Saludo
a los navegantes que llegan al portal Al Poniente desde el campus de la
Universidad Nacional de Colombia en la ciudad de Medellín, un espacio
privilegiado de la academia nacional y fuente alimentadora de la construcción
de tejido social.
Me tomé
la libertad de ocupar el espacio de mi columna semanal para compartir con los
lectores una carta abierta al alcalde de la ciudad de Medellín, que transcribo
a continuación:
Carta abierta al
alcalde de la ciudad de Medellín.
Doctor
Aníbal Gaviria Correa
Alcalde
la de la ciudad de Medellín.
Distinguido
señor alcalde:
Tomé la
iniciativa de escribirle esta carta, en mi calidad de profesor universitario,
motivado por un hecho, que me llenó de profundo dolor, ocurrido en el
denominado “punto cero” a todo el frente del campus de la Universidad Nacional
de Colombia, también a pocos metros de una estación de policía de carabineros,
y, así mismo, a pocos pasos del “bunker” de la Fiscalía, el día jueves 14 de
agosto de 2014.
El
estudiante Juan Pablo Santa Ceballos, menor de edad, matriculado en el segundo
semestre de la carrera de Ingeniería Forestal y con residencia en el municipio
de San Vicente, madrugó a clase de seis de la mañana y llegó en transporte
público al puente del “punto cero”, presto a recibir la primera clase de la
mañana, donde fue brutalmente apuñalado antes de ingresar a las instalaciones
de la universidad, para robarle sus pertenencias.
Que
apuñalen en forma cruel e infame a uno de nuestros hijos, (esto es, a uno de
nuestros estudiantes), es una vergüenza para la sociedad y una pena para
mostrarle al mundo. Le garantizo, señor alcalde, que este no es un hecho
aislado, puesto que en lo que va corrido del mes se han identificado diez
atracos en las cercanías de la universidad con la anotación de que no todo el
que es robado violentamente presenta la denuncia correspondiente.
Como le
he comentado en otros momentos, la Universidad Nacional de Colombia es uno de
los espacios privilegiados que tienen la ciudad, el departamento y la nación
para que los estudiantes de más bajos recursos puedan acceder a una carrera
universitaria y por ende para que sus familias tengan la posibilidad de escalar
hacia unas mejores condiciones de vida desde la perspectiva socio económica. De
hecho varios prestantes miembros de su gabinete son egresados de nuestra
institución y estoy seguro que la quieren, les alegra y les duele todo lo que a
su Alma Mater le ocurra, y estarán dispuestos a apoyar iniciativas ciudadanas
que mejoren su entorno.
Ahora
que estoy radicado en la ciudad de Bogotá, al servicio de nuestra universidad,
puedo experimentar lo que los antropólogos denominan “extrañamiento” cuando
paso por la ciudad de Medellín y oteo el acontecer de los hechos. Mi
experiencia como investigador social me ha enseñado que cuando uno toma
distancia de un espacio y/o de un fenómeno social puede observarlo sin la
dependencia afectiva de quienes habitan cotidianamente la ciudad y viven su día
a día. Los hechos que le narré me llevaron a visitar a las directivas regionales
de la Universidad Nacional que me comentaron que la inseguridad alrededor del
campus está creciendo dramáticamente.
Me
contaron las directivas que la semana pasada un grupo de representantes
profesorales de todo el país fue atracado al salir de la universidad, y a media
cuadra de la Unidad Carlos E. Restrepo, cuando viajaban en un vehículo
particular. Le cuento que todos los representantes profesorales iban
desprevenidamente hablando por sus teléfonos móviles cuando fueron encañonados
por las ventanas del auto. En el acto debieron entregar sus smartphones, además
de sus pertenecías. Como diría mi abuela, cayeron como ovejitas mansas. Como
anécdota, la única persona que no perdió su móvil fue la conductora y
anfitriona, porque iba manejando el coche.
Otros miembros
de la comunidad académica me comentaron que su administración está atacando las
ollas del micro tráfico en diferentes sectores de la ciudad, y que como
consecuencia las mafias distribuidores de sustancias psicotrópicas están
buscando reacomodar sus canales de distribución y uno de esos sitios
potencialmente atractivos es el campus de la Universidad Nacional con sus zonas
circundantes. Le informo que el entorno de la institución comienza a ser
rodeado por el micro tráfico.
Me puse
en la tarea de recorrer los alrededores del campus de la Universidad Nacional y
observé varios fenómenos que debo calificar como preocupantes:
En los
semáforos ubicados en las diferentes fuentes de acceso vehicular a la UN
siempre hay indigentes que solicitan una “colaboración” en una especie de
presión sutil. Me tocó observar, en vivo y en directo, que los estudiantes que
llegan en bicicleta al campus son intimidados en los semáforos por algunos
“habitantes de la calle”, especialmente si quienes llegan en un caballito de acero
son mujeres.
Lindando
con la universidad, en el costado sur-oriental, hay una serie de talleres que
dan la sensación de inseguridad y enrarecen el entorno, porque además ocupan la
calle de acceso, bordeando la quebrada “La Iguaná”. Algunos miembros de la
comunidad me comentaron que acá aparentemente hay deshuesaderos de carros y que
caminar por dicho espacio es peligroso.
Colocando
en el buscador Google la frase “inseguridad en la Universidad Nacional
Medellín” es fácil ratificar que los hechos que he anotado en esta comunicación
no son aislados. Veamos para la muestra dos botones, denunciados en el 2013 por
el periódico local el Colombiano (1):
“Me
disponía a entrar a la universidad y en Coca Cola me paró un tipo y me dijo que
lo perdonara pero que lo habían llamado para decirle que yo era una de las
personas que entraba heroína a la universidad, que estaba armado, que era
paramilitar y que era mejor que respondiera las preguntas a la otra persona que
iba llegar. El otro tipo me dijo: camine normalmente, haga como si fuéramos
amigos y en plena portería de Coca Cola me hizo preguntas como si yo conocía a
un man que le decían Payaso, que si en mi bolso había heroína, que me habían
tomado fotografías y que los mismos paracos y guerrilleros que había en la U me
iban a matar. Me hizo más preguntas como que si yo era prepago de la U y
después de hacerme darle unos cuantos besitos en la mejilla “para desimular” me
dijo que le entregara el anillo de mis grados y el celular que se los iba a
mostrar al patrón para ver que yo no era la persona que buscaban”.
“Cerca
de la portería del río un individuo se me acercó amenazándome de que me iba a
matar si no lo seguía, pensé en salir corriendo pero entonces se levantó su
camisa y en la cintura llevaba una pistola, así que ante la amenaza y el miedo
me quedé quieto. El ladrón me dijo que lo acompañara a Coca Cola donde me iban
a identificar, para asegurar que yo era al que tenían que matar, por su puesto
solo era una excusa para buscar un lugar más solo. En las mallas de Coca Cola,
el ladrón seguía con su amenaza y me pidió que abriera mi bolso, la billetera,
que desocupara los bolsillos y que de no hacerlo me mataba de una vez, así me
quitó el bolso, mi celular y el dinero que llevaba. Lo último que me dijo fue
que no me arriesgara a hacer denuncias, que para él era muy fácil encontrarme y
matarme si lo delataba”.
Y si
uno entra a la página seguridadenlinea.com del municipio de Medellín con frases
como: “hurtos a los estudiantes de la Universidad Nacional”, encuentra muchas
denuncias de situaciones similares, con la respuesta de que “esta denuncia está
siendo estudiada”.
En
resumen, Señor alcalde, el entorno que rodea el campus de la Universidad
Nacional se está volviendo cada vez más difícil en desmedro de una comunidad
que se está preparando para convertirse en el relevo de nuestras clases
dirigentes.
Motivado
en lo anterior le lanzo un grito desesperado para que su administración tome la
iniciativa de convertir el entorno del campus de la Universidad Nacional de
Colombia en la ciudad de Medellín en un espacio sano y seguro. Esta comunidad
se merece un espacio amable y habitable como lo es el entorno del Parque de los
Pies Descalzos, Plaza Mayor y del Edificio Inteligente de EPM, donde el ciudadano
se siente seguro y confiado.
Y
traigo a escena este espacio de ciudad que tengo entendido es patrocinado por
las Empresas Públicas de Medellín, porque muchos de nuestros estudiantes pueden
tener unas condiciones más dignas para estudiar dado que accedieron a un apoyo
económico que esta importante institución les brinda semestralmente.
Si por
un lado Medellín hace esfuerzos loables de City Marketing para ser reconocida
como ciudad innovadora, o para ser una ciudad atractiva para invertir y vivir,
o para ser ciudad de congresos, esto no sería coherente con el hecho de que
pronto tengamos la universidad con el entorno más peligroso de la ciudad.
Catorce
mil personas de la comunidad universitaria, entre estudiantes, profesores y
personal administrativo, esperarán expectantes su respuesta.
Atentamente,
Diego Germán Arango Muñoz
Profesor de la Universidad Nacional de
Colombia.
Como
cierre de esta columna para el portal Al Poniente invito a los lectores a que
retransmitan esta iniciativa a través de las redes sociales y comunicaciones
electrónicas con sus amigos, si consideran pertinente los planteamientos de la
misma.
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Diego Germán Arango Muñoz: Ingeniero
Administrador de la Universidad Nacional de Colombia Psicólogo, de la
Universidad de Antioquia Administrador Turístico, del Colegio Mayor de
Antioquia. Especialista en Mercadeo, de le Universidad Eafit. Especialista en
Investigación Social, de la Universidad de Antioquia. Profesor de la
Universidad nacional de Colombia desde 1977. Profesor invitado a 35
universidades hispanoparlantes. Consultor en Marketing para más de 350
compañías. Director de más de 3,500 investigaciones empresariales en el campo
del Marketing.
1 comentarios:
Y eso no es todo ingeniero, en la parte que da al cerro el volador, tambien se presentas este tipo de atracos, yo paso diariamente en la mañana y al medio dia, y me toca ver los atracos, que no se les olvide el infortunado incidente de hace algunos años, donde una estudiante en ese sector del volador, se paso la calle para evitar el robo, con tan desafortunada suerte que el ladron la empujo para robarle el bolso y la lanzo al carril, donde la recibio un taxi, fue atropellada y murio en el sitio.
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