Por:
Fernando J. Palacios Valencia
Para
nadie puede ser una novedad que la llegada de Parody al Ministerio de Educación
iba a agudizar la crisis de la educación en Colombia. Y no hablo de la “crisis”
mediática provocada por los bajos resultados en pruebas internacionales, hablo
de una crisis mucho más honda y compleja: la educación en Colombia es indigna
porque su propósito fundamental es la homogenización del sujeto, su dominación,
conducirnos a todas/os por la borda hacia el mar de la resignación, de la
dependencia y de la sumisión. Y si no es así, pensemos en la cantidad de
docentes que han tenido que buscar refugio en otros países porque su forma crítica
de pensamiento cuestiona este sistema educativo servil y anclado en principios
estrictamente neoliberales. Ahora, para logra medir el nivel de idoneidad
servil de nuestro sistema educativo, la Ministra Parody, con su acostumbrado
acento tecnócrata, ha creado una de sus formas más monstruosas: El Índice
Sintético de Calidad Educativa (ISCE).
El
Gobierno Nacional, consciente de la necesidad de darle la suficiente relevancia
a este índice, determinó mediante el Decreto 0325 del 25 de febrero de 2015
establecer la obligatoriedad del día de la excelencia académica (Dia “E”) cada
año, día en el que las Instituciones Educativas de todos los entes
territoriales deberán socializar, analizar y proponer metas de mejoramiento a
partir del ISCE. Para los que hemos venido cuestionando esta visión
extremadamente tecnócrata de la educación en el país, la Ministra hace defensa
de dicho índice afirmando que no sólo se basa en los resultados de las Pruebas
SABER para determinar la “calidad” de la educación de tal o cual institución,
sino que se compone de otros tres elementos que permiten reconocer de forma
integral si una Institución es de “calidad” o no. Los componentes son:
- Progreso: Mide mejoría del colegio en Pruebas SABER en relación con el año inmediatamente anterior.
- Eficiencia: Mide que todos los estudiantes alcancen los logros propuestos en el grado escolar que cursan. La calificación será según el número de estudiantes que son aptos para aprobar los grados del ciclo evaluado.
- Desempeño: Incentiva a aquellos con los mejores resultados en las pruebas SABER en Matemáticas y Lenguaje.
- Ambiente escolar: Revisa en qué contexto se están desarrollando las clases que están recibiendo los estudiantes.
Si
somos atentos a estos componentes reconoceremos fácilmente la falacia detrás
del ISCE y la nimia defensa de la Ministra al respecto. Dos de los componentes
dependen directamente de los resultados de las Pruebas SABER (progreso y
desempeño); la eficiencia mide la cantidad de estudiantes que aprueban un año
escolar, entre mayor sea el índice de aprobación mayor será la eficiencia; y el
ambiente escolar se obtiene a partir de las respuestas que los estudiantes dan
a algunas preguntas formuladas adicionalmente a las Pruebas SABER 3º, 5º y 9º,
nada más impreciso y cuestionable. La intención es absolutamente clara:
conducir la educación en Colombia de la misma forma en la que funciona una
empresa en el sistema capitalista contemporáneo. Las palabras progreso,
eficiencia, desempeño y, sobre todo, la palabra “calidad” nos vienen resultado
simpáticas en el contexto educativo. Yo considero que promover una educación de
“calidad” es continuar legitimando la colonización más profunda del sujeto,
comprimir en competencias y desempeños su capacidad de crear, soñar y construir
mundo.
No hace
falte un cuestionamiento muy elaborado de este nuevo monstruo de la tecnocracia
de Parody, es evidente el profundo desconocimiento que en materia de procesos
sociales y educativos tienen la mayoría de quienes componen el Ministerio.
Nuevamente, la visión estrecha y reduccionista somete a la educación a un
índice que determina si ésta es de “calidad” o no, si una institución educativa
es buena o mala. Nada más sombrío para el panorama educativo en Colombia que
tener que “vender” las propuestas educativas para captar estudiantes, nada más
temerario que abocarse sin discusión alguna a las exigencias de este
Ministerio, nada más sucio que la Ministra Parody ofrezca plata a cambio de
buenos resultados y nada peor que las/os maestras/os del país consideren
indignamente la posibilidad de ensuciar sus manos recibiendo un dinero que
deberían reclamar para sí por otros medios y no bajo esta petulante forma de
distribuir el presupuesto educativo. Le recuerdo señorita Parody que a la gran
mayoría de las/os maestras/os en este país nos cuesta hacer lo que usted ha
aprendido fácilmente: a arrodillarse ante el dinero, el poder y el prestigio.
Ojalá
algunas de las grandes universidades de Colombia, como la Universidad de
Nariño, que aún no están acreditadas con certificación de alta “calidad” se
mantengan firmes y consideren que lo que se busca no es una educación de
“calidad” sino una educación que nos dignifique como seres humanos. Ojalá este
25 de marzo, el Día “E”, las comunidades educativas aprovechen para revisar
desde dónde y hacia donde nos están conduciendo estas formas de dominación de
las conciencias individuales y colectivas. Debemos resistir conjuntamente a
estas imposiciones del lenguaje tecnocrático neoliberal; que las metas no sean
pasar de un número a otro en el ISCE, que no sean siquiera “metas de calidad”
sino diseños de sueños, que esa capacidad de disoñar colectivamente nos lleve a
abandonar este barco de guerra infinita para nadar por nuestra cuenta hacia
otros mares en los que pensar autónomamente sea la mínima condición para la
vida.
Fernando
Palacios Valencia
@FerPaval
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