
Opinión
La
procuraduría a contravía de lo dispuesto antes por la fiscalía de la nación ha
condenado al docente investigador Miguel Angel Beltrán, aduciendo como cargos
los mismos por los que fue absuelto por el ente acusador de la nación; y que
tienen que ver con la alegada y no probada conforme a las leyes existentes,
responsabilidad criminal, de este colega profesor de la Universidad Nacional,
vinculado académicamente con el departamento de Sociología, en Ciencias
Humanas.
Esta
ordalía comenzó cuando el profesor Beltrán se encontraba en la Unam, en México,
adelantando estudios de posgrado, y fue sindicado de estar relacionado con las
Farc-ep, acudiendo al expediente de comunicados encontrados en los computadores
de Raúl Reyes, obtenidos en la operación de ataque a un campamento de la
guerrilla en Angostura, provincia de Sucumbíos en Ecuador.
Tal
material probatorio, puesto a consideración de la Fiscalía, en su momento, fue
desestimado y el profesor Beltrán volvió a su vida académica regular en la
Nacional. Ahora resulta destituido, y conculcados sus derechos políticos, y su
pleno ejercicio de la ciudadanía, y por sobre todo, se lleva de calle, esta
procuraduría la libertad de cátedra y de pensamiento, al intentar utilizar sus
escritos como indiciarios de su vinculación con la guerrilla de las farc-ep.
A la
fecha hubo ya un pronunciamiento de sociología, como departamento, y la
indicación que el decano de Ciencias Humanas acudirá ante la rectoría y las
instancias respectivas para agenciar como corresponde la defensa de un docente,
cuyas convicciones políticas y morales, expuestas en escritos académicos, no
pueden ser objeto de censura y mucho menos de sanción de ningún tipo.
Derecho y Ciencia Política.
Es esta
la oportunidad para que el conjunto del profesorado y la comunidad
universitaria de la Nacional, oriente con los argumentos que las disciplinas
concernidas ofrecen a la ciudadanía, y a los universitarios de Colombia, en la
grave falta que comete la Procuraduría con este proceder arbitrario contra un
académico, o cualquiera, que en uso de los saberes y disposición crítica
propias de las ciencias sociales, debata, cuestione las problemáticas
colombianas y mundiales.
A la
comunidad de pensamiento e investigación no se le puede sellar la mente y la
boca, ni ponerle fronteras al pensamiento con cualquiera pretexto. La única
cortapisa, por supuesto, será la que impide la utilización directa de la
violencia como fórmula para deliberar o resolver los asuntos en disputa en el
ámbito de estos saberes, que no es el caso del profesor Beltrán, y de otros
académicos que disienten de los dictados del poder, y de los gobernantes de
turno.
No es tiempo propicio pero sí oportuno
No es
este un tiempo propicio, en la medida en que hay dos indicios protuberantes de
rechazo a la democracia y a la oposición real, con la sentencia de la C.
Constitucional que falló en contra la tutela de Piedad Córdoba, contra la
destitución que fuera objeto por la misma procuraduria.
Lo
mismo que lo ocurrido con la vergonzosa y vergonzosa de la mayoría del congreso
de Colombia, la bancada del senado, incluido un grupo considerable de
congresistas que hacen parte de la Unidad nacional que lidera el presidente
reelecto, para impedir una citación al hoy senador Álvaro Uribe. Para que
precise sus actuaciones políticas en el asunto de la para-política, y los
falsos positivos entre otras acciones contrarias a la constitución política y
las leyes vigentes, cuando fuera por dos veces presidentes, y acerca de las cuales
ha hecho mutis por el foro.
En
derecho, el que puede lo más puede lo menos, dicho lo cual, si se puede citar a
un ministro, y hasta el propio presidente, por qué y en consideración a qué no
es posible hacerlo con un congresista. Más aún, cuando así se procedió, p.e.,
con Piedad Córdoba, cuando fuera objeto de acusaciones y señalamientos por la
hoy absuelta exsenadora Nancy Patricia Gutiérrez, a quien la C. Constitucional
exoneró de cualquier cargo o responsabilidad.
No
puede, entonces, sin aumentar el derrumbe del sistema de justicia nacional,
ahora, pretender que estas actuaciones contra figuras de la oposición,
liberales y de izquierda aplicarles otro rasero, como tampoco contra el
encausado y condenado profesor Miguel Angel Beltrán.
Es
tiempo, digo, que Derecho y Ciencia Política, como el Centro de Pensamiento se
pronuncien contra estas actuaciones, y en particular, la más inmediata, la
condena al profesor Beltrán, Y con ellos un llamado al país interesado en una
paz democrática para que enderece la desvencijada locomotora de la paz para que
no se “descarrile” cuando menos le conviene al país nacional.
MIGUEL ÁNGEL HERRERA ZGAIB
Profesor asociado Ciencia Política
–Universidad Nacional de Colombia


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