“Un
grito de libertad desde la palabra”
“Sí abrí los labios
para ver el rostro
Puro y terrible de mi
patria, Si abrí los labios hasta desgarrármelos, Me queda la palabra”
Blas de Otero- Paco
Ibañez
Es lo
que necesito, es lo que necesitamos, los colegas Leopoldo Múnera, Mario
Hernández, los estudiantes: Omar Andrés Gómez, Oscar Mauricio Aponte, Johann
Sebastián Reyes, Ximena Canal Laitón, Miguel Ángel Pinzón, Itayosara Rojas,
Luis Eduardo Cuervo, Simón Ladino Cano, Cristian Camilo Cartagena, Katherine
Alejandro Duque y Santiago Andrés Patiño, de la Un iversidad Nacional de
Colombia, que nos lleguen palabras y sean como aliento vital. Que nos cubran,
que nos arropen, que nos cuiden. Que lleguen palabras sueño, palabras
luciérnagas, palabras rocío, palabras campana que toquen el mundo, nuestros
mundos, que los pinten con hermosos lienzos de esperanza.
Desde
el jueves 7 de mayo en la noche ha sido difícil, muy difícil. Porque el miedo
te carcome por dentro, es una agonía de un futuro y un presente inclemente.
Pienso en esta cruel bruma por la que han pasado cientos de colombianos, amigos
nuestros, estudiantes, líderes sociales, activistas políticos, campesinos,
mujeres, jóvenes. Ahora esta bruma esta en mi cama, en mi almohada, y se mete
sin pedir permiso en los poros de la piel.
Por
ello la luminosidad de la solidaridad es la que nos sostiene. Decir, que necesitamos
abrazar un "nosotros colectivo" para cuidar, proteger a nuestra
universidad pública. Universidad con su cuerpo estudiantil, profesoral, de
trabajadores, de egresados. Esta afrenta enmudece a la universidad. La deja sin
alas, sin viento, sin ancla, sin horizonte.
¿Cómo
le hacemos, cómo, desde dónde nos reinventamos para que cese tanta barbarie,
tanta infamia, tanto tiempo de penuria?
Decirles
que es tan bello y necesario sentir- nos en abrazo de hermanamiento, este que
nos entregan.
Gracias
por estar aquí, justo donde se siente miedo.
Y sí,
profundos miedos, vienen y van, de mañanita; en el insomnio que no pide permiso
para entrar en la almohada a altas horas de la noche y nos llena de ruidos;
cuando estás sola, impaciente en medio de sombras grotescas; cuando cierras
puertas y ventanas y le tienes que meter doble chapa; cuando suena el teléfono
y no sabes si contestar. Cuando tu paranoia empieza a vestirse de cotidianidad.
Porque
nos están hipotecando nuestro porvenir.....el porvenir a la universidad
pública. Aferrémonos a la libertad, pintémosla de arco iris.
Sí,
Este miedo nos arrebata vida, esperanza. Se posa en la cabeza como un
espantapájaros, Atrapa nuestros dedos con silicona. Enmudece nuestra voz con
papel de lija. Se mete en nuestros poros como nido de hormigas. Se hunde en nuestra boca como un grito de
bóveda. El miedo es un maldito trapo sucio y maloliente. Es una flor podrida en
tu armario. Es una herida que se mete
dentro, muy adentro. Miedo que se
arrastra. Miedo que detiene nuestros vuelos.
Decirles,
que seguiré insistiendo, trabajando, amando,
con lo que soy, lo que tengo, la palabra, con mi corporeidad vestida de
palabras, amorosa de palabras. Palabras como caracolas para que la música no se
suspenda, no la exilien, no se vuelva escombro.
No
dejemos extinguir lo poco que nos está quedando de la universidad pública. Aquí
está nuestra urgencia, sentirnos acompañados. La RECIBO DE CADA UNO DE USTEDES
CON LA FUERZA VITAL. Recibo sus abrazos
abrazados.
No nos
dejen solos por favor. No nos quedemos callados. Aún con mis miedos, batallo
contra ellos, tomo y recibo vitaminas de
cada uno de ustedes, y aquí estoy, intentando vestirme de palabras.
Ayúdenme
a entonar la canción con Mercedes Sosa y Fito Páez “yo vengo a ofrecer mi
corazón”
Ayúdenme
a votar de mi boca este sabor a ceniza. Cenizas en mi boca día tras día, que no
dejan de saber a ceniza. Así es el sabor de la libertad en mi país.
Ayúdenos
a empujar la esperanza.
Ayúdenos
con este grito de libertad desde la palabra en la universidad pública
colombiana.
Piedad
Ortega Profesora Universidad Pedagógica Nacional Mayo de 2015.
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