Hoy 4
de diciembre de 2013 en la denominada "playita" por propios y
extraños de la Universidad Nacional, aconteció un hecho que puso en estado de efervescencia
a la comunidad universitaria en general, tanto a los presentes en el hecho como
a los que poco a poco a forma de chismorreo, bulla e interés se iban enterando
de lo acontecido. Según declaraciones de testigos directos presentes en los
hechos, un trabajador de planta perteneciente a la División de Vigilancia y
Seguridad (DVS) del campus de la Universidad desenfundó su arma disparando a un
joven en dicho lugar. El solo hecho ya causó conmoción y desconcierto para
muchos.
Son años ya en los que las universidades públicas
no siendo estas ajenas a la realidad de un país como Colombia, viven la
realidad que consigo trae el tráfico de estupefacientes, hablando más
claramente de drogas. En las localidades y comunas de las ciudades hay una
guerra invisibilizada por control de territorios con el objetivo final de
convertir estos en mercados exclusivos de productores y traficantes. Dicen, son
guerras entre bandas criminales, residuos de un proceso de paz formal entre los
paramilitares y la sociedad y las campañas de desmovilización que no alcanzan
con las realidades concretas de estos y estas personas que pretendían reinsertarse
en una sociedad ¿Pero a qué tipo de sociedad se iban a reinsertar? Una sociedad
con bajas oportunidades, no solo de empleo sino de educación, de salud, de eso
mismo de lo que carecen más de la mitad de los ciudadanos colombianos. En la
Universidad Nacional se vive la misma realidad pero bajo el encanto de una autonomía
universitaria efímera y una crisis financiera tan evidente como que el agua
moja.
En
palabras de testigos, el agente de seguridad de la UN dispara a un joven que
presuntamente estaba vendiendo chocolates con sustancias psicoactivas, según el
testigo hongos. Al negarse a ser trasladado de manera brusca a la oficina de
seguridad el individuo saco una cadena con la intensión de no permitirlo; de
manera inmediata el hombre dispara hacia el piso su pistola y como si hubiese
sido traída esta realidad de los cabellos, estudiantes y transeúntes al rededor,
se inundan de miedo y de indignación también frente a los hechos ¿quién no? ¡Están
disparando en lo que para muchos es su segundo hogar!. Aun así su respuesta es
la de no permitir que se lleven al joven presuntamente estudiante y
vendedor, al cuarto de
"seguridad" de la DVS. Dos hombres lo tenían sujeto ya y un tumulto
de personas van en su ayuda, el hombre escapa y de inmediato la rabia colectiva
de los presentes se abalanza sobre el agresor armado. El trabajador fue llevado
a la oficina en donde se encuentra con dos testigos de los hechos y representantes
estudiantiles.
El
relato de esta situación nos lleva reflexionar y debatir sobre la situación de
jibarización dentro de las universidades y no solo eso, sino preguntarnos
también si la solución de esta realidad pasa por el uso indiscriminado de la
fuerza. Recordemos además que dentro del campus no está permitido ni el porte
ni el uso de armas de fuego.
Para
muy pocos es un secreto que la vigilancia, en especial la privada ha sido cómplice
histórico de estas dinámicas dentro del campus. Las culpas se van safando en la
medida de los acontecimientos. Hay que decir también y afirmarse en el hecho de
que las Universidades Publicas, no son ollas de expendio, en la UN no se compra
ni se vende Marihuana, ni ningún otro tipo de sustancia ilícita; esa debe ser
la consigna, tanto de los no consumidores como de los que sí lo son.
La problemática
va más allá, el tráfico de estas sustancias ilegales permea todos los ámbitos
de la sociedad colombiana, degenerando como resultado y prueba histórica
nefasta para nuestro país, el uso de la violencia como "solución"
radical por parte de dirigentes y en este caso administrativos a un problema de
fondo; y la verdad es que no se puede solucionar con formas estos problemas de
fondo. Es un fracaso el uso de la violencia, hoy la uso la institución en un
caso concreto sobre la problemática, ¿mañana quién la usara? ¿El jibaro? y si
la usa ¿Contra quién la usaría? ¿Contra el que no le paga una deuda, contra el
que le dice que la UN no es una "olla"? ¿Contra quién? ¿Contra quienes?
Mientras
la universidad se sumerge en una crisis financiera y administrativa la
comunidad universitaria se pudre en el abandono estatal, al igual que la
sociedad colombiana. Si un campesino siembra coca, marihuana o amapola no es
por gusto sabiendo que ello conlleva la vida en una cárcel o la persecución,
incluso la muerte, lo hace sin duda por la baja rentabilidad de la producción agrícola.
Por su parte el estudiante, el joven, vende drogas ilegales porque es más
rentable que esperar un programa de bienestar o un trabajo fuera del ámbito universitario.
El problema en ambos casos es de responsabilidad política, social y económica,
también responsabilidad administrativa.
Sin mencionar que esto además implica la militarización de los campus
universitarios, sabiendo que esto no sería más que la profundización de la
crisis social interna y como muestra solo hay que mirar a la ventana de la
realidad nacional.
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