Dicen que hace mucho tiempo, en las facultades, cuando se zanjaban profundos debates epistemológicos entre estudiantes y docentes, era tarea del decano -el profesor que más años llevara en su cargo- unirse a la discusión para ofrecer su opinión. Aunque ésta no ponía siempre el punto final, por lo menos atizaba el asunto, promoviendo la conversación, estimulando el mercado del café y formando escuelas de pensamiento.
Hoy, después de echar un vistazo a quienes ocupan las sillas de decanaturas, jefaturas de departamento y coordinación de pregrados ¿con qué nos encontramos? Con la más exótica prueba de que Colombia no es un país solamente poblado por abominables cristianos: en el Alma Máter, siempre ejemplo de la diversidad humana, existe un consolidado movimiento hinduista que se ha apoderado desde hace años de los puestos con mayor relevancia en la toma de decisiones internas de la Universidad. Revisemos este fenómeno con atención.
El hinduismo en la Universidad de Antioquia comenzó con la proliferación de ‘vacas sagradas’ en los más altos cargos de las facultades, escuelas e institutos. Después la plaga se tomó la administración central y desde entonces no ha existido forma de controlarla, llegando inclusive a cultivar seguidores, a los cuales -como lo hace toda religión- se les promete el paraíso.
Si el lector no está familiarizado con asuntos como la taxonomía, necesario es contextualizarle agregando una corta descripción que el profesor del Departamento de Zoología, Doctor L.H. Camargo, hace a propósito de sus colegas:
Como sabrás, Tomáz, las vacas sagradas, las vacas comunes y los toros pertenecen a la familia de los bóvidos. No lo digo con ironía, mira que está escrito con uvé, de bovino, no de bobo. Dentro de esta maravillosa familia, Linneo estableció el género Bos, y dentro de éste hay varias especies, como la Bos primigenius taurus y la Bos sacrus. La primera es la que ves en prados, que nos proporciona alimento a los carnívoros y lástima a los vegetarianos. Y leche. La segunda, que es a la que tú te refieres, es la Bos sacrus, o Vaca sagrada. Esa la encuentras generalmente en recintos cerrados, por eso se le llama también vaca sentada, vaca burócrata, vaca de oficina… eso depende de la región. En Antioquia se les suele llamar Vaca Doctora (si es hembra) o Doctoro (si es macho).
Con las sólidas bases dictadas por el Doctor Camargo (especial saludo y agradecimiento para él), me di a la tarea de investigar sobre los rumiantes de ideas, encontrando fascinantes similitudes y diferencias entre sus ejemplares. Entre las semejanzas encontramos que poseen cuatro estómagos: uno para el vino, otro para el güisqui, otro para cuajar ideas retrógradas y uno último para darle contextura a la defecación. Es de anotar que los bovinos sagrados no se reproducen sexualmente, sino por un complejo método asexual llamado “la rosca”. Para explicar en qué consiste ese proceso tendríamos que dedicar un espacio más amplio y exhaustivo, por eso aquí nos limitaremos a los caracteres etológicos y taxonómicos de la especie en cuestión.
Revisemos, pues, las diferencias sutiles que posibilitan la identificación de las principales razas de los Bos sacrus:
Vaca sagrada raza Docente: Defeca entre una y ocho veces por semana, en forma de diarrea verbal, conocida como “clase”. Los ejemplares más favorecidos por la evolución saben encapsular sus heces en diapositivas de Pauerpoin. La vaca sagrada docente puede hibernar en su escritorio por amplios periodos de tiempo, limitando su alimentación a Coca-Cola y empanadas. Como no produce leche, compensa esta dificultad recolectando ideas de estudiantes, de las cuales se alimenta la Vaca sagrada investigadora. Así, establece una relación de simbiosis con ésta, que le permite mantenerse en su posición.
Vaca sagrada raza Investigadora: Defeca una o dos veces al mes, en forma de artículo académico para una revista indexada. Como se enunció antes, se alimenta de las ideas frescas de estudiantes y por eso en muchas ocasiones es difícil diferenciar una Vaca sagrada Docente de una Investigadora, dado que la una se disfraza de la otra y viceversa. Su naturaleza de animal de carroña intelectual es producto de un evolucionado sistema digestivo que despoja toda idea de su potencial de cambio, pasando un largo período en el intestino para volverse económicamente productiva. En algunas regiones se le llama Vaca sedentaria, pues hiberna sentada frente a un computador, buscando alimento en bases de datos especializadas. La leche que produce es amarga y racional.
Vaca sagrada raza Administrativa: Defecan elogios a individuos de jerarquía superior, casi a diario, y en ocasiones varias veces al día. Cuando se encuentran con éstos, es común que formen pequeños rebaños en forma de círculo, en los cuales el de mayor categoría dice cualquier cosa mientras los demás elogian, asienten y sonríen. Se alimentan de ínfulas de superioridad y son muy territoriales con sus oficinas, en las cuales permanecen atrincherados pensando elogios para sus superiores. Se debe evitar, a partir de lo anterior, deducir que se trata de Vacas trabajadoras. La Vaca sagrada Administrativa no hace nada y en lugar de Muuuu, dice “Yo pienso estrategias y lineamientos”.
Potrillo beato: Solamente haremos una breve mención de los Potrillos beatos, demasiado jóvenes para ser Vacas sagradas, pero con la ilusión de serlo. Persiguen por esto a las Bos sacrus adultas, imitando sus conductas y olfateando sus heces, para que, por medio de “la rosca” puedan acceder a una cátedra (especie de placenta externa en la cual el Potrillo beato se desarrolla hasta tomar la contextura de Vaca sagrada). Los Potrillos beatos son, pues, los llamados a prolongar la especie y, en el futuro, crear “las roscas” necesarias que dan paso a una nueva generación de santos rumiantes.
No es posible cerrar esta sección de divulgación pseudocientífica sin anotar una reflexión trascendental que dé contextura y unidad a todo lo dicho anteriormente. Este artículo pretende convertirse en la piedra base de un completo y riguroso campo de estudio, y de ahí la pregunta: ¿qué otras razas de Vacas sagradas conoce usted, taxónomo lector?
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