“(…) el
no pensar que parece un estado tan recomendable para los asuntos políticos y
morales, tiene también sus peligros. Al substraer a la gente de los peligros
del examen crítico se les enseña a adherirse inmediatamente a cualquiera de las
reglas de conducta vigente en una sociedad dada y en un momento dado”
HANNAH
ARENDT
Una
pregunta abierta es un problema sin resolver.
En la Universidad Nacional abundan las preguntas abiertas y los
problemas sin resolver; que la financiación, que la infraestructura, que el
bienestar, en fin. Sin embargo, hay uno que se lleva toda la atención por estas
épocas tan agitadas de programas, candidaturas y un poco de demagogia: el
problema de la democracia Universitaria. Este problema no es simplemente uno
entre otros, es más bien uno que determina ampliamente a los otros y en cuya
órbita están intereses externos que para nada pueden pasar inadvertidos en la
discusión.
Para
empezar, hablar de democracia universitaria es referirse necesariamente a la
forma en que se toman las decisiones al interior de la universidad, y por
supuesto, a las consecuencias que acarrea esa forma de tomar decisiones. Sin
embargo, más que hablar de las consecuencias que ya por todos son bien
conocidas (basta con mirar los constantes descontentos materializados en dos
paros de trabajadores, crisis financiera de algunas facultades como humanas,
congelación de planta docente, servicios precarios de bienestar, etc. )
buscamos referiremos específicamente a la forma, al mecanismo mediante el cual
se tramitan dichas decisiones al interior de la universidad, mecanismo que
valga decir poco tiene de democrático.
El
pasado 18 de marzo se llevó a cabo la consulta electrónica previa a la
designación de rector de la cual salió ganador el profesor Mario Hernández con
un porcentaje ponderado del 30.7% seguido de Ignacio Mantilla con 26.7% y Jorge
Hernán Cárdenas con un 17.4%. En el caso
de Mantilla y Hernández, pese a haber obtenido porcentajes similares, el apoyo
estamental fue distinto para cada uno ellos. Mantilla con apoyo principal en
docentes, Hernández con el respaldo principal de estudiantes.
Resulta
paradójico que en la ponderación el voto de los profesores pese más que el de
estudiantes y egresados juntos; esto, más allá de obedecer a los mayores
niveles de participación de los docentes, obvia una verdad a todas luces
cierta: la poca legitimidad de la que goza la consulta al interior del
estudiantado. No son de sorprender los bajos niveles de participación
estudiantiles (apenas participaron 17 mil de los más de 55 mil estudiantes de
todas las sedes) si se tiene en cuenta que además de estar diseñada con una
ponderación desproporcionada, la consulta no reviste ningún poder decisorio. La
decisión final de designar al rector queda en manos del consejo superior universitario,
cuerpo conformado en su gran mayoría por delegados puestos directa o indirectamente
por el gobierno nacional.
Más
allá de que se respeten o no los resultados de la consulta, el problema
persiste, la pregunta sigue abierta; esta consulta es un mecanismo excluyente y
sin implicaciones decisoras reales. No se trata pues entonces de que se piense
que exigir el respeto de los resultados sea erróneo, de hecho es algo
importante en este momento, pero se queda corto. Si el problema de la
democracia universitaria se reduce pedir el que se respete una consulta poco
legítima y harto excluyente, el problema de la democracia universitaria no se
está abordando críticamente.
Un
verdadero examen crítico de la problemática no puede caer en el pragmatismo
político de reducir la complejidad de los problemas a conveniencias
circunstanciales. Hay que ver la problemática en su integralidad, es decir, más
allá de lo positivo que podría resultar que respete la consulta que dio por
ganador al profesor Hernández.
Decir
que hoy 25 de marzo es un día de movilización en contra de las políticas
gubernamentales, que evidentemente se materializan en nuestra alma mater (menos
financiación, crisis, burocracia, etc), siendo un eje fundante la defensa de la
democracia universitaria pero esto conectado con todo el nefasto paquete de
privatización para la universidad por medio del acuerdo 2034 y el pnd de
santos. Como identidad estudiantil estamos seguros que nuestras herramientas
son nuestros lápices, la educación popular la táctica, y la praxis el arma,
porque estamos convencidos y convencidas que en la creación del poder popular
está la solución, en las aulas el incentivo y en el cambio social la
recompensa.
PROCESO NACIONAL
IDENTIDAD ESTUDIANTIL.
IDENTIDAD
ESTUDIANTIL.ORG
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