La
juventud es terca, la de hoy como la de hace treinta años y de pronto es por
eso que buscan que la terquedad y la inquietud se ignore, se supere o se acabe.
La juventud es alegre, romántica y soñadora, la de hoy y la de hace treinta
años, y quizás esa sea razón suficiente para acabarla, bien sea con la rutina o
con la tristeza. A veces los jóvenes no se dejan ganar y entonces persisten en
su inquietud, en su alegría, en su espontaneidad, en su romanticismo y en ese
dolor de mundo que quieren remediar de cualquier manera, es ahí cuando la
juventud se vuelve molesta porque ya no basta la rutina, la distracción o la
tristeza para tenerla controlada; entonces la muerte es una alternativa
sensata, razonable y posible dentro de la mente de unos cuantos. ¿Qué pasó el
dieciséis de mayo de 1984? ¿Quiénes intentaron acabar con la felicidad y la
esperanza? La herida que el terror abrió en las paredes de esta, la Universidad
Nacional, que ha sido tan grande y tan profunda. Aún nadie sabe qué fue lo que
realmente ocurrió, nadie sabe en qué momento la dignidad se convirtió en
delito, nadie sabe con certeza qué
ocurrió, porque no nos lo han permitido y quienes saben no se atreven a
decirlo, de pronto esperando que el silencio cobarde haga que de una vez por
todas la gente olvide aquella fecha.
De esos
días dicen que en Cali Chucho León Patiño respondiendo a esa condición
inherente de los jóvenes decidió pedir condiciones dignas para poder estudiar,
y esa fue la excusa suficiente para silenciarlo. Entonces en Bogotá, decidieron
repudiar la muerte del joven, pidiendo también lo que él pedía, porque en este
país tan grande y distinto, los jóvenes casi siempre sufrimos lo mismo. Pero si
un joven digno les era incomodo, más de cien eran insoportables. Por esa razón
el miedo dio la orden a la policía y el ejército
que entraran y acabaran con todo lo que pudiera incomodar; así lo hicieron, la
orden se llevó a cabo, tan bien ejecutada que treinta años después no sabemos
cuántos jóvenes dejaron de serlo, bien fuera por la muerte que los encontró
después de las tres de la tarde o por ver el fuego abierto contra sus
compañeros de clase.
Sin
embargo, la juventud es terca, la de hoy como la de hace treinta años y de
pronto esa es una razón suficiente para no olvidar el cruel intento fallido por
acabar con los sueños, las dignidades y las rebeldías que recorrieron los
pasillos de esta universidad, por recordar a esos compañeros y compañeras que
tuvieron que ser jóvenes para siempre, sólo porque a unos pocos les parece
molesto que nos duela el mundo, que no nos conformemos con lo que se nos da y
queramos construir vidas nuevas y mejores para todos.
No
queremos dar la historia oficial de aquel día, porque no hay memoria oficial y
porque no la tenemos, por eso hoy nos preguntamos y les preguntamos a ustedes
para que por fin nos respondamos ¿qué pasó el 16 de mayo de 1984? ¿Qué pasó esa
tarde que aún hoy el miedo sigue rondando?
¿Qué pasó ese día que ellos no se atreven a recordar ni nosotros a
olvidar?.
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