Por: Universidad Pública Resiste
Aclaración
Previa: este texto no
pretender ofrecer soluciones al problema, pues es demasiado amplio e involucra
a muchos actores y factores como para poder afirmar que un solo sujeto puede
pensárselo en su totalidad. Es un llamado a abrir la discusión y a revisar
nuestros comportamientos dentro y fuera del estadio y en relación con otros
hinchas y los actores que se mueven en torno al fútbol.
Preocupante
es el hecho de que se intente quemar un bus, con 30 personas adentro, sin mayor
motivo que la ubicación de un “enemigo” por una camiseta diferente. Más
preocupante todavía es que se trate de justificar diciendo que se creía que el
bus sea perteneciente a hinchas de un equipo, cuando en realidad eran hinchas
de otro. Caso tal, no justifica el acto, así fuera del uno o el otro, y más
cuando se evita a toda costa que las personas escapen del horno esperándolos
afuera de él con machetes, navajas, piedras, como manifiesta el conductor del
bus quemado.
Triste
también, es que los afectados solo vean la solución como “cárcel”, cuando es
claro que los centros de reclusión en el contexto colombiano no han funcionado
para procesos de resocialización, pues no cuentan con las condiciones
necesarias para llevar este tipo de procesos, para brindar acompañamiento
psicológico, oportunidades de estudio, de trabajo, de discusión de las
problemáticas de la sociedad, a la que finalmente se tendrían que reintegrar
con la garantía de que no vuelvan a reincidir… Los temas carcelario y de la
justicia son para tratar con detenimiento, para agarrarlos con pinzas, y más en
una sociedad como la colombiana donde hay conflictos y disputas de todo
tipo.
Cuando
este tipo de cosas sucede, nadie pide pedagogía, nadie pide procesos de educación
al interior de las barras de fútbol del país, nadie se pregunta en que estamos
fallando, para que después de tantos encarcelados por el mismo motivo, se sigan
presentando este tipo de situaciones. Es claro que se ha fallado en este punto,
y que el problema se le ha salido de control a los líderes de las barras que
han dicho promover el fútbol en paz. Si se siguen presentando estos actos
reprochables, es porque ha faltado más, porque no se ha logrado llegar al
grueso de los hinchas, y porque en la cárcel y la justicia de este país no se
encuentra la solución.
Aquí lo
que se ha visto, es que todos tratan de echarse el agua sucia y mirar quien
tiene más muertos en su contra para poder justificar los actos injustificables.
Recordamos a este, recordamos al otro, pero en la memoria de todos ellos, de
quienes fueron nuestros compañeros alentando, viajando, gritando, llorando,
cometemos las mismas barbaridades y no nos tiembla la voz para justificarlas.
Nadie reconoce las muertes causadas por los hinchas de sus mismos equipos, y
todos se tiran la pelota de la negación de un lado al otro.
Esto ha
causado que entremos un círculo vicioso de violencia injustificada que ha
terminado por alejar a la gente del estadio, a las familias, a los viejos que
nos llevaron de la mano al estadio cuando apenas lográbamos sostenernos en pie
y que nos enseñaron a amar a unos colores y no a asesinar al que tuviera un
gusto diferente.
Y más
allá de toda esta triste historia, ¿que justificación tiene la violencia en
contra de alguien que tiene más en común de lo que creemos? En realidad, si nos
diferencia el color de una camiseta, nos une que nuestros padres se tienen que
partir el lomo todo el día para llevarnos algo de comer; que hemos sido
criminalizados por ser jóvenes, hinchas, que sufrimos la persecución de la
policía por tener una camiseta de un equipo de fútbol o por no querer
prestarnos para la guerra; que nos han negado posibilidades de estudio, de
trabajo; que sufrimos el control de los barrios por grupos ilegales que no
permiten que pasemos tranquilamente de un lugar a otro, entre muchos otros
factores que son cotidianidad del grueso de los miembros de las barras.
Hasta
ahí los hinchas ¿Y el papel de la policía y del “comité de convivencia”? Pues
su negligencia es evidente y descarada. No solo en los hechos del pasado lunes
en los que el conductor relata que una patrulla desapareció ante la inminente
quema del bus, sino que es un factor que se viene presentando hace algún tiempo
y que denota su falta de interés en el tema. Después de abiertas las fronteras
a hinchadas visitantes, no se ha garantizado en lo más mínimo el desplazamiento
seguro de estas por las carreteras del departamento. El fin de semana pasado,
no se evitó que se encontraran los hinchas del Cali con los del Medellín, y los
hinchas de Nacional que venían también desde Cali y ya sabemos en que terminó
la historia. Pero si nos vamos más atrás vemos que un hincha del Once Caldas
fue asesinado a las afueras de Medellín (cuando aún no había terminado el
partido y los hinchas de Nacional todavía se encontraban al interior del
estadio), creando un ambiente confuso, y no brindando seguridad a los hinchas
visitantes. Además de ello, para el último partido del todos contra todos del
DIM en Armenia en 2012-2, que se desplazaron gran cantidad de buses, se
presentaron graves inconvenientes al regreso de la caravana, donde hubo varios
heridos, y los hinchas denuncian un bus quemado por parte del ESMAD, y hasta
ahora nada de responsables.
Además,
que tipo de sanciones son las que promulga el Comité… Sanciones que no van a la
raíz del problema, que se quedan cortas ante la gravedad del problema, que
pretenden censurar la fiesta como forma de castigo, pero que nunca se pregunta
que causa las situaciones, como hacer pedagogía, como llevar a cabo proyectos
de respeto y/o tolerancia, en los cuales realmente se vea un impacto.
Es hora
de abrir entonces la discusión, de ir más allá de lo que se discute en los
Comités, de ponerse serios con el tema y de darle la importancia que de verdad requiere,
de abrir espacios amplios, públicos, donde no se maneje un doble discurso y
donde se tenga la capacidad de establecer reglas claras de juego. Se hace
urgente, que los actores involucrados discutan, con la madurez que la situación
amerita y que se puedan llegar a unos mínimos de respeto, donde nos vayamos
encontrando en el camino, para el día de mañana, no solo tener incidencia en la
fiesta del fútbol, sino también en los factores que antes se mencionaban y que
tocan a todos sin importar color de camiseta.
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