El
pasado miércoles 29 de octubre la comunidad universitaria tuvo la oportunidad
de presenciar lo que se constituyó como un hecho sin precedentes en nuestra
Alma Mater: La jornada pedagógica: “Diálogos por la paz y la convivencia” que
se desarrolló todo el día y tuvo lugar en las instalaciones del coliseo de la Universidad
Pedagógica Nacional.
Para
muchas[1] este evento significó lo que sería un espacio de diálogo entre los
grupos semi-clandestinos y la nueva administración encabezada por el profesor
Adolfo León Atehortúa Cruz, quien desde hace varios años ha tenido apoyo de
diversos sectores de la comunidad universitaria como estudiantes y
trabajadoras, y cuyo ascenso a la rectoría fue recibido con mucho agrado y
significó un evidente cambio después de haber padecido rectorías corruptas,
antidemocráticas y arbitrarias como lo fueron la de Juan Carlos Orozco y
Armando Ibarra, quienes durante su período en la rectoría agudizaron la grave
crisis que aún sigue sufriendo la UPN y llevaron a cabo actos de persecución y
señalamiento contra el movimiento estudiantil.
Pero
más allá de ser un espacio de concertación entre grupos semi-clandestinos y la
nueva administración, este espacio se desarrolló como un escenario amplio de
diálogo en el que se debatió sobre los diversos conflictos que aquejan a
nuestra Universidad y en donde se esbozaron propuestas de solución desde
diferentes puntos de vista. No sólo es de resaltar la participación de dichas
organizaciones, sino también la de organizaciones estudiantiles abiertas,
sindicatos de profesoras y trabajadoras, individualidades pertenecientes a la
comunidad universitaria en general y la del mismo Instituto Pedagógico
Nacional.[2]
La jornada
además fue el resultado de lo que se puede considerar como una “tregua” entre
los grupos semi-clandestinos y la administración, pues desde el inicio de
semestre el profesor Atehortúa se refirió al accionar de estos de forma abierta
y democrática invitándolos al diálogo. No obstante, la condición para que dicho
escenario se desarrollara consistía en que no hubiera más tropel desde el
inicio del semestre hasta el día en el que tuvo lugar la jornada del pasado 29
de octubre. Muchos grupos acogieron la propuesta, pero con el tiempo empezaron
a tener ciertas diferencias después de que el mismo rector hiciera ver en los
medios de comunicación un ambiente de pacificación en el interior del
claustro[3], lo que no fue muy bien recibido por quienes aceptaron la “tregua”
dado que en ningún momento se pactó el cese de actividades de las mismas. Éstos
han enfatizado en la idea de que el tropel es una dinámica que no sólo responde
a la realidad local, sino también a la coyuntura nacional, en ese sentido –y
desde esta perspectiva- el hecho de que tengamos una administración amplia y
democrática no significa que el tropel deba cesar. Esto se vio claramente
expresado el pasado 7 de noviembre, cuando grupos encapuchados salieron a las
calles denunciando la fuerte jibarización que vive la universidad desde hace ya
bastante tiempo y la negativa de la administración para atacar el problema de
raíz. Con este acto se daría fin a la –por algunas llamada- “tregua”.
Las
conclusiones de la jornada estuvieron orientadas hacia las problemáticas
generales que está enfrentando la Educación Superior Pública en el país tales
como la crisis presupuestal, la deuda histórica a las Universidades Públicas
que hoy asciende a más de 12 billones de pesos, el deterioro de la
infraestructura, la falta de
instalaciones dignas para el desarrollo de labores académicas, entre otras. De
la misma manera, también se dio la oportunidad de dar un análisis frente al
nuevo panorama que se viene en materia de movilización con la llegada del
“Acuerdo por lo Superior 2034”, que sin duda constituye una amenaza para la Educación
Pública.
El
espacio de diálogo también fue propicio para que se caracterizaran y se
discutieran las problemáticas que padece nuestra universidad en particular, que
se plasman en la crisis de Bienestar Universitario, la falta de libros en la
biblioteca, la grave crisis de Derechos
Humanos, la falta de profesoras de planta, la pésima contratación para las
docentes, la falta de laboratorios, las dificultades para empezar a realizar
con éxito el proyecto Valmaría pese a la aprobación de la estampilla en el
Concejo de Bogotá, el consumo desmedido de sustancias psicoactivas y de
alcohol, y la jibarización que ha traído como consecuencia la mala imagen que
muchas veces suele recibir nuestra Universidad por cuenta de la denominada
calle del pecado, lugar que se ha hecho intransitable para muchas de las
estudiantes.
La
jornada concluyó con un acto simbólico en el que se recordó a los compañeros de
Suba, quienes murieron en el año 2012. Al calor de consignas, flores y de una
pequeña marcha por las instalaciones de la Universidad se hizo alusión a la
memoria que nunca debemos perder frente a los actos de represión y persecución
que se han vivido a lo largo de la historia de la UPN y en general del movimiento
estudiantil colombiano.
Como
organización saludamos y respaldamos estos espacios considerando el
diálogo un elemento importante para dar
solución a los conflictos que vive la comunidad universitaria. Este espacio que
se abre ha marcado un avance importante que no sólo permite darle visibilidad y
claridad a las problemáticas de nuestra universidad, sino que además permite,
por lo menos de forma verbal, dar cabida a la autocrítica, al reconocimiento de
los errores y la importancia de re-pensar las formas de hacer de las
estudiantes. Por ello creemos que las conclusiones que se dieron en este
escenario no pueden perderse en la actual coyuntura y deben, por el contrario,
impulsar otros escenarios que busquen consolidar espacios organizativos
estables, amplios y auténticamente gremiales.
Entendiendo
que construir un proyecto de universidad que sea coherente con los anhelos de
quienes la viven diariamente requiere algo más que la repetición mecánica de
formas antiguas de hacer, sin renovarlas o darles nuevos sentidos que den
contundencia a las peleas que haya que dar, la comunión alrededor de la palabra
permite dibujar nuevas posibilidades de acción. En nuestro caso puntual, como
estudiantes, tenemos el reto de avanzar en construir un movimiento fuerte,
renovado, amplio, plural y levantado desde abajo; esperando que en próximos
escenarios de dialogo e interlocución puedan participar no sólo las
organizaciones estudiantiles, grupos semi-clandestinos, organizaciones
profesorales y de trabajadoras, sino también procesos gremiales organizados por
carreras y facultades, que expresen desde la realidad cotidiana su sentir, y
así podamos defender al calor de la reflexión, la organización y la
movilización a la UPN y la universidad pública en general.
Lo
anterior también plantea una reserva ante el nuevo ciclo que se abre, la cual
entiende como positivos los escenarios que permite la actual administración,
pero además comprende que desde arriba no se van a solucionar los problemas de
la Universidad. Nuestra postura es clara: aunque esta nueva administración
pueda ser una gran aliada para potenciar la lucha estudiantil, un proyecto
educativo para las de abajo sólo la pueden realizar las de abajo. Es necesario
reconocer que el rector tiene una capacidad limitada a comparación de las
intenciones que tiene el Gobierno Nacional con su nuevo intento de reforma
neoliberal a la educación. No podemos tapar el sol con un dedo, creer que las
luchas se acabaron y que el rector se va a encargar de dar solución a todos
nuestros problemas.
Finalmente,
insistimos en la importancia de crear e impulsar espacios locales en facultades
y carreras con el fin de apuntar a procesos gremiales que potencien la
organización desde abajo y construyan formas de organización horizontal.
Debemos avanzar en la consolidación de Consejos Estudiantiles o formas
similares de organización que abran el espacio de la lucha y la organización.
¡Luchar para Estudiar!
¡Estudiar para Luchar!
¡Arriba las que
luchan!
Acción
Libertaria Estudiantil (ALE)
Universidad Pedagógica Nacional
Noviembre 2014
______________________________________
[1] El
uso del femenino es intencional, hace alusión al concepto no sexista de
persona, que preferimos frente al concepto individuo, históricamente vinculado
a los hombres y la cultura patriarcal.
[2] Colegio
que hace parte de la UPN.
[3]
Para ampliar esta información se pueden leer y escuchar los siguientes
artículos y entrevistas:
“El sí
de los encapuchados” disponible en:
http://www.elespectador.com/noticias/bogota/el-si-de-los-encapuchados-articulo-523694
“Sin
pedreas en la Pedagógica” disponible en:
http://www.elespectador.com/noticias/educacion/sin-pedreas-pedagogica-articulo-517896
“Universidad
Pedagógica: estamos trabajando en la convivencia”:
http://www.lafm.com.co/audios/universidad-pedagogica-estamos-167598
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