miércoles, 27 de junio de 2012

La Universidad Nacional se está cayendo

La Universidad Nacional se cae a pedazos. No es un secreto. Para la muestra un botón: después de 47 años de construida, la Facultad de Arquitectura, por donde pasaron genios de la construcción como Germán Samper y Rogelio Salmona, será demolida. Estaba llena de rajaduras. No aguantaba más. Su situación no es única. De acuerdo con un informe presentado por la misma Universidad Nacional, por lo menos 62 de los 152 edificios que componen la Ciudad Universitaria están en grave riesgo y para recuperarlos se requiere, por lo menos, un billón de pesos, aunque, de acuerdo con la vicerrectora de sede, María Clemencia Vargas, “la cifra real de gastos es muy difícil de calcular”.
Sobre la Universidad Nacional hay historias que parecen inventadas. Hace unos meses, durante un debate, el profesor Leopoldo Munera, otrora vicerrector del centro educativo, narró que una vez tuvo que salir con paraguas de una clase debido a una serie de goteras de proporciones tales que habían inundado el salón. En algunas facultades las grietas se han vuelto parte de la decoración. En Diseño Gráfico los estudiantes optaron por pintarles cometas y avioncitos alrededor para que no se vieran tan feas.
A las afueras del edificio Uriel Gutiérrez, sede de la rectoría, hay un lago artificial del que la universidad poco o nada se enorgullece. Se creó un sábado, la pasada ola invernal, cuando, producto de las lluvias, un complejo de oficinas cedió. En el lugar no había nadie, de lo contrario estaríamos narrando una tragedia. Pareciera que por algunos de los senderos de la Nacional hubieran pasado los Nule.
Para las directivas del centro educativo “educar con calidad y responsabilidad es una tarea cada vez más difícil y problemática en la Universidad Nacional, pues su ambiente educativo se encuentra en mal estado en más del 50%, en algunos casos hasta en ruinas. Ese esplendoroso campus, símbolo de la ciudad hace algunas décadas, es hoy en día un ambiente destruido y descuidado en donde la educación de nuestros profesionales se abre paso entre grietas y ruinas”.
Además, en el informe, conocido por El Espectador, las directivas del centro educativo alertaron que “a estos problemas de infraestructura se suma el hecho de que los recursos que anualmente se destinan a su mantenimiento son insuficientes para proteger a los edificios de otros problemas, como las humedades producidas por el desgaste natural de las cubiertas y por las filtraciones en los primeros pisos por las precipitaciones, el desgaste natural de las redes eléctricas, hidráulicas y sanitarias y la obligatoriedad de preparar a los edificios con sistemas de protección contra incendio y de accesibilidad para personas con discapacidad”.
El problema es aún mayor si se toma en cuenta que, de acuerdo con la Nacional, el 90% de sus edificaciones se hicieron antes de que la ley obligara a los constructores a edificar teniendo en cuenta la norma sismorresistente. “Esto significa que la universidad debe establecer un plan para actualizar la infraestructura a la normatividad vigente, teniendo en cuenta que se trata de edificios públicos muy concurridos”, explicó la institución en su informe. Palabras más, palabras menos, un terremoto arrasaría con la Universidad Nacional.
Al respecto, el rector de la Universidad Nacional, Ignacio Mantilla, comentó que “hay leyes que nos obligan a hacer el reforzamiento de los edificios, pero no hay leyes que obliguen al Estado a dar una partida presupuestal para este fin. Por ello hacemos un llamado al Gobierno para poder tener una partida especial que nos permita, por una vez y para siempre, resolver estos problemas de infraestructura”.
Para hacerle frente a esta problemática, el rector Mantilla anunció “la posibilidad de una ley de honores para que el Congreso autorice al Gobierno a otorgar unos recursos especiales, y que al conmemorar nuestros 150 años podamos tener un campus renovado. También estamos emprendiendo acciones, como acudir a los egresados que quieran colaborar y asociarnos con la empresa privada. Hemos recurrido a préstamos. Estamos acudiendo a toda nuestra imaginación para salvar a la Universidad Nacional”.
El drama de la Nacional es que de allí han salido presidentes, magistrados, ministros, algunos de los hombres más ricos del país y del mundo, artistas, cantantes, científicos, y allí han enseñado algunos de los intelectuales más reconocidos del país, sin embargo, son pocos los que luchan para que el alma máter no se desahucie.
Hace meses un movimiento estudiantil sacudió a Colombia pidiendo una educación superior de calidad. Con una Universidad Nacional que se cae, esto parece una utopía.

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