Así está la Facultad
de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de
Colombia, la universidad pública más importante de este país.
Y
es el colmo. Es indignante. Es el tema de los problemas de financiación de la
universidad pública vueltos una realidad clara y expresa. Patética, por demás.
No puede ser que la famosa Ciudad Universitaria, única en su estilo en
Colombia, tenga que afrontar una crisis de infraestructura de este tipo.
Por
mucho tiempo han estado los estudiantes y profesores de esa facultad observando
cómo las grietas se comían viva la construcción, cómo las goteras abundaban
cada vez más, cómo, por el descuido, la cosa se iba a venir abajo. Lo sabían.
Las directivas, sin embargo, emitieron un comunicado el 26 de octubre pasado,
ante la “insistencia” de los medios de comunicación, tildándonos de sensacionalistas,
y acusándonos de proyectar una “imagen de ruina de sus instalaciones físicas”:
“La UN no está en crisis”, lo titularon.
Dos
días después (vaya, vaya) se desplomó una parte del techo del segundo piso,
averiando 11 salones. No era, pues, tanto sensacionalismo de los medios de
comunicación. Luego dijeron que “no existe riesgo inminente de colapso de la
estructura”. Y que el cielorraso sería reemplazado por otra cosa, que el
drywall, que el superboard... Leopoldo Múnera, profesor de esa facultad, dijo que
no creía en soluciones de tipo cosmético. Nosotros tampoco. Esto es más grande:
evidencia un problema general que abarca no solamente la financiación (ya lo
dijimos, no hay mejor prueba que ésta) sino también, y como nos lo recordó el
profesor de derecho Nelson Camilo Sánchez en este diario, la distancia y el
poco entendimiento que hay entre las autoridades del nivel central de la
universidad y las facultades.
Pero,
como si nada grave pasara, salió otro comunicado central diciendo que los
estudiantes iban a regresar el día de ayer a sus clases en salones ubicados en
el campus de la Universidad Nacional. No en la facultad propiamente dicha. El
profesor Sánchez dijo que este es un problema de tiempo atrás, de múltiples
facultades y departamentos que han hecho lo propio y están huérfanos de
infraestructura, así que se dedican a buscar salón como si se tratara de
caridad y no de un derecho.
Lo
de la Facultad de Derecho es aún más traumático: ahí los vimos, recibiendo
clase en una plazoleta pública, ya ni siquiera en la universidad sino en la
calle, esta vez al lado de las instalaciones de Caracol Radio. Por supuesto, es
una avanzada en protesta mediática, no hay que ser un genio para darse cuenta.
Pero, preguntamos, ¿eso es lo que queremos para la educación pública en
Colombia? ¿Ese tipo de vergüenzas? El portal de ese medio de comunicación
publicó un artículo el pasado 6 de noviembre. En él, Múnera manifestó: “Estamos
acá porque el edificio está cerrado por problemas de infraestructura debido a
la situación financiera que tiene la Universidad Nacional y la hacemos aquí
porque queremos que el país conozca cuál es la situación de la educación
pública en Colombia”.
Si
esto es en tiempos de calma y sosiego, de plenitud, digamos, no nos imaginamos
qué es lo que las autoridades de la universidad pueden llamar crisis. Es hora
de revaluar cuál es el tipo de educación superior pública que queremos. Cuánto
estamos dispuestos a meternos la mano en el bolsillo. La tarea, por ahora, está
pendiente.



0 comentarios:
Publicar un comentario