Por:
Iván Gallo
Para
Miguel Ángel Beltrán la pesadilla comenzó el 22 de mayo del 2009. Él había
llegado nueve meses atrás al DF y ni siquiera el privilegio de ser becado por
la Universidad Autónoma de México para que realizara allí su post-doctorado
logró aplacar las ganas que tenía de volver a ver a su familia. Por eso estaba
armando viaje para Bogotá, pensaba quedarse todo el mes de junio y descansar
con su gente.
Pero
dos hechos lo obligaron a aplazar sus vacaciones colombianas: uno fue la
contingencia sanitaria que vivía México por culpa de la Influenza A, el otro, y
el que a la larga era el que más le preocupaba, eran las llamadas que desde
hacía una semana recibía desde el Instituto Nacional de Migración. Para estar
en el país de una manera definitiva necesitaba que le dieran su Visa FM-3. En
este momento la visa provisional que tenía y que le había permitido estudiar
allí había expirado hacía 15 días.
Así que
va al INM con su esposa y con su amigo, el abogado Jorge Becerril, “por si
llegara a surgir algún inconveniente”.
En la entrada pregunta por el sudirector de inmigraciones con el que
tenía una cita. A él lo dejan pasar solo. Su esposa y su amigo lo esperan
afuera. Pasan las horas y Miguel Ángel no sale del lugar. Después de escuchar
desde adentro de las instalaciones un grito desgarrador se asustan. Becerril le
pregunta a un funcionario de Inmigraciones que es lo que está sucediendo
adentro. “No es nada- Dice el hombre con
desprecio- es tan sólo otro guatemalteco que se ha vuelto loco”. Llega el
atardecer y Miguel Ángel no sale. La esposa ya con el corazón en la mano le
pregunta al funcionario por la razón de la
demora de su marido. El hombre les responde, imperturbable y sonriente,
que se les ha olvidado decirles algo: a
Beltrán lo habían trasladado a otro sitio porque estaba en condiciones de
ilegalidad migratoria. Le dicen que no se preocupe, que es sólo rutina, que él
esa noche va a dormir a la casa.
La
mujer llega al apartamento, prepara un café. Sobre el escritorio están las
anotaciones que el sociólogo está haciendo para su tesis sobre la sucesión de
Lázaro Cárdenas en 1934. La mujer enciende el televisor y se pone a ver las
noticias y allí, en ese momento, vio algo increíble: En la televisión estaba su
marido, descendiendo de un avión militar en CATAM y siendo señalado como Jaime
Cienfuegos, Miembro de la comisión internacional de las FARC.
Mientras
ella y Jorge esperaban afuera, adentro se le había preparado una emboscada al
profesor universitario. Le hicieron firmar un documento y luego lo agarraron a
la fuerza entre dos hombres, lo inmovilizaron y lo sacaron por la puerta
trasera en donde una Van dorada con vidrios polarizados lo estaba esperando. A
pesar de sus gritos nadie hizo nada.
Álvaro
Uribe no dudó en felicitar a Felipe Calderón, su homólogo mexicano, por haber
ayudado a atrapar al que era según sus palabras “El terrorista más peligroso de
las FARC”; sin juicio previo ya el presidente colombiano había condenado al
sociólogo.
El
entonces comandante de la policía, General Óscar Naranjo, dio también su parte
de victoria: “ Beltrán era muy cercano y
asesoraba al abatido Raúl Reyes y es uno
de los siete jefes máximos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia”
Al otro
día cientos de activistas mexicanos se asentaron frente a las instalaciones del
INM para protestar por lo que ellos consideraban un secuestro transfronterizo.
La UNAM en pleno también protestó pero la orden no se pudo reversar.
Dos
años duró preso Beltrán sin que se le pudieran comprobar las endebles pruebas
que la fiscalía y la procuraduría tenían sobre él. Lo acusaban de ser un
“Instigador del terrorismo”.
Una
foto con líderes en las Farc en México mientras los entrevistaba para escribir
una de sus innumerables investigaciones y una memoria USB en donde guardaba la
noticia de la muerte de Raúl Reyes en Ecuador fueron los argumentos por las
cuales la procuraduría se refirió a este Licenciado en Ciencias Sociales de la
Universidad Distrital en estos términos: “él cumplió tareas políticas dentro de
la organización, difundió con sus escritos el pensamiento revolucionario de las
FARC, divulgó las ideas del grupo armado ilegal en foros internacionales;
organizó eventos en la Universidad Nacional con sentido político invitando a
los estudiantes a que se unieran a las filas de las FARC y pretendió crear un
centro de investigación de las FARC”.
Mientras
estuvo encerrado bajo estrictas medidas de seguridad, rodeado de guerrillos y
paras, Miguel Ángel temió por su vida. Sistemáticamente le fueron vedados todos
los recursos de amparo hasta que el 27 de julio del 2011, 25 meses después de
su detención, el Juzgado Cuarto Penal del Circuito Especializado de Bogotá, lo
absolvió y ordenó su libertad inmediata.
Una vez
estuvo libre Beltrán quiso recuperar su vida pero esto fue imposible: las
amenazas y las sospechas cayeron sobre él. Desesperado no tuvo otro camino que
el exilio. En enero de este año regresó y se reintegró a su trabajo como
investigador y docente en el Departamento de Sociología de la Universidad
Nacional. El río parecía haber
vuelto a su cauce cuando la
Procuraduría, en su interminable Caza de Brujas, ordenó su destitución
definitiva por los mismos hechos que la justicia penal lo había declarado inocente.
Al
infame dossier la Procuraduría le agregó una nueva prueba: Las investigaciones
en donde el sociólogo sostenía que el conflicto colombiano tenía su origen en
la lucha campesina, lo mostraban como un claro instigador del terrorismo. El
comité de Representantes Profesorales de la Universidad Nacional se refirió a
esta acusación de la siguiente manera: “Aceptar la destitución del profesor
Beltrán por investigar el conflicto armado en Colombia, sería negar la
posibilidad del trabajo intelectual y académico universitario. Sería poner
subjúdice todo el trabajo sobre la historia del conflicto social, cultural y
armado en Colombia, que han realizado durante decenios investigadores y
académicos de la Universidad Nacional y de muchas otras universidades de
Colombia y del mundo. Sería destituir a numerosos profesores y profesoras que
trabajamos sobre los conflictos sociales y sus efectos en la vida personal y
colectiva y lo hacemos desde diversos ámbitos del pensamiento, la investigación
y la creación artística. Sería destituir a la Universidad misma. El trabajo
académico del profesor Beltrán sobre el conflicto colombiano hace parte del
debate académico sobre la paz en que la Universidad Nacional participa activa y
propositivamente al organizar con Naciones Unidas los foros ciudadanos que
alimentan las conversaciones de paz de La Habana”.
Pero lo
que más indignación despertó en la Universidad Nacional fue la actitud del
rector de esta alma mater, Ignacio Mantilla, de ejecutar la decisión de la
procuraduría de destituir al profesor e inhabilitarlo por 13 años para ejercer
cargos públicos “la decisión del Profesor Mantilla- dice la carta- viola la autonomía universitaria y las
libertades fundamentales que la autonomía resguarda, entre ellas el fuero
disciplinario especial del profesorado de la Universidad Nacional de Colombia.
Con esta actuación, el profesor Mantilla transgredió las normas
constitucionales y legales que rigen la vida universitaria en Colombia”.
Mientras
tanto Miguel Ángel Beltrán viaja por las universidades del país dando charlas
sobre autonomía universitaria y libertad de cátedra. Está desempleado y de su
futuro lo único que sabe es que así no lo dejen nunca más volver a dictar una
clase, nadie, ni siquiera el procurador, podrá detener su intenso y fructífero
trabajo intelectual.
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