El paro
terminó pero las historias continúan. Presentamos una narración acerca de la
participación estudiantil en el punto de La Lejía, Norte de Santander, donde
los campesinos manifestantes sufrieron varias agresiones, vulneraciones e
intimidaciones.
El
municipio de Pamplona se encuentra en el departamento de Norte de Santander.
Tiene una población cercana a los 105.785 habitantes según cifras del Dane, es
reconocida por ser una ciudad estudiantil porque allí está ubicada la
Universidad de Pamplona, institución de educación superior que tiene más de
nueve mil estudiantes de todos los rincones del país.
Pamplona,
a pesar de estar un tanto aislada del país, no fue ajena al Paro Nacional
Agrario y Popular. Los habitantes estuvieron constantemente al pendiente,
incluso antes de iniciar la movilización.
Los
estudiantes hicieron acciones informativas en las calles del municipio, además
de recolectar alimentos en las plazas de mercado, plantones y marchas que
terminaron en la Alcaldía para exigir a la administración de Carlos Arturo
Bustos que asumiera responsabilidad frente a los campesinos. Pero no solo el
Alcalde se mostró indiferente con las acciones, también el personero Alejandro
Cárdenas y el Defensor del Pueblo regional, William González quienes casualmente
tuvieron el celular apagado mientras se solicitó ayuda a los campesinos.
“Nosotros,
desde que teníamos conocimiento que venían unos campesinos del Catatumbo y que
se encontraban retenidos por la policía en la vía, hicimos todo lo posible para
comunicarnos con el Personero y el Defensor del Pueblo para poder buscar una
solución. Nunca tuvimos una respuesta” mencionó a Colombia Informa un
estudiante de la Universidad de Pamplona.
El 30
de abril, día en que el estudiantado había decidido hacer una recolecta de
alimentos, la administración de la Universidad anunció un cese de actividades
como medida preventiva hasta el sábado 3 de Mayo, argumentando que la noche
anterior se habían presentado disturbios entre la Fuerza Pública y los
estudiantes, según versiones de la Policía.
Esa
noche se presentaron 6 capturas por parte de la policía nacional y los
estudiantes pertenecientes a la comisión de Derechos Humanos denunciaron los
atropellos cometidos por agentes del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad)
contra ellos. Uno de los voceros comentó: “Ellos llegaron sin decir nada
comenzaron a requisar bolsos, en mí no les valió que fuera delegado de derechos
humanos. Hasta me rompieron el carnet”.
Luego,
el Primero de Mayo, sindicatos y estudiantes marcharon juntos como todos los
años en reivindicación de sus derechos pero esta vez la movilización tuvo un
tinte especial que fue el inicio formal del Paro. Esta antesala permitió que el
3 de mayo los estudiantes salieran con pitos, bombas y carteles para realizar
una jornada de recolección de alimentos.
Esta se
desarrolló pasando casa por casa de los habitantes de Pamplona. “La acción fue
exitosa y ahora el reto era como hacer llegar el mercado recolectado, se llamó
al personero Alejandro Cárdenas pero como cosa raro no contestó. Ese día
apareció el Defensor del Pueblo, William González, le comentamos la situación y
esperamos una hora para que nos diera una solución que nunca llegó. Al final
nos tocó ir por nuestra propia cuenta a entregar el mercado, pero como usted
mismo vio, fuimos retenidos por la Policía en el primer reten hacia La Lejía”
aseguró Helber Mejía, estudiante.
Los
jóvenes solidarizados con los campesinos se trasladaron en tres taxis que
fueron detenidos, como lo relató David Cáceres de la comisión de derechos
humanos: “Llegamos al kilómetro 57, es el nuevo cementerio de Pamplona, donde
nos retienen a los tres taxis en los cuales se llevaban alimentos que fueron
recogidos en este día para los campesinos. La policía nos dice que no nos
podemos dirigir a donde están los campesinos, nos bajan de los taxis, nos
requisan el mercado y nos dejan esperando. Luego de un tiempo se llega a un
acuerdo en el que solo se permite ir a 4 estudiantes para llevar el alimento.
Lo extraño es que seguían dando el paso automóviles, camiones y demás porque la
Policía manifiesta que hay una protesta, que están tirando piedras. Esto para
criminalizar a los campesinos. ¿O acaso
que no quería que nosotros pasáramos?”.
La
mañana del 5 mayo para muchos será inolvidable. Ese día, el Esmad atacó a los
campesinos con gases y armas no convencionales para su función, con el
argumento de que estaban invadiendo un predio privado. Sin embargo, el dueño de
la propiedad se encontraba entre los campesinos en la manifestación pacífica.
Nancy
García, una de las afectadas por el ataque, narró a Colombia Informa lo
sucedido: “Fue horrible. La tanqueta entro lanzando gases, sin mediar palabra
los agentes del ESMAD también a nosotros nos tocó correr a las montañas a
resguardarnos, allí se encontraba el Ejercito que sorprendidos solo nos
miraban”.
En ese
momento, los estudiantes realizaban un plantón al frente de la administración
de la Universidad, actividad que fue planteada el día anterior. Al enterarse de
las agresiones, algunos estudiantes se dirigieron a la emisora local, otros
solicitaron reunión con el rector para pedir el aplazamiento de los parciales y
una comisión de verificación del estado de los campesinos. Mientras, otro grupo
de estudiantes con megáfono en mano pasó por los salones y la plaza de mercado
para informar lo que estaba ocurriendo y de paso convocar a una movilización en
rechazo a estos hechos.
Con la
semana de parciales aplazada, los estudiantes se concentraron a las tres de la
tarde en la entrada de la Universidad entonando cánticos y mensajes que
alentaban al resto del estudiantado a salir a marchar.
La
movilización inició pasadas las tres de la tarde. Al principio la concentración
fue de unos ciento cincuenta estudiantes pero, entre calle y calle, se fueron
sumando más para terminar siendo unos
400 indignados que reclamaban al pueblo lo sucedido con los campesinos en la
mañana y que gritaban al Alcalde frente a su despacho que se pronunciara. Todo termino en calma a pesar de la
indignación de los manifestantes quienes, uno a uno, se retiraron en silencio a
sus hogares, otros a seguir pendientes de lo que pasaba con los campesinos.
Para nadie fue extraño que el alcalde Carlos Arturo Bustos no saliera.
Los
días siguientes fueron de incertidumbre por no saber qué iba a pasar con los
campesinos. La noche del jueves 8, la administración de la Universidad decreta
nuevamente el cierre de la institución con el argumento de garantizar las
elecciones de representante de los estudiantes al Concejo Superior
Universitario, que se llevarían a cabo al día siguiente. Muchos estudiantes
estaban inconformes con esta decisión, unos porque no se pudo realizar el cine
club habitual de los jueves por la noche, otros -como los estudiantes de
psicología- igual estaban molestos porque para ese día planearon un canelazo,
que no se pudo hacer.
Casualmente,
cuando la administración dio la orden de cerrar, pasaban por Pamplona los
campesinos en siete buses rumbo a la zona de El Diamante, para descansar del
frio que los tuvo azotados toda una semana.
Aunque
los campesinos ya no se encontraban en el sector de La Lejía, los estudiantes
continuaron la movilización a su favor. Esta vez, realizaron un velatón a las
afueras de La Casona, una de las sedes de la Universidad, actividad en la que
participaron un centenar de estudiantes y personas del común que se acercaron y
prendieron su velita en pro de un campesino.
Así
termino una semana de resistencia, lucha e indignación en la que los estudiantes
mostraron su lado solidario porque saben que no pueden estar alejados de la
realidad o las problemáticas de la sociedad, porque como ellos mismos dicen:
“Hay que estudiar y luchar”.

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