, ya que estos se debería ver reflejados supuestamente en: “Buenos” resultados en las pruebas SABER (antiguo examen ICFES) de quinto, noveno y once; mejores resultados en las pruebas internacionales PISA; menor porcentaje de repitencia por escuela, pues la “pérdida” del año académico genera al Estado una pérdida de la inversión económica.
Análisis que rechazamos, pues tales pruebas no son formativas sino discriminatorias, dado que están construidas para generar comparaciones que desconocen las condiciones particulares de los estudiantes, docentes e instituciones, por lo cual la calificación es bastante cuestionable.
Por ejemplo, jóvenes de condiciones culturales y económicas distintas, como en la India, Angola, Perú y Colombia, obtendrán peores resultados frente a los jóvenes de Finlandia, país que invierte en educación 20 veces más que lo que se invierte en el nuestro. A escala regional o departamental, el examen de ICFES o SABER mide de igual manera a los estudiantes sin importar si son de colegios públicos o privados, el nivel social y las condiciones de estudio.
De modo que, como los resultados de las pruebas nacionales e internacionales en Colombia nunca han mejorado, los “expertos” diagnostican que esos resultados caracterizan la crisis educativa del país. Vale aclarar que tales expertos no son educadores, pedagogos, ni docentes: son  administradores y economistas del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, de la OMC (Organización Mundial de Comercio) y de la OCDE (Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico).
Esas instituciones multilaterales, manejadas por los países del llamado “primer mundo”, son las que finalmente diseñan y supervisan la aplicación de la política pública educativa en nuestros países (del tercer mundo, claro).
Para ellos, la calidad está determinada por conceptos como eficiencia o adecuación de la educación a las necesidades del mercado; primera gran trampa, pues la educación termina siendo concebida como servicio que puede adquirir o comprar el “consumidor” y no como un derecho social.
Segunda trampa: los “expertos” dictaminan que el Estado debe cambiar su “mal” manejo administrativo  pues la solución no requiere de un aumento de recursos sino una asignación más eficaz de los mismos. Por tanto no se debe aumentar el presupuesto educativo, sino gastar mejor; no hacen falta más trabajadores de la educación para enseñar mejor y a mas estudiantes, sino profesores más funcionales, es decir, que sean capaces de trabajar con grupos de 45 a 60 estudiantes; no hace falta construir más escuelas, sino hacer un uso más racional del espacio; no hacen falta incluir a la totalidad de niños y jóvenes en el sistema educativa, sino que la instituciones escolares se queden solo con los “más responsables y comprometidos” con el estudio.
En otras palabras, lo que se  comprueba es el establecimiento de un derecho social, como el derecho a la educación, bajo la gestión de las leyes del mercado. Prueba de ello es la “novedosa” propuesta de Santos de imponer la jornada única, pues de lo que se trata es de poner a “estudiar” a jóvenes y niños más tiempo, con docentes que trabajarán más horas al día (tal vez por el mismo salario o un 0,5% más), con más estudiantes y con menos o los mismos recursos y materiales de apoyo que existen en la doble jornada.
Estos diagnósticos y soluciones frente lo que se viene a denominar como crisis de la “calidad” educativa, no permite que padres, madres, jóvenes, estudiantes y demás gente de la clase trabajadora tengan herramientas para comprender lo que significa trabajar bajo estas condiciones, ni permite ver las trampas de este sistema educativo neoliberal.
Trampas que no dejan ver las perversas condiciones del trabajo docente. Por ejemplo, en términos sociales y pedagógicos la alta carga de horas de clase y de estudiantes por aula, así como los lineamientos curriculares en comparación con los pocos materiales de apoyo, contribuyen a convertir la práctica educativa en un proceso alienante, por lo que su trabajo de los docentes termina pareciéndose más a un acto policivo o de adiestramiento, en vez de ser un ejercicio de construcción de conocimiento enriquecedor, colectivo y liberador.
De modo que estas condiciones conducen a mutilar o dejar poco espacio y tiempo, como poca fuerza física, intelectual y emocional para que los docentes realicen otro tipo de práctica educativa, lo que propende por la fragmentación del conocimiento (asignaturas) por medio de la pedagogía de la competencia (meritocracia) y, por ende, a fragmentar la comprensión del mundo.
En este orden de ideas, teniendo en cuenta el largo camino trazado por los trabajadores y trabajadoras de la educación en Colombia, hacemos un llamado a trabajar por y sobre las siguientes banderas de lucha:
1. La eliminación de las relaciones de dependencia con los organismos multilaterales y sus parámetros de comparación discriminatoria.
2. La eliminación de las pruebas ICFES/SABER como condición, filtro o talanquera para que jóvenes y adultos accedan a la educación superior, por cuanto es obligación del Estado una política pública que garantice este derecho social como un bien público, gratuito y de calidad.   
3. La generación de escenarios de movilización cultural y pedagógica entre estudiantes universitarios, organizaciones populares y sectores magisteriales en pro de un urgente proyecto educativo propio, popular y alternativo que permita reestructurar nuestro sistema educativo, es decir, los medios y fines de la formación desde la primera infancia hasta la educación superior, con el fin de garantizar a largo plazo un país más justo, libre y soberano.
4. La eliminación de experimentos y proyectos de aplicación sobre jornada única por cuanto esta intención no solventa ni permite evidenciar la verdadera crisis del sistema.
5. La eliminación de pruebas de ascenso y demás que desestimulan y desmeritan el trabajo de los educadores, por cuanto son un mecanismo antipedagógico, policivo, discriminatorio y no formativo que nos fragmenta como humanos, como profesionales y como sector social.

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