Por
Camilo Estrada*
Los
docentes del país marcharon el pasado 26 de febrero por las calles del país. En
Medellín la movilización contó con representación de trabajadores del Bajo
Cauca, La Ceja, Ituango y Oriente Antioqueño.
De la
movilización convocada por la CUT y Fecode en Medellín solo se puede sacar una
conclusión: para cualquier transeúnte los motivos por los que marchó el
profesorado no fueron claros; esto tiene origen en varios motivos:
1. Las
pocas noticias, de los medios hegemónicos, que se refirieron al hecho, se
enfocaron en resaltar los trancones y problemas de movilidad como principal
hecho noticioso; guión repetido cada vez que el movimiento social “obstruye las
vías” durante una manifestación de inconformidad con las políticas de Estado.
El
entrecomillado de “obstruye las vías” es intencional puesto que con
preocupación, en el caso particular de Medellín, se observó un profesorado tan
conductuado que ni se atrevió a caminar por las calles, limitando su tránsito
durante la movilización a la estrecha acera; y ni hablar del mutismo
generalizado, que de no ser por el bafle principal del que emanaban
incomprensibles alaridos, dicho acto habría pasado por una procesión religiosa;
en ningún momento se vio preocupación alguna por contar a la ciudadanía los
porqué de su justa protesta, de persuadir e involucrar a la comunidad académica
con la problemática.
2. A lo
anterior, se suma la no claridad en el mensaje dirigido a la ciudadanía, ni a
los medios de comunicación, incluyendo los hegemónicos; pareciera que Fecode
espera, vía radicación de un único pliego de exigencias, resolver todas las
problemáticas del profesorado ‘de una sola tacada’. Régimen 1278, nivelación
salarial, ascender en el escalafón, acreditación, evaluación, cobertura,
educación pública, salud, persecución laboral, salarios retenidos, y un largo
etc se suman a la lista.
Sin
desconocer la complejidad del problema, una mesa de negociación que incluya
todos esos puntos, a pedir/reivindicar al Estado, se hace interminable,
innegociable, incomunicable.
Entre
otras cosas, si bien en el pasado los docentes gozaban de unas condiciones
favorables para la atención en salud, por su régimen especial antes de la ley
100/92, nunca entendí, porqué hoy, los profesores reivindican la necesidad de
una Salud mejor para ellos de la que padecen el resto de colombianos; el
retraso en citas, medicamentos y especialistas; la dilación en la atención como
triquiñuela para no negar el derecho/servicio y otro largo etc. lo padecemos el
resto de la clase popular. Ésta, entonces, no es una lucha sólo del magisterio.
3. En este
sentido, otra característica es la dispersión derivada de la falta de enfoque
común, no hay unidad, cada visión de la problemática docente se traduce en un
grupo con un nombre y unas siglas diferentes que buscan réditos políticos
particulares.
Esa
misma falta de consenso alrededor de unos mínimos de lucha tiene que ver con
los resultados en las negociaciones frente al Estado. No se puede olvidar que,
en los dos últimos paros, después de la claudicación del pliego -por una
dirección cooptada por los partidos políticos tradicionales- y el levantamiento
del paro de manera inconsulta desde Bogotá, -práctica repetida en varios
sectores sociales- el gobierno ha incumplido y Fecode se ha quedado sin
mecanismos de presión para hacer efectivas las reivindicaciones exigidas; a
esto se suma el paulatino quiebre de la voluntad, de algunos docentes, que
retornan a las aulas ante la primera amenaza emitida por el ejecutivo que
gestiona los conflictos laborales mediante el desgaste de los manifestantes,
como pasó en el paro de la rama judicial. Frente a esta falta de combatividad
del profesorado -que es un efecto y no una causa-, es necesario que se procure
una dirección distinta, con nuevas prácticas sindicales, con un carácter
clasista y más comprometida en el acompañamiento y estudio con la base
magisterial. En síntesis, para la región, recuperar la Asociación de
Institutores de Antioquia (ADIDA) para el profesorado.
Los
problemas de los educadores son los problemas de la sociedad
Esta
premisa deberías ser uno de los objetivos tácticos del profesorado, involucrar
la comunidad académica y la formación de la misma en lo que significa una
educación pública con dignidad. Esto implica dejar de pelear por el estómago y
pasar a pensarse como un movimiento pedagógico que trasciende la jornada
laboral y los beneficios individuales del salario. Buscando, además, la unidad
con otros sectores como los estudiantes1 para luchar por la educación pública;
o con los movimientos por la salud para luchar por una salud pública y
equitativa.
Es más,
en este momento histórico se hace necesaria la unidad con los distintos
procesos y plataformas que buscan construir la paz con justicia social; pues la
recurrente excusa para no dignificar la profesión docente, profundizar la
desfinanciación de la educación pública y entregar la misma al sector privado,
es la “falta de recursos” para la educación; que, mediante un somero análisis
económico, se puede concluir es debido al despilfarro de dinero en la guerra,
favoreciendo el actual modelo de desarrollo; una muestra de ello es la
destinación de los rubros para el Plan Nacional de Desarrollo.
Una FUNAMA nace
El
contrapunto, en esta marcha, lo manifestó La Fuerza Nacional Magisterial
(FUNAMA), corriente de pensamiento que agrupa a diferentes colectivos de
maestros y maestras a lo largo y ancho del país; quienes aprovecharon esta
coyuntura para dar a conocer su manifiesto de conformación.
Ésta
fuerza, busca mediante el ejercicio de la educación popular, la construcción de
poder para la clase popular; en conclusión la construcción del Poder Popular.
FUNAMA
expresó, además, que entiende como principal herramienta de construcción
alternativa, la pedagogía; “pero no la pedagogía hegemónica de la dominación,
sino la pedagogía crítica de la liberación”, así lo manifestaron explícitamente
en las calles de Medellín, al reivindicar el carácter político de la práctica
educativa.
Igualmente,
en su pronunciamiento, abogaron por la necesidad de otra práctica sindical;
donde se renueven constantemente los liderazgos y se someta a análisis las
práctica clientelares al interior del gremio.
De esta
manera, entre claros y oscuros, concluyó una manifestación docente, que debe
ser un reto político convertirla en una movilización social, que construya
educación popular para la vida digna.
Quedamos
a la expectativa de lo que pueda pasar con esta nueva Fuerza que se reconoce en
la consigna:
“Una
escuela popular es posible… Otra práctica sindical es urgente”.
*Militante
de Poder y Unidad Popular Antioquia
1. Que
no se comprenden como movimiento universitario, sino como movimiento
estudiantil (incluyendo secundaria) al percibir que el problema de la educación
pública del país necesita una solución integral.
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