jueves, 10 de diciembre de 2015

El Servicio Social para la Paz: la propuesta de las organizaciones juveniles

Por: Cindy Manrique y Jeisson Quintero - Tejuntas
La historia de Colombia ha estado marcada por un conflicto social, político y armado que ha logrado permear cada una de las capas de la sociedad, pero que particularmente ha afectado a las clases más pobres; han sido recurrentes el despojo, el desplazamiento, las desapariciones, asesinatos y encarcelamientos, siendo el miedo la mayor herramienta para arrebatar el derecho a proponer un país diferente. Ese conflicto tiene como verdugos a las clases terratenientes, grandes emporios industriales, banqueros, mineros, etc.
Aun con los 442.000 efectivos, es decir 5 ½ soldados por cada 1.000 habitantes, que cuestan más de 14.400 dólares (según datos de Jose Fernando Isaza en el texto Algunas consideraciones sobre el conflicto en Colombia), la vía militar no ha solucionado la violación de DD.HH y parece no proteger a la ciudadanía, en cuanto Colombia es uno de los países más peligrosos para los defensores de DD.HH, y el tercer país más desigual del mundo. Además, según el Informe de la situación de Derechos Humanos en Colombia  2008-2013, entre 2008 y 2012, 923 personas fueron agredidas y las ejecuciones extrajudiciales aumentaron un 68,18%. Y pese a la falta de 25.780 médicos generales y 2.315 especialistas para cubrir el déficit en salud (Informe Recursos Humanos de la Salud en Colombia de CENDEX,  2010), Colombia es el segundo país que más invierte en armamento en Latinoamérica.
La militarización, además de mantener un modelo guerrerista en favor del capital trasnacional, no aporta a mejorar las condiciones de vida del país, y arrebata a la juventud la posibilidad de decidir sobre sus vidas sometiéndole a prestar el Servicio Militar Obligatorio (en adelante SMO), aunque varias veces la corte constitucional se haya manifestado en favor del derecho a decir NO al mismo (Sentencias C-728/09, C-879/11 y T-455/14).
Pero si el país está entrando en una nueva etapa de diálogos, de acuerdos entre insurgencias-Estado y de construcción de paz, es fundamental la participación de la sociedad, y en especial la de los jóvenes, para definir su propio rumbo. En esta nueva etapa las instituciones militares deben cambiar su papel; es lógico que al no existir conflicto interno el presupuesto militar tenga que disminuir, y desde luego, la tropa militar. En contexto, entonces, debería desaparecer la obligatoriedad del servicio militar.
Tras varios años de discusión y movilización entre organizaciones juveniles y objetoras de conciencia como el colectivo la Tulpa, Tejuntas, Anjeco, Minga Juvenil, Andes, Acooc, la Red Feminista y Antimilitarista de Medellín, entre otras, se ha convertido al SMO en un tema crucial para debatir en medio del ambiente de negociación del conflicto armado, ya que la juventud tiene sus propios análisis sobre lo que significa la paz y sobre su papel en la construcción de propuesta de país con justicia social.
Es a partir de estas discusiones entre algunas de las organizaciones, que viene consolidándose la propuesta de Servicio Social para la Paz (SSP), una apuesta encaminada a darles la posibilidad a las y los jóvenes de decidir la forma de servirle al país, y de reconocerse como agentes transformadores que aportan a un nuevo proyecto de país. El SSP es una propuesta de acto legislativo que modificaría los artículos 22 y 216 de la Constitución Colombiana. El primero referido al cumplimiento del derecho/deber de la paz que hasta ahora no está desarrollado, y el segundo sobre la definición de la situación militar que pretendería modificarse para erradicar la obligatoriedad del SMO. Este acto legislativo sería la apertura de un debate fundamental en un contexto de solución política en el país: si los jóvenes desean seguir alimentando las filas de las fuerzas militares en el postacuerdo o si por el contrario desean aportar por medio de un servicio social a la construcción de la paz en Colombia.
Esta nueva apuesta política de Servicio Social para la Paz, más allá de un acto legislativo, toca el futuro de la juventud y de las instituciones militares. Por eso las organizaciones sociales la han llevado al Congreso de la República, para que se escuche la voz de los que consideran que con trabajo social (apoyo a víctimas de la guerra, tratamiento y resolución de conflictos de formas no-violentas, promoción de las riquezas culturales, conservación de parques naturales, promoción de derechos humanos entre otras formas de aplicación) es como se puede empezar a forjar en lo concreto ese escenario de post-conflicto que necesita el país.
El SSP es una estrategia que compromete a la juventud, no sólo en la construcción de paz, sino en la reducción de las desigualdades sociales, económicas y políticas, que posiciona otras formas de existencia, para terminar con la confrontación armada entre la misma población, para exigir que los jóvenes de sectores excluidos y empobrecidos tengan otras posibilidades de vida al margen de la guerra y de sus lógicas deshumanizantes, patriarcales, criminales y perversas.
Si la paz no es únicamente la implementación de los acuerdos firmados con las FARC, y de los futuros acuerdos que puedan firmarse con el ELN, el Servicio Social para la Paz sería un aporte a la cualificación de esos acuerdos y a la construcción de un Diálogo Nacional sobre el papel de la juventud en la solución política. El SSP no es por lo tanto una pedagogía para la paz  sino una discusión del modelo de juventud desde los jóvenes mismos en su relación con la sociedad completa: reivindicaciones propias sobre derechos sociales como la educación y el trabajo, el desmonte del ESMAD, el cierre de las Unidades Permanentes de Justicia –UPJ–, y el fortalecimiento de escenarios de participación con incidencia real en las decisiones que atañen a los jóvenes.
El SSP significa un compromiso con una apuesta ética y política, y está pensado como una forma de fortalecer en la juventud las capacidades para construir e implementar formas alternativas de resolver los conflictos, hacia una convivencia pacífica y una cultura respetuosa de los derechos fundamentales.
Es por lo anterior que las organizaciones sociales hacen un llamado a toda la juventud colombiana a apoyar, sumarse y participar activamente en la defensa y construcción del Servicio Social para la Paz como alternativa para que la juventud deje de ir a la guerra y se comprometa públicamente, como lo ha venido haciendo a lo largo de la historia de Colombia, a transformar el país a partir del trabajo social y popular.

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