He tomado la decisión de no asistir a la ceremonia de entrega de las
distinciones académicas y de donar el dinero, al que tengo derecho por haber
recibido la medalla, para el fondo solidario de la Facultad de Derecho,
Ciencias Políticas y Sociales que ustedes tengan a bien indicarme.
Leopoldo Múnera
Profesor
Genaro Sánchez Moncaleano
Decano de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales
Universidad Nacional de Colombia.
Señores y señoras
Consejo de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales
Universidad Nacional de Colombia.
Respetados profesores y estudiantes:
Reciban un saludo cordial.
El Consejo de la Sede de Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia
decidió, en su sesión ordinaria número 11, otorgarme la Medalla al Mérito
Universitario en el área de Ciencias Sociales y Humanas. Así consta en la
resolución 266 del 2 de agosto de 2013, proferida por dicho cuerpo colegiado.
Les agradezco a ustedes y a la comunidad académica de la facultad la
postulación para dicha distinción, así como a los miembros del Consejo de la
Sede que con su voto mayoritario me la concedieron. Acepto la medalla como un
honor académico y un reconocimiento a mis actividades cotidianas en la
universidad.
Como ustedes saben por experiencia propia, en el último mes, nuestra
facultad ha vivido bajo los efectos del derrumbe del cielo raso en una parte
del segundo piso del edificio 201, debido a problemas en su cubierta, cuya
gravedad aún no ha sido determinada, que eran plenamente conocidos por la
dirección de la sede y la universidad. Como uno de ustedes afirmó en el Consejo
ampliado de la Facultad, tuvimos la suerte de que ninguna persona hubiera
sufrido daños físicos debido a este infortunio anunciado y previsible.
Durante estos días he visto el desasosiego, la rabia controlada y la
creatividad de muchos de los estudiantes de derecho y ciencia política que no
entienden cómo en la principal universidad del país puede suceder un hecho así
por la desidia de las directivas de la Sede y la negligencia del Gobierno
Nacional. Asimismo, los esfuerzos de mis colegas, algunas veces desesperados y
autoritarios, para que no se derrumbe el proceso pedagógico que animan y los
intentos de la dirección de la facultad por guardar un equilibrio imposible
entre las reivindicaciones justas de la comunidad y las instrucciones erráticas
de la Vicerrectoría de la Sede. Todos en la facultad hemos hecho el mayor
esfuerzo para no perder el semestre académico, a pesar del destino errante que
hemos debido afrontar de un edificio a otro, al ritmo de una inexistente
programación unificada de los espacios académicos en la Sede de Bogotá.
Hasta el momento ni el Rector, ni el Vicerrector, ni la mayoría de los
miembros del Consejo Superior, con la Ministra de Educación como su presidenta,
han asumido frente a nuestra comunidad las responsabilidades que les
corresponden o la han convocado para que colectivamente encontremos soluciones
ante los problemas que impiden el desarrollo normal de nuestras actividades.
Por el contrario, solo hemos recibido comunicados de la Vicerrectoría de la
Sede que intentan maquillar los problemas de infraestructura de diferentes
facultades y la gravedad de la situación actual, o declaraciones públicas de la
Ministra que pretenden descalificar nuestra protesta con cifras que resultan
ofensivas si se toma en consideración la profunda crisis financiera de las
universidades públicas colombianas.
Conocedora del déficit de funcionamiento de la Universidad Nacional que
supera los cincuenta mil millones de pesos en 2013, la Ministra le informa al
país como un gran logro que ya destinaron seis mil cuatrocientos millones para
infraestructura, desde luego, sin que vayan a la base presupuestal. Con
respecto a los 11,15 billones de pesos requeridos por el sistema de
universidades públicas para seguir funcionando en las precarias condiciones
actuales, que pusieron de presente ante la opinión pública los vicerrectores
del SUE a finales de 2012, la Ministra considera que los recursos de algunas
estampillas y del CREE ($1,5 billones repartidos en todas las instituciones de
educación superior) constituyen un “compromiso superior” y “soluciones
concretas”, orientadas a acallar a quienes supuestamente hacemos “política”, en
sentido peyorativo, por decir la verdad que ella desea ocultar.
El discurso gerencial manejado desde la cartera de educación, que supone
la ignorancia de los destinatarios, es humillante para un académico que merezca
tal denominación. La mayoría de nuestras instituciones públicas se han visto
obligadas a ofrecer educación a distancia o descentralizada de mala calidad, a
transformar sus profesores o investigadores en consultores o a funcionar con
plantas docentes precarias por el chantaje financiero de los gobiernos nacionales
que niega de raíz cualquier tipo de autonomía universitaria.
Sin embargo, por tratarse de nuestros colegas, es más indignante aún que
se celebre como un hecho histórico la aprobación de una estampilla para la
Universidad Nacional de Colombia, y para el sistema financiero, después de un
intenso cabildeo propio del clientelismo heredado del Frente Nacional, que sin
duda puede aliviar la crisis de infraestructura que la dirección de la
universidad ha negado sistemáticamente, pero que es un simple paliativo para la
crisis estructural de las finanzas públicas de nuestras instituciones. Ojalá el
aleteo de las aves rapaces y el ruido de sedas y plumas de los áulicos que
tiene toda administración pública, incluida, desde luego, la universitaria, no
impida que se definan con claridad las prioridades en términos de
infraestructura.
Sería inaudito que con los nuevos recursos sigamos invirtiendo
proporcionalmente a la riqueza de las Facultades, a su cercanía con la
dirección universitaria o en virtud de proyectos sin estudios serios de
factibilidad, como ha sucedido con la Clínica Santa Rosa, la cual, luego de más siete años, no resuelve la
inaplazable necesidad de un hospital para la facultades del área de la salud.
Personalmente tengo la esperanza de que no se continúen relegando las
inversiones urgentes, como las de las Facultades de Artes y Derecho, a los
últimos lugares, detrás de construcciones suntuosas para alimentar el prestigio
personal de sus proponentes, las cuales no resuelven las necesidades más
sentidas de los profesores, estudiantes y trabajadores administrativos.
Por las razones expuestas con anterioridad he tomado la decisión de no
asistir a la ceremonia de entrega de las distinciones académicas y de donar el
dinero, al que tengo derecho por haber recibido la medalla, para el fondo
solidario de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales que ustedes
tengan a bien indicarme. Constituye este un gesto simbólico frente a la
indolencia que el Ministerio de Educación y la Dirección de la Universidad Nacional
y de la Sede de Bogotá han mostrado respecto a nuestra facultad. De nosotros
depende que el deterioro de la Universidad Nacional de Colombia y de las
instituciones públicas de educación superior no siga al ritmo del incremento de
una retórica institucional destinada a negar lo evidente.
Atentamente,
Leopoldo Múnera Ruiz
Profesor Asociado
Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales
Universidad Nacional de Colombia.
CC: Consejo de Sede, Consejo Académico y Consejo Superior.
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