Llega a
mis ojos y oídos, y también a mi corazón y mis entrañas, un Pronunciamiento que
hace la Asociación sindical de Profesores Universitarios (ASPU), Seccional UPN,
que interpreto como un angustiado y angustiante grito de AUXILIO, como un
S.O.S. que se logra pronunciar cuando alguien siente que se está ahogando en
medio de un torbellino de intimidación, intolerancia, señalamiento, acciones
encubiertas, espionaje policial, y amenazas de todo tipo contra la libre
expresión y el mismo pensamiento crítico. ¿Cómo no calificar esta situación
como una intimidación sistemática? ¿Provocada? ¿Orquestada?
Un
grito de Auxilio y un S.O.S. que se dirige a la Defensoría del Pueblo, a las
Directivas de la UPN y a la Sociedad civil, pero sobre todo a los estamentos
universitarios y a los científicos sociales para que abran sus ojos y sus oídos
a lo que está ocurriendo, HOY Y AHORA MISMO, en ese y otros ámbitos del pensamiento.
¿Cómo
no sentirse ahogado, agobiado, sofocado, amenazado en medio de semejante
atmósfera de polución sico-ambiental, peor quizá que el clima de una guerra
declarada? ¿Cómo no pedir, suplicar, implorar que los grupos responsables de
esa nefasta polución, sean identificados, investigados, llamados a cuentas?
¿Cómo no reclamar ante aquellos que, viendo y sabiendo, se hacen los de la
vista gorda? ¿Cómo no requerir la atención y la intervención clara y decidida
de quienes tienen bajo su responsabilidad la dirección misma de la Universidad?
¿O es que la Dirección de la Universidad no se da cuenta del mensaje que lanza
con su silencio cómplice? También los silencios son objetos de semiótica.
Produce
malestar, desazón, depresión, ira… saber que el magisterio universitario, mis
colegas, mis estudiantes e incluso el personal administrativo se vean obligados
a trabajar en semejante clima cultural. ¿Con ese tipo de climas culturales para
qué torturas? ¿O es que, acaso, no lo son todas esas formas sutiles de una guerra
de baja intensidad? ¿Son acaso de baja intensidad? ¿No tiene, acaso, que ver
este “ambiente malsano” con la salud integral de toda la comunidad
universitaria? ¿Y con el malestar de la cultura Universitaria? Que no
bienestar…
Quién
paga los niveles de stress que viven maestros y estudiantes en esta atmósfera
apestosa? ¿Y sobre todo, quién paga los efectos de ese stress sobre los cuerpos
mismos de maestros y estudiantes? ¿O es que, acaso, hasta ahora estamos
descubriendo que tenemos cuerpos que sufren y que lanzan señales bien legibles?
¿Se puede enseñar-aprender en ese ambiente? ¿Es posible pensar en ese ambiente?
Es todo el funcionamiento de la institución universitaria el que está en jaque.
Es una guerra declarada contra los ambientes que piensan y se rebelan contra la
pretensión autoritaria del pensamiento único…
Pienso
que sin una política de protección y seguridad universitaria, como también sin
una política de salud integral universitaria, estamos hablando de una
“situación insostenible”, como dicen mis colegas. Repito: situación
insostenible. Un juicio de valor que es preciso tomar en serio. No es una
comedia es una tragedia. Es en la práctica un acoso sostenido, una variación
perversa del bullyin, y no solo para el que hoy está bajo amenaza, a quien
obviamente es preciso rodear, sino también para todos los miembros activos de
la comunidad universitaria.
Tengo
la molesta sospecha de que la actual Dirección de la UPN no ha logrado captar
la dimensión de esta amenaza y ha confundido sus escritorios con trincheras en
donde puede esconder su carácter pusilánime, en lugar de salir a la calle con
la frente erguida y la dignidad a flor de piel, para asumir valerosamente la
lucha por la Universidad pública y, en general, proseguir con las banderas de
las instituciones que fueron diseñadas para producir conocimiento y despertar
la conciencia crítica.
Digámoslo
francamente, se necesita un carácter recio para atajar, con determinación y
dignidad, las hordas del NACIONAL-CAUDILLISMO que han ocupado, en sentido militar,
más territorios de los que conocemos e imaginamos. Y ya sabemos quién las
comanda porque es vox populi.
Atención,
entonces, ¡ojos abiertos y oídos despiertos! No es por casualidad que las
instituciones universitarias han sido declaradas “objetivo militar”.
Me
gustaría mucho, estar equivocado en esta conjetura.
Rafael Ávila Penagos
Profesor
pensionado
CC.
17.054.411 de Bogotá.
Noviembre
27 de 2012
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