Los
pequeños productores de la Cooperativa del Sur del Cauca (COSURCA) lo tienen
claro. Sin una educación popular, solidaria y campesina, los jóvenes seguirán
dejando las tierras de sus padres, ampliando los cordones de pobreza y
favoreciendo, indirectamente, la concentración de tierras en las zonas rurales.
“Lo que necesitamos”, afirma su gerente, René Ausecha, “es volver a valorar las
potencialidades del campo, de manera solidaria y sostenible, y defender
cotidianamente el arraigo a nuestras comunidades”. Además, para responder a
esta necesidad, los pequeños productores de Cosurca entienden que no hay que
esperar a nadie. El proceso educativo debe construirse desde abajo y es urgente
empezar ya.
Es por
estos motivos, entre otros, que todas las asociaciones de base que constituyen
la cooperativa se comprometieron con la fundación de una corporación
universitaria, de propiedad de los mismos productores, que responda
concretamente a sus necesidades y las prioridades de las comunidades rurales y
sus jóvenes. La misión de esta universidad será fortalecer el acceso a la
educación, investigación y extensión alternativa en el Macizo y Sur Occidente
del país, formando sujetos en armonía con la naturaleza y profesionales
solidarios, con pensamiento autónomo y crítico.
Desde
hace algunos años, Cosurca empezó varios estudios para conocer, en detalles,
las tendencias educativas mundiales y varias experiencias de educación
solidaria y popular en América Latina; además, comenzó a investigar los deseos
y los desafíos de los jóvenes que viven y trabajan en las veredas y municipios
rurales donde se encuentran sus organizaciones de productores.
Al
entrevistar centenares de jóvenes, la cooperativa entendió claramente dos
aspectos: 1) los jóvenes sí quieren estudiar, a pesar de no tener las
posibilidades y los espacios adecuados en la educación provista por el Estado o
por el mercado; 2) los jóvenes quieren educación de calidad pero, sobre todo,
educación acorde con sus realidades y que se construya desde las comunidades.
Es la educación que tiene que moverse hacia las zonas rurales y no los jóvenes
hacia las ciudades.
Demasiadas
veces esta cultura urbana obliga los jóvenes a dejar el campo en busca de una
“vida mejor”; demasiadas veces resulta que esa “vida mejor” es una vida hecha
de consumo y deudas, que aleja de la naturaleza y de una relación armoniosa con
ella. Es por eso que el arraigo a la tierra y su defensa están al centro del
proyecto educativo que está en plena construcción en Cosurca.
Cosurca
está conformada por 12 asociaciones de base en los municipios caucano de: La
Sierra, Almaguer, La Vega, Balboa, Bolívar, Argelia, Florencia, Patía, Cajibío
y Sucre. La sede de Cosurca, se encuentra en el municipio de Timbío. La
universidad, según los planes previsto, tendría inicialmente 3 sedes, que
aprovecharán espacios no utilizados en tres municipios. Ya se está avanzando en
las negociaciones y acuerdos con los actores locales disponibles a ceder los
espacios. “Hay muchos espacios públicos y privados sin utilizar que en ningún
momento pensamos en construir nuevos edificios para la universidad. Usamos los
que ya existen, limitamos la construcción de nuevos y fomentamos la cooperación
entre distintas entidades”, nos comenta Lupercio Velasco, Coordinador del
Departamento de Gestión y Cooperación de Cosurca.
Los
cursos serán semi-presenciales, con un énfasis marcado en el desarrollo de actividades
en terreno. En la actualidad se está pensando arrancar con tres cursos
principales: 1) Agroeconomía, carrera que se caracterizaría por evidenciar y
fomentar todas las potencialidades del sector agropecuario pero desde las
prácticas de la economía solidaria y el comercio justo, y desde la gestión
cooperativa, social y asamblearia de las actividades económicas; 2)
Administración de servicios ecoturísticos, para diversificar las posibilidades
de empleo para los jóvenes; y 3) Gestión sostenible de los recursos naturales,
con énfasis en la relación de reciprocidad entre los seres humanos y la madre
naturaleza.
Todas
las carreras deben estar acompañadas por un trabajo muy intenso en extensión
social y en el acompañamiento constante a los jóvenes para que pongan en
práctica lo aprendido en la construcción de nuevos tejidos sociales,
productivos y económicos en las zonas rurales. Construir territorios y
robustecer las dinámicas comunitarias serán objetivos fundamentales del
quehacer cotidiano de la nueva institución académica. En este aspecto, estamos
seguros de que la propuesta de los productores de Cosurca tendrá que aprender
muchísimo de las redes de Incubadoras Universitarias de Emprendimientos
Solidarios, muy presentes sobre todo en el Cono Sur del Continente: Brasil,
Argentina, Uruguay.
Las
relaciones que la cooperativa logre establecer con académicos y universidades
de todo el mundo ayudarán a fortalecer las experiencias locales. Cosurca espera
recibir el apoyo de otros países, universidades y movimientos sociales que
estén desarrollando en profundidad aspectos como la economía solidaria, el
comercio justo, las finanzas solidarias y monedas sociales, la agroecología, la
soberanía alimentaria y nutricional, la gestión comunitaria de emprendimientos
económicos sostenibles, entre otros. Con estos actores se podrán construir
convenios institucionales para intercambiar experiencias, recibir de manera
virtual o presencial cursos de profesores extranjeros, permitir a los jóvenes
del campo hacer investigaciones, periodos de estudios, intercambio o prácticas
en el extranjero; para conocer las realidades de otros procesos similares en el
continente y volver a las comunidades más animados y con la esperanza de que
otra educación sí es posible y otros caminos hacia el “convivir bien” sí son
posible… también en y desde el sur occidente colombiano.
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