Desde
tempranas horas del pasado jueves 16 de octubre, estudiantes de universidades
públicas y privadas, colegios, el Sena y demás Instituciones de Educación
Superior (IES), empezamos a preparar lo que sería la primera respuesta masiva
al documento de Política Pública de Educación Superior presentado por el
gobierno nacional a través del MEN y su órgano asesor el CESU; el mal llamado “Acuerdo
por lo Superior 2034”.
Con
batucadas, malabares, comparsas, antorchas y la creatividad rebelde y colectiva
de las[1] estudiantes organizadas, las calles de distintas ciudades del país se
fueron llenando al ritmo de consignas, coros y rimas alusivas a la
organización, la movilización y la defensa de la educación como un derecho.
Aunque la convocatoria no hubiese logrado la masividad de las movilizaciones
del 2011, esta fue una primera muestra de la fuerza estudiantil que hoy aparece
renovada y dispuesta a defender la educación, enfrentando otro intento por
profundizar un proyecto educativo a la orden de las dinámicas de la economía
capitalista mundial.
La No
implementación del Acuerdo 2034, que ahonda e intenta completar un proyecto
educativo frenado hace tres años por la movilización de diversos sectores, la
exigencia de elaborar un plan para solucionar el déficit presupuestal de las
IES públicas, que hoy haciende a más de 12,5 billones de pesos y ha deteriorado
la calidad académico y el bienestar de las distintas universidades, y la
Autonomía y Democracia, agredida recientemente con el lamentable caso del profe
Beltrán, fueron las banderas que se agitaron y hoy se convierten en columnas
vertebrales para el nuevo ciclo de organización y movilización.
Para
nosotras se hace cada vez más urgente acentuar la organización de las
estudiantes aprendiendo de los errores del pasado y actualizando nuestras
formas de hacer. En este periodo nos parece imprescindible insistir en la
necesidad de avanzar en construir y fortalecer la unidad, desarrollándola en
los espacios concretos de lucha para nutrirla de perspectivas y así ir consolidando
espacios amplios, gremiales y democráticos en donde la diferencia más allá de
fragmentar al movimiento y encerrarlo en debates lejanos a la realidad, le
permitan ganar contundencia en sus apuestas. Esto sólo será posible en tanto
crezcan y se consoliden escenarios de organización desde abajo, entendiendo que
será sólo la fuerza organizada de las estudiantes que viven la cotidianidad de
las transformaciones de la educación, la que logrará defender un proyecto
educativo distinto.
Asimismo,
la contundencia que alcance la lucha estudiantil dependerá también de la
capacidad que tengamos para lograr desligarnos de las limitaciones que se
impongan desde afuera (Así sea de autodenominados partidos de izquierda o
progresistas) y nos permitamos desplegar nuestra fuerza transformadora junto al
resto de sectores que hoy se encuentran en lucha. En otras palabras se trata de
construir multisectorialidad desde la autonomía de las de abajo.
Para
concluir, el balance final que hacemos de esta primera movilización es positivo;
La presencia de espacios gremiales, como el Consejo Estudiantil de Historia o
de Ciencia Política de la Universidad Nacional, y de referentes organizativos y
amplios en universidades privadas como la Central, la Tadeo y la Salle,
nombrando sólo casos en Bogotá, son pequeños avances que deben consolidarse y
extenderse para materializar la fuerza popular llamada a construir un proyecto
educativo al servicio del pueblo.
“Aplauda, aplauda, no
deje de aplaudir, que el 2034 se tiene que morir”
“Consejo, consejo,
consejo estudiantil, construyendo un poder, desde abajo y juvenil”
¡Arriba las que
luchan!
Acción Libertaria
Estudiantil – ALE
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[1] El
uso del femenino es intencional, hace alusión al concepto no sexista de
persona, que preferimos frente al concepto individuo, históricamente vinculado
a los hombres y la cultura patriarcal.
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