Es
difícil luchar contra un sentimiento intangible, que no se puede acabar sólo
con una serie de argumentos y que no desaparece cuando decidimos cerrar los
ojos, taparnos los oídos y encerrarnos en pensamientos individuales. Amenazas,
persecuciones, torturas, desapariciones o asesinatos son hechos que nos causan
miedo, que producen un vacío dentro del cuerpo y la mente, y que paralizan incluso
a los más osados.
Es
mucho peor cuando este miedo es colectivo, cuando los que nos rodean, al igual
que nosotros, también temen por su integridad o su vida, cuando al mirar hacia
el futuro no vemos muchas opciones como individuos y la única acción impuesta
es quedarse en silencio y asumir el papel de espectadores de la realidad.
Los que
gobiernan el sistema tienen muy claro cuál es el poder de este elemento y,
aunque ellos también sufren de ciertos miedos, lo utilizan como un arma (en el
campo de las ideas) para mantener a los
que son gobernados en su sitio. El terror y las acciones que puedan generar
basados en el miedo colectivo se traducen en terrorismo de estado.
Y no
nos vayamos muy lejos para mostrar lo arrasador que es el miedo como arma. En
la Universidad de Antioquia tenemos
miedo, y no miedo a perder un parcial o un semestre, es un miedo justificado,
un miedo que se han pensado para nosotros, fundamentado en hechos claros y
específicos.
El
pasado 21 de noviembre llegó a algunos negocios de nuestra Universidad un
panfleto firmado por la Junta Central de los Urabeños, en él había una amenaza
por parte de este grupo hacia los dueños de dichos negocios. Si estos no
pagaban una cantidad específica de dinero en el semestre serían considerados
enemigos de los que lanzaron la amenaza: Miedo.
Aunque
la política de la Administración de la Universidad en colaboración con las
autoridades “competentes” de la ciudad y los dueños de los negocios es no pagar
nada a estos grupos de gente, y la fecha estipulada para el pago se cumplió y
las amenazas no -aún-, dentro de la
comunidad universitaria hay una tensa calma, un miedo que pulula por las
jardineras de la plaza en la que un día hace ya muchos años asesinaron a un
estudiante.
Es
claro que esto no es un juego, ejemplos como los de Barrientos, Jesús María
Valle, Gilberto Agudelo, Leonardo Betancur, Luis Felipe Vélez o Gustavo
Marulanda entre muchos otros, no son casos aislados, son tácticas bien pensadas
desde las esferas superiores para acallar un movimiento que puede llegar a ser
un obstáculo contra sus políticas.
No se
podría decir a ciencia cierta que los Urabeños y otras organizaciones similares
hacen parte del Estado, pero sí que en las regiones en las que tienen presencia
cumplen algunas funciones de éste, que se organizan como un para-estado y
cobran ciertos “impuestos” para sostener una guerra contra el pueblo, para
silenciar a los que levantan su voz en contra de las injusticias de un sistema
que no permite pensar o actuar diferente.
Por
medio de estos temores infundidos se tejen entonces ciertas redes de control,
que permiten la entrada de autoridades in–competentes al campus universitario y
que lo único que logran es generar más miedo en la población. La Administración
de la Universidad cumpliendo con su papel legaliza la entrada de estas
autoridades a la Universidad sin que nadie se oponga, y ¿por qué no podríamos
llamar a esta serie de sucesos consecutivos una estrategia de control?
Esta no
es una columna contra el miedo, es normal sentirlo, es normal temer por nuestra
integridad e incluso por nuestra vida. Es un llamado a enfrentarlo, a opinar, a
seguir pensando, a seguir proponiendo acciones colectivas que venzan estos
miedos colectivos. A actuar en comunidad y defender nuestro derecho al
autogobierno, a cerrar filas y no dejar penetrar el terrorismo de estado y paraestado que nos bombardea ideológicamente
por todos los frentes posibles. Es una alerta para hacer un alto en el camino y
reafirmar nuestra lucha, repensar sobre todo nuestras formas de hacerlo, cuidar
nuestro patrimonio, es decir a nosotros mismos…
Desde
el 12
Colectivo
Independiente
"Reproduzca
esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a
máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez
las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la
incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de
un acto de libertad. Derrote el terror.
Haga
circular esta información”.
Rodolfo
Walsh
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