martes, 3 de marzo de 2015

¿Por qué marchan algunos profesores?

Por Camilo Estrada*
Los docentes del país marcharon el pasado 26 de febrero por las calles del país. En Medellín la movilización contó con representación de trabajadores del Bajo Cauca, La Ceja, Ituango y Oriente Antioqueño.
De la movilización convocada por la CUT y Fecode en Medellín solo se puede sacar una conclusión: para cualquier transeúnte los motivos por los que marchó el profesorado no fueron claros; esto tiene origen en varios motivos:
1. Las pocas noticias, de los medios hegemónicos, que se refirieron al hecho, se enfocaron en resaltar los trancones y problemas de movilidad como principal hecho noticioso; guión repetido cada vez que el movimiento social “obstruye las vías” durante una manifestación de inconformidad con las políticas de Estado.
El entrecomillado de “obstruye las vías” es intencional puesto que con preocupación, en el caso particular de Medellín, se observó un profesorado tan conductuado que ni se atrevió a caminar por las calles, limitando su tránsito durante la movilización a la estrecha acera; y ni hablar del mutismo generalizado, que de no ser por el bafle principal del que emanaban incomprensibles alaridos, dicho acto habría pasado por una procesión religiosa; en ningún momento se vio preocupación alguna por contar a la ciudadanía los porqué de su justa protesta, de persuadir e involucrar a la comunidad académica con la problemática.
2. A lo anterior, se suma la no claridad en el mensaje dirigido a la ciudadanía, ni a los medios de comunicación, incluyendo los hegemónicos; pareciera que Fecode espera, vía radicación de un único pliego de exigencias, resolver todas las problemáticas del profesorado ‘de una sola tacada’. Régimen 1278, nivelación salarial, ascender en el escalafón, acreditación, evaluación, cobertura, educación pública, salud, persecución laboral, salarios retenidos, y un largo etc se suman a la lista.
Sin desconocer la complejidad del problema, una mesa de negociación que incluya todos esos puntos, a pedir/reivindicar al Estado, se hace interminable, innegociable, incomunicable.
Entre otras cosas, si bien en el pasado los docentes gozaban de unas condiciones favorables para la atención en salud, por su régimen especial antes de la ley 100/92, nunca entendí, porqué hoy, los profesores reivindican la necesidad de una Salud mejor para ellos de la que padecen el resto de colombianos; el retraso en citas, medicamentos y especialistas; la dilación en la atención como triquiñuela para no negar el derecho/servicio y otro largo etc. lo padecemos el resto de la clase popular. Ésta, entonces, no es una lucha sólo del magisterio.
3. En este sentido, otra característica es la dispersión derivada de la falta de enfoque común, no hay unidad, cada visión de la problemática docente se traduce en un grupo con un nombre y unas siglas diferentes que buscan réditos políticos particulares.
Esa misma falta de consenso alrededor de unos mínimos de lucha tiene que ver con los resultados en las negociaciones frente al Estado. No se puede olvidar que, en los dos últimos paros, después de la claudicación del pliego -por una dirección cooptada por los partidos políticos tradicionales- y el levantamiento del paro de manera inconsulta desde Bogotá, -práctica repetida en varios sectores sociales- el gobierno ha incumplido y Fecode se ha quedado sin mecanismos de presión para hacer efectivas las reivindicaciones exigidas; a esto se suma el paulatino quiebre de la voluntad, de algunos docentes, que retornan a las aulas ante la primera amenaza emitida por el ejecutivo que gestiona los conflictos laborales mediante el desgaste de los manifestantes, como pasó en el paro de la rama judicial. Frente a esta falta de combatividad del profesorado -que es un efecto y no una causa-, es necesario que se procure una dirección distinta, con nuevas prácticas sindicales, con un carácter clasista y más comprometida en el acompañamiento y estudio con la base magisterial. En síntesis, para la región, recuperar la Asociación de Institutores de Antioquia (ADIDA) para el profesorado.
Los problemas de los educadores son los problemas de la sociedad
Esta premisa deberías ser uno de los objetivos tácticos del profesorado, involucrar la comunidad académica y la formación de la misma en lo que significa una educación pública con dignidad. Esto implica dejar de pelear por el estómago y pasar a pensarse como un movimiento pedagógico que trasciende la jornada laboral y los beneficios individuales del salario. Buscando, además, la unidad con otros sectores como los estudiantes1 para luchar por la educación pública; o con los movimientos por la salud para luchar por una salud pública y equitativa.
Es más, en este momento histórico se hace necesaria la unidad con los distintos procesos y plataformas que buscan construir la paz con justicia social; pues la recurrente excusa para no dignificar la profesión docente, profundizar la desfinanciación de la educación pública y entregar la misma al sector privado, es la “falta de recursos” para la educación; que, mediante un somero análisis económico, se puede concluir es debido al despilfarro de dinero en la guerra, favoreciendo el actual modelo de desarrollo; una muestra de ello es la destinación de los rubros para el Plan Nacional de Desarrollo.
Una FUNAMA nace
El contrapunto, en esta marcha, lo manifestó La Fuerza Nacional Magisterial (FUNAMA), corriente de pensamiento que agrupa a diferentes colectivos de maestros y maestras a lo largo y ancho del país; quienes aprovecharon esta coyuntura para dar a conocer su manifiesto de conformación.
Ésta fuerza, busca mediante el ejercicio de la educación popular, la construcción de poder para la clase popular; en conclusión la construcción del Poder Popular.
FUNAMA expresó, además, que entiende como principal herramienta de construcción alternativa, la pedagogía; “pero no la pedagogía hegemónica de la dominación, sino la pedagogía crítica de la liberación”, así lo manifestaron explícitamente en las calles de Medellín, al reivindicar el carácter político de la práctica educativa.
Igualmente, en su pronunciamiento, abogaron por la necesidad de otra práctica sindical; donde se renueven constantemente los liderazgos y se someta a análisis las práctica clientelares al interior del gremio.
De esta manera, entre claros y oscuros, concluyó una manifestación docente, que debe ser un reto político convertirla en una movilización social, que construya educación popular para la vida digna.
Quedamos a la expectativa de lo que pueda pasar con esta nueva Fuerza que se reconoce en la consigna:
“Una escuela popular es posible… Otra práctica sindical es urgente”.
 *Militante de Poder y Unidad Popular Antioquia
1. Que no se comprenden como movimiento universitario, sino como movimiento estudiantil (incluyendo secundaria) al percibir que el problema de la educación pública del país necesita una solución integral.

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