lunes, 28 de julio de 2014

Educación Superior: Algo de reforma, algo de mentira

Los estudiantes luchan por un modelo alternativo de educación. Foto J.H.C.
Una apuesta del gobierno para lograr en 20 años lo que pretendieron sin éxito imponer en la reforma a la ley 30, derrotada por la movilización estudiantil en 2011, a través de una gran cantidad de reformas y actos administrativos que irán imponiendo progresivamente.
El pasado jueves 17 de julio se reunió el Consejo Nacional para la Educación Superior (CESU) para realizar los últimos ajustes de su documento denominado “Acuerdo superior 2034: Propuesta de Política Pública para la excelencia de la educación superior en Colombia, en el escenario de la paz”. Este documento es una clara respuesta a la iniciativa de los estudiantes de construir un modelo alternativo de educación superior, cuyos principales elementos están consignados en su propuesta de ley alternativa, tras un proceso de discusión colectiva liderado por la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE).
El gobierno nacional decidió tácticamente depositar en el CESU la confianza para liderar el proceso de elaboración de una política pública para el sector, partiendo de que, de acuerdo con la ley 30, esta institución dentro de sus funciones debe elaborar esa política pública. Esta última, en términos generales, consiste en definir cómo interviene el estado en el sector para el cual se construye y de la cual se desprenden directrices para las instituciones de educación superior, por lo cual este documento del CESU claramente propone un modelo y una visión diferente y antagónica en muchos temas de la educación superior que han propuesto los estudiantes.
El documento del CESU en su presentación insiste en que el mismo fue producto de un amplio mecanismo de discusión con los más diversos sectores, los representantes estudiantiles y profesorales, más de 30 mil participantes en todas las actividades, etc. Sin embargo, las principales organizaciones del movimiento estudiantil han insistido en denunciar que este proceso no ha sido tan amplio como dicen los voceros del establecimiento.
La pretensión de la ministra María Fernanda Campo (y ahora del CESU) nunca dejó de ser la de someter a los estudiantes a sus reglas y sus métodos autoritarios para el debate: bienvenidos estudiantes y profesores, pero el gobierno determina cuántos pueden hablar, cuándo pueden hablar, cuánto tiempo pueden hablar, entre otras artimañas para negar la posibilidad a los universitarios de expresar sus opiniones y propuestas.
Bajo estas desfavorables condiciones, las organizaciones estudiantiles siguen negándose a participar en los famosos foros del CESU, que de democráticos y plurales no tienen nada. A pesar de que el documento afirma que la MANE participó de la construcción de este proceso, ella en uno de sus plenarios definió claramente no participar de estos foros por su carácter antidemocrático y cerrado para los universitarios.
Los elementos concretos del documento del CESU no dejan de ser los mismos que se presentaron en la propuesta de reforma a la ley 30: a partir de falsas cifras y promesas se insiste en decir que se han aumentado y se aumentarán los recursos para la educación superior, que se ha logrado y se aumentará el número de estudiantes que ingresan a la educación superior, que Colombia está dentro del promedio en América Latina en términos de cobertura, que se han reducido y se seguirán reduciendo las tasas de deserción estudiantil, entre muchas otras mentiras.
La retórica del documento es continuidad del discurso neoliberal para la educación: eficiencia, eficacia, pertinencia, innovación social, excelencia, entre otros que se contraponen a la idea de lograr una educación que resuelva los principales problemas del país, de las comunidades en el campo y la ciudad, entre otros. Los acentos siguen rotando alrededor de los intereses del gran capital nacional y transnacional, no en torno a los problemas de la gran mayoría de los colombianos.
Los documentos adelantados hasta ahora se pueden leer en www.dialogoseducacionsuperior.edu.co. Una lectura detallada y exhaustiva debe comprometer a todos los estamentos universitarios hacia ubicar los elementos más nocivos de la propuesta del CESU, para continuar con la construcción de una propuesta alternativa de educación superior.
El alcance que se le ha dado a este documento es bastante amplio, ya que pretende que los lineamientos y principios ahí definidos queden incluidos en toda normatividad que venga a futuro, desde proyectos de ley, pasando por documentos Conpes, procesos de integración regional y hasta en los mismos planes de desarrollo de las Instituciones de Educación Superior, incluyendo su financiación, todo esto con perspectiva a 2034.
Esto demuestra una apuesta del gobierno para lograr en 20 años lo que pretendieron sin éxito imponer en la reforma a la ley 30, derrotada por la movilización estudiantil en 2011, a través de una gran cantidad de reformas y actos administrativos que irán imponiendo progresivamente. A diferencia de 2011, esta vez los universitarios no están luchando contra una superley que condensa todo el modelo, sino un plan fragmentado pero sistemático que pretende imponer en 20 años el modelo neoliberal de educación. Hoy más que nunca la lucha nacional deberá estar ligada y alimentada por las luchas locales en cada Institución de Educación Superior, donde realmente todo este modelo se concreta y se hace realidad.

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