La
educación en este país tal vez pueda cambiar cuando realmente tengamos una
ministra de educación con experiencia en educación, y amor y conocimientos
sobre ese campo; de lo contrario, seguiremos en caída libre. Se llama
incoherencia a eso de tener una ministra de educación con nulos conocimientos
de educación (y aplica para cualquier cartera, por supuesto). Es como si un
zapatero tratara de enseñarle a alguien a ser ingeniero; no tiene sentido. Es
necesario que alguien nos guíe, obvio, personas adultas, maduras y con
experiencia, hablando en términos de Durkheim, quien decía que para que haya
educación debe haber presencia de una generación adulta y una acción de estos
sobre la generación joven, pero qué desastre de generación adulta la que nos ha
estado guiando. Hemos tenido uno Daviviendas en el Ministerio de Educación.
Ni un
solo susodicho con experiencia y formación significante en el campo de la
educación, al menos desde 1992. Gina Parody no es la excepción a la regla. No
debería sorprender en lo más mínimo el escuchar que Santos asigne esa cartera a
la exdirectora del SENA. Si nos han levantado a punta de fríjoles con huevo
entero, por qué debería extrañarnos que ya nos quieran servir fríjoles con
huevo revuelto. En las hojas de vida de los ministros, tal vez la única
salvedad que se podría hacer sería con Francisco Lloreda, uno de los de
Pastrana, quien es licenciado en leyes, además de ser abogado y con una
maestría en Administración pública. Esta palabra de “licenciatura” sería la
única relacionada con educación que ha estado en los currículos de los
ministros de los últimos años. Muchos de ellos pudieron haber sido profesores,
y eso lo es cualquiera, pero maestros son pocos, y sin estudios de educación
hacen poco.
Con
cinismo y descaro, montan en la página oficial de la Presidencia de la
República esas hojas de vida insulsas para con la educación. A Parody la
describen así: «Natural de Bogotá, es abogada de la Pontificia Universidad
Javeriana, donde se especializó en Resolución de Conflictos. Además se
especializó en Gestión de las Ciudades del Siglo XXI en la Universidad Abierta
de Cataluña, y en Recuperación de Plusvalías como herramienta para el
Desarrollo y Regularización de Asentamientos Informales en el Lincoln Institute
of Land Policy. Fue Senadora de la República (2006-2010) y miembro de la Cámara
de Representantes (2002-2006). En las elecciones regionales del 2011 se
presentó a la Alcaldía de Bogotá como candidata independiente.
Posteriormente
fue Alta Consejera Presidencial para los Asuntos de Bogotá y desde febrero de
2013 hasta junio de 2014 fue Directora del Servicio Nacional de Aprendizaje
(Sena).» ¿Dónde hay algo de educación? Sin contar lo del SENA, porque nunca
mereció ese puesto por las mismas razones que no merece el que ya tiene. Parece
que para esta cartera no aplican personas compatibles con la educación sino
meramente con la política y la administración.
Para
añadir, la hoja de vida de la saliente ministra Campo era mucho más aterradora:
«…Ingeniera Industrial de la Universidad de los Andes y Master of Science en
Finanzas de American University.En el sector público, entre 1998 y 1999, se
desempeñó como Viceministra de Relaciones Exteriores. En la empresa privada ha
ocupado importantes cargos directivos, en el sector financiero y de banca de
inversión.
Se
convirtió en la primera mujer Presidenta Ejecutiva de la Cámara de Comercio de
Bogotá (CCB), en más de 130 años de existencia, cargo que ocupó hasta el año
2010…» Esta sí que era una muy buena representante del sector administrativo y
privado, pero no del sector público y de educación. Y para cerrar, antes de
Campo estaba Cecilia María, con Uribe, quien fue economista y política además
de subdirectora del planeación del Banco de la República de Colombia; y a este
último puesto no se llega con maestrías en educación ni siendo maestra de
escuela.
En
resumidas cuentas, no hubo ni hay un solo ministro de educación al menos desde
1992, hasta la fecha que tenga un solo estudio de pedagogía, educación o
programas a fines. Todos se relacionan con la administración, la economía y el
sector privado.
Cuñas: -El
oficio de columnista no es mandar columnas cada 24 horas, como lo hace uno de
este medio, Andrés Olarte. El tipo teclea al vaivén de la polémica y de los
temas que estén de moda.
-¿Quieren
conocer el próximo carrusel de la contratación? Vengan a Medellín, que van a
iniciar obras para un proyecto llamado Parque del río, cuyo protagonista será
supuestamente ese cochino, maloliente y descuidado río. Mutaciones,
clientelismo, y robos es lo que se va a venir al menos por la siguiente década,
si comienzan ese proyecto.
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