viernes, 27 de febrero de 2015

Un día como hoy en 1998, murió asesinado el profesor y defensor de derechos humanos Jesús María Valle

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Jesús María Valle fue una de las tantas personas que denunciaron el paramilitarismo en Colombia y sus vínculos con el Estado colombiano. El compromiso con la defensa de la vida lo convirtieron en una de las miles de víctimas de un conflicto social y armado que aún amenaza a defensores de derechos humanos.
Jesús María Valle nació el 29 de noviembre de 1943 en el corregimiento La Granja, municipio de Ituango en el nooroccidente del departamento de Antioquia. Valle creció en un hogar de humildes campesinos junto a su padres Jesús y Blanca, además de sus diez hermanos en una parcela en la cual sobrevivía la familia. Dicha parcela fue vendida años más tarde cuando toda la familia debió marcharse a la ciudad de Medellín. La sencillez de sus orígenes marcó el camino que lo comprometió con los más humildes años más tarde.
Gracias a la ayuda de sus hermanos Jesús María pudo terminar el bachillerato en el Liceo Antioqueño en donde se hizo conocido como un valioso líder estudiantil comprometido con la educación pública secundaria. Sus familiares también lo apoyaron para lograr que se graduara de abogado en la Universidad de Antioquia. Esto era todo un logro, pues en Colombia siempre ha sido una hazaña para la gran mayoría de la población acceder a la educación superior; la gran mayoría de jóvenes no pueden hacer una ninguna carrera universitaria.
En 1972 fue representante por la Asamblea Departamental de Antioquia y en 1987 fue elegido concejal de Ituango. Durante todos estos años y a pesar de los importantes logros profesionales, Valle siempre estuvo al lado de las víctimas de la violencia, por esta razón fue uno de los fundadores en 1979 del Comité Permanente de Derechos Humanos de Antioquia, el cual dirigió en 1987 tras el asesinato del médico y defensor de derechos humanos Héctor Abad Gómez, Leonardo Betancur Luis Felipe Vélez en agosto del mismo año. En forma valiente asumió la dirección del Comité en medio de un sinnúmero de amenazas de muerte. 
Valle le solicitó al entonces gobernador Álvaro Uribe Vélez y a los altos mandos militares tomar medidas para evitar las masacres de la Granja y El Aro para proteger a la población. A pesar de sus pedidos de auxilio, las masacres ocurrieron tal y como denunció en 1996 y 1997 respectivamente. Ni Uribe, ni el Secretario de Gobierno Pedro Juan Moreno, ni el Comandante de la Cuarta Brigada del Ejército hicieron nada a favor de los campesinos asesinados por los paramilitares.
Después de las masacres Valle dijo: “El grupo paramilitar sembró el terror en Ituango. En un solo día había hasta cuatro asesinatos en la plaza en presencia muchas personas, de todas las autoridades, del Ejército y la Policía, y no había respuesta ni del gobernador de Antioquia, ni del secretario de Gobierno, ni del comando de la Policía, ni del comando del Ejército. Y así, de 1996 al 31 de diciembre de 1997, fueron asesinados más de 150 ciudadanos de la región, entre ellos dirigentes de la acción comunal, campesinos humildes, dueños de tiendas comunitarias, profesores y transportadores”.
En vez de atender la grave crisis humanitaria que sufrían las comunidades en el noroccidente de Antioquia, Uribe y el comandante de la Cuarta Brigada, Carlos Alberto Ospina Ovalle, prefirieron atacar al presidente del Comité de Derechos Humanos. El primero lo acusó de “animadversión contra la fuerza pública”; por su parte, el comandante de la Cuarta Brigada negó la existencia de paramilitares en Ituango a pesar de que hacía pocos meses grupos paramilitares habían asesinado a quince personas, violaron a varias mujeres y robaron un gran número de cabezas de ganado.
Las denuncias del defensor de Derechos Humanos contra Álvaro Uribe Vélez, cuya familia era dueña de la hacienda La Carolina en el norte de Antioquia y de otras haciendas hacia el departamento de Córdoba, así como las reiteradas acusaciones por la participación de militares en los crímenes cometidos contra la población, pronto tuvieron consecuencias graves. Miembros de la banda La Terraza, filial de la casa paramilitar de los Castaño, asesinaron a José María Valle en su oficina en la ciudad de Medellín.
El férreo abogado y defensor de víctimas ofrendó su vida defendiendo a campesinos y pobladores humildes de la Colombia Profunda. Años más tarde la Corte Interamericana de Derechos Humanos -CIDH- le dio la razón a Valle y condenó al Estado colombiano por su responsabilidad en estas masacres. La misma corte el 27 de noviembre de 2008 condenó al Estado por su responsabilidad en el asesinato de José María Valle. Por su parte, el Estado se responsabilizó públicamente por lo sucedido y aparecieron los responsables.

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