miércoles, 3 de diciembre de 2014

La Insignia de la Ingeniería en Colombia – Edificio 401


El viernes 21 de noviembre de 2014, la Universidad Nacional se vanagloriaba con la re-apertura del llamado edificio “Viejo” de Ingeniería, un ícono de la facultad más grande del país. Un ícono al que tristemente haciendo uso de la “democracia” reinante en la universidad, permitieron (entre 4 idénticas opciones) bautizar por la comunidad como: “Edificio Insignia Julio Garavito Armero”.
Para el acto inaugural, la facultad se gastó la para nada modesta suma de 153 millones de pesos, uno por cada año de existencia de la facultad, una facultad en la que cada vez más se desactualizan sus laboratorios e instalaciones; una facultad con un déficit de planta docente que cada vez más cubren profesores auxiliares de maestría, que no cuentan con condiciones laborales justas y tampoco una preparación adecuada para la docencia. Aun así, dentro de la Universidad Nacional, la facultad de ingeniería es la que mejores estados financieros presenta, tanto así, que la  facultad de ciencias humanas tuvo que pedirle un préstamo por un valor de 1000 millones, todo esto en el marco de una universidad que mandó recoger el dinero de los grupos de investigación para pagar la nómina, costo que las migajas del estado no alcanzan a cubrir. Pero entonces, ¿cuál es la fórmula mágica que le permite a la Facultad de Ingeniería ser la de mostrar edificios re-inaugurados en una universidad que se está cayendo por su propia crisis?. La respuesta se puede abstraer de la forma como fue financiada la obra.
La re-estructuración del edificio, fuera de las donaciones de egresados en diferentes trabajos de ingeniería (red eléctrica, red de datos, etc.), costó la tampoco modesta suma de 10000 millones. Capital que, en principio, y acorde a las “formas creativas de financiación” (planteadas en el acuerdo por lo superior 2034) se planeó recaudar a partir de un programa de donaciones. Desafortunadamente, esta vez no contamos con un personaje como el “benévolo benefactor” del edificio de ciencia y tecnología (C&T), el cual contratando sus propias empresas, logre a fin de cuentas evadir impuestos, esto quizá se deba a que 10 mil millones es una suma demasiado modesta para que alguien se tome tantas molestias.
Todo esto, terminó en cerca de mil millones recaudados y un retraso de aproximadamente año y medio con pérdidas académicas inmensurables, equiparables sólo con la cantidad de pupitres que debieron ser llevados al hombro rumbo a salones sobrepoblados. Dadas las circunstancias, el grueso de la financiación no corrió por parte de los principales donantes (homenajeados de hecho,  con los nombres de los auditorios del edificio), tampoco por los paupérrimos recursos de la universidad y como de costumbre el músculo financiero del estado brilló por su ausencia… entonces. ¿Cómo es que se financió el valor restante para la obra?... Fue la venta de servicios de investigación y extensión de la facultad, lo que le permite hoy mostrar un edificio renovado; fueron los recursos propios de la facultad, conseguidos a través de cuanto contrato pueda, de cuanto profesor deje las aulas para guiar grupos de extensión a servir a quien tenga la plata para pagar por una academia "de clase mundial", y la facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Colombia, ya no se debe a la sociedad Colombiana y sus necesidades, no diseña la re-estructuración del canal del dique del Magdalena, no hace los estudios de viabilidad de los sistemas de transporte de la nación, no genera herramientas tecnológicas para fomentar la democracia, la inclusión y la movilidad social, no desarrolla redes eléctricas inteligentes en zonas aisladas, no estudia el desarrollo de vías terciarias para llevar a zonas marginales derechos fundamentales de agua, salud y educación. No, la Facultad de Ingeniería hoy se debe a quienes la financian, hoy se debe quien tiene la plata, hoy se debe a sus "benefactores",  por la plata baila el perro, y en una universidad en crisis, por la plata baila la facultad de Ingeniería, por la plata se plantea la apertura de Ingeniería de petróleos en el Meta, una sede completa diseñada para nutrir de ingenieros una naciente refinería de administración mixta.
Considerando esto, la situación y perspectivas de la facultad no es algo por lo cual festejar, es más bien una lucha por una ingeniería al servicio de nuestra gente, por una ciencia y un tecnología que mejoren las condiciones de vida de las personas y no perpetúen la explotación de las personas y el desangrar de la tierra. Esa lucha debe ser constante, debe hacerse diaria, debe tomarse los salones de clase, las cafeterías, los grupos de investigación, debe darse en la búsqueda de la cada vez más escasa extensión solidaria, en las tesis de grado, en los corredores de la facultad, y si, en el edificio Insignia.
Un edificio Insignia de la Ingeniería en Colombia, una insignia de los sueños de los y las ingenieras por un país más justo, por un conocimiento por y para la gente, una insignia de un nunca más, nunca más vicerrectores robaran pantalla a costa de la prostitución de la ingeniería, nunca más los enemigos de la educación como la ministra Parodi serán invitados de honor; una insignia de un basta ya, basta ya de ver la ingeniería como una herramienta que compra quien más plata pague, basta ya de ingenieros sin conciencia social y sin dignidad; una insignia de que la facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional, debe ser siempre el motor que impulse las transformaciones sociales para construir un país más justo, un país más digno, un país del tamaño de nuestros sueños.

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