El
pasado 20 de diciembre entró en vigencia la modificación del artículo 13 de la
Ley 418 de 1997. Esta reforma compromete a las Instituciones de Educación
Superior a no exigir como requisito para obtener el título de pregrado la libreta
militar. Opinan los jóvenes.
Por
Alekos Muñoz*. Este acto de los Representantes a la Cámara con la juventud
estudiantil colombiana es de celebrar.
No obstante, como jóvenes debemos reconocer que la mayoría de nosotros
no estudiamos en Instituciones de Educación Superior. Es más, muchos no podemos
acceder a la educación a causa de las múltiples problemáticas socio económicas
que afrontamos en el país.
No
olvidemos que el conflicto social sin resolver provocó el actual conflicto
armado y por lo tanto solucionarlo es vital para garantizar que la guerra
finalice. Es evidente que la clase dominante promueve la necesidad de la
militarización, del control y de la guerra como únicas soluciones posibles a
los problemas sociales. Argumenta que primero está la seguridad y el orden
público, es decir el silencio de la sociedad. A la par, convierte a los
jóvenes, sin preguntar, en parte activa de la guerra.
Si
interpretamos la militarización como una estrategia de los poderosos del país
para mantener sus intereses, esta reforma a la ley del servicio militar sería
un primer paso de los muchos que debemos dar en dirección al desmonte el modelo
militarista instalado en nuestro territorio. Sin duda, no sirve para solucionar
el conflicto social y ni siquiera el conflicto armado.
Aún
exigen la libreta militar para obtener empleo. El servicio militar es
obligatorio todavía. Tenemos el reto, como juventud, de oponernos a esas
tácticas de control que nos perturban la vida. No somos botín de guerra, no
somos títeres para que nos obliguen a participar de una guerra que defiende los
intereses de las élites nacionales e internacionales. Como dijo Fidel Castro
Ruz en su famoso discurso ante la Organización de las Naciones Unidas: ‘‘basta
ya de pensar que los problemas del mundo se pueden resolver con armas (…) las
bombas podrán acabar con los hambrientos, a los enfermos, a los ignorantes,
pero no pueden matar el hambre, las enfermedades, la ignorancia… no pueden matar
tampoco la justa rebeldía de los pueblos’’.
Tenemos
un compromiso con la historia. Somos nosotros los que debemos determinar el
rumbo de nuestro país así que no esperemos más, ahora es cuando. Es momento el
de movilizarnos, salir a las calles, todos articulados, construyendo un gran
movimiento de la juventud en la lucha contra el servicio militar obligatorio,
por el desmonte del ESMAD, de las UPJ, por el derecho a la protesta, contra la
militarización de nuestras vidas, de nuestras ciudades, de nuestro territorio.
Las leyes deben ser la expresión de algo más grande, el grito real del pueblo
demandando cambios concretos en nuestra vida.
0 comentarios:
Publicar un comentario