Entrevista
a las y los compañeros del Grupo Estudiantil Anarquista de Colombia realizada
por el FeL Chile (1 Parte)
La
siguiente entrevista fue realizada por el Frente de Estudiantes Libertarios de
Chile (fel-chile.org/), difundimos con el
animo de replicar dicho documento para leer el contexto en el cual luchamos y
nos organizamos. El
siguiente texto incluye una breve presentación realizada por el FeL:
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En
estos 10 años el FEL se ha convertido en una de las organizaciones
estudiantiles de izquierda de intención revolucionaria, de mayor influencia en
el ámbito universitario, lenta pero sostenidamente ha ido ganando espacios en
centros de estudiantes y federaciones, a lo largo del país. Este camino
recorrido no sólo nos llena de orgullo sino que traza nuevas metas y desafíos,
obligándonos a reflexionar sobre nuestro actuar, pero también a
retroalimentarnos de las experiencias de nuestros compañeros y compañeras a lo
largo del continente y de todos quienes luchan.
De esta
manera, nos proponemos sentar un precedente tanto para nuestra militancia
y el mundo libertario como para la izquierda y el mundo popular; identificando
de dónde venimos, quienes somos y donde vamos. De la misma forma, este debe ser
un momento de reflexiones que resulten en elementos para fortalecer nuestra
alternativa y porque no decirlo de rupturas con los viejos vicios que
entorpecen nuestro actuar. El hecho de asumir la construcción de una matriz
político-cultural comunista libertaria debe ser un eje central en estas
reflexiones ya que las expresiones libertarias que hoy ambicionamos presentar
nuevas fórmulas políticas para el pueblo en donde el FeL es parte
constituyente de esta izquierda libertaria.
Es en
este contexto de fraternidad, publicaremos una serie de entrevistas a
organizaciones hermanas, con el fin de nutrirnos de sus experiencias y
retroalimentar nuestras política.
Frente
de Estudiantes Libertarios – Chile
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FEL
CHILE ¿Cuál es el escenario que hay en Colombia ?
GEA
COLOMBIA:
Colombia pasa por un momento de ascenso de las luchas sociales, jaloneado por
el estado de insatisfacción que genera una situación de crecimiento de algunos
sectores de la economía como la minería y la banca, que sin embargo no
beneficia a los de abajo, al mismo tiempo que se da un cierto aire de apertura
del debate público fruto de la liberalización de los medios informativos que
quieren lavarse las manos con respecto a su pasado Uribista y el
fortalecimiento relativo de las organizaciones sociales del campo popular. Esta
situación se da en medio de las reformas institucionales que el gobierno de
Juan Manuel Santos impulsa, por un lado, para profundizar el neoliberalismo
corrigiendo al mismo tiempo sus consecuencias sociales más graves y, por otro,
para completar la modernización de un Estado que ya se perfila como un poder de
peso en el escenario regional.
Esta
nueva ola de luchas inició en el año 2011, a partir del triunfo de la lucha
estudiantil y la conformación de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE),
las protestas de las trabajadoras temporales de la industria del petróleo en el
suroccidente del país que reactivó ciertos sectores del movimiento sindical y
la conformación de un organismo unitario de coordinación de diversos sectores
sociales llamado Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Sociales y
Políticos de Colombia (COMOSOCOL), hasta ahora más formal que real. Esa
situación continúa hoy día, con la racha de victorias populares que este año
han tenido las obreras del sector judicial por nivelación salarial, las trabajadoras
del Carbón de la Empresa El Cerrejón (la más grande de su tipo en el país) por
su pliego de peticiones y las de quienes laboran en la Universidad Nacional por
aumento salarial, así como conflictos más masivos en el sector rural como las
lideradas por las cultivadoras de café por subsidios (una protesta inédita en
nuestra historia) a las que se sumaron arroceras y cacaoteras, y conflictos de
sectores de pequeñas propietarias como las transportadoras de la carga pesada
por estabilidad laboral,
luchas victoriosas todas, que aprovechando la política laboral blanda del
gobierno, han abierto conflictos que se han caracterizado por un regreso de la
acción directa y el protagonismo de organizaciones de base, en medio de una
gran fragmentación organizativa.
La coyuntura ha servido también para que los
sectores feministas del movimiento de mujeres y el movimiento LGTBI den una
pelea por ampliar los derechos civiles, sexuales y reproductivos, con el
respaldo de los medios de comunicación más liberales, en contra de una política
de contención reaccionaria que han desatado los ultraconservadores
en cabeza del procurador Alejandro Ordóñez que el mismo gobierno han
emplazado en organismos estatales, con resultados ambiguos de fortalecimiento
de la movilización y conservación de derechos, pero contención y derrota de las
propuestas legales.
FEL:
¿Qué aportes puede hacer la lucha estudiantil al movimiento popular?
GEA: En el campo
estudiantil tenemos una situación paradójica. Por un lado, se conserva un gran
poder de movilización tal y como se comprobó en la marcha del 21 de marzo por
gratuidad con calidad en la educación superior, aunque ésta ha disminuido en
comparación con el 2011. Por otro lado, sin embargo, la coordinación a nivel
interregional se ha centrado casi exclusivamente en la construcción de la
propuesta de ley alternativa de educación superior. Esto se explica porque la
MANE vive un momento de institucionalización y fortalecimiento orgánico
importante, que sin embargo la ha llevado a descuidar el impulso de los
procesos de base que deberían nutrirla. La política de priorizar la unidad a
nivel nacional, decisivo en la coyuntura del 2011, ha generado hoy una
desatención a las realidades y problemáticas locales y una política equivocada
que vacía los espacios gremiales por carreras y facultades convirtiéndolos solo
en escenarios ejecutorios.
En este
contexto el movimiento estudiantil ha estado relativamente desarticulado del
resto de luchas populares, incluso en el caso de las trabajadoras de la
Universidad Nacional en donde hubo mucha tensión de éstas con las
organizaciones estudiantiles y en ellas reino una postura confusa, que por
enfatizar en abstracto la unidad sindical terminó por no respaldar
decididamente el paro obrero. Y aunque sectores estudiantiles que participan en
movimientos socio-políticos como la Marcha Patriótica, el Congreso de
los Pueblos o la COMOSOC tienen una importante dinámica de
trabajo con otros movimientos, fundamentalmente sectores juveniles, campesinos
o barriales, en general la participación sigue dándose más por arriba que por
abajo, más desde las conducciones de las organizaciones que desde elementos
gremiales, que aún son débiles en el caso estudiantil.
Sin
embargo la lucha estudiantil sí alimenta los movimientos populares. Por un
lado, posicionando la idea de la educación como un derecho económico básico de
carácter gratuito, logró abrir el interés público sobre otros derechos,
principalmente la salud sumergida en una profunda crisis financiera, y en menor
medida las pensiones y la seguridad social, dibujándose una importante denuncia
conjunta que lleva a las pensionadas y las trabajadoras de la salud a agitar la
consigna de educación gratuita y lamentablemente en menor medida a que estudiantes
hagan lo propio con respecto a la salud y la seguridad social. También han sido
las estudiantes quienes han esbozado la posible unidad entre trabajadoras de
los sistemas masivos de transporte público en procesos de implantación que
luchan por su reconocimiento y contra la precariedad, y los usuarios populares
que dan la pelea contra el alza de pasajes y las condiciones indignas de este
servicio, levantando de una manera aún muy embrionaria demandas de mejoramiento
y tarifa diferencial para estudiantes, que moviliza a los otros sectores.
Finalmente, fueron las estudiantes las primeras que quebraron, con movilización
callejera, la represiva ley de seguridad ciudadana y aquellas que abrieron el
paso para una nueva ola de bloqueos y marchas sin autorización, en un país
donde estas actividades son un delito que se paga con cárcel.
FEL:
¿Qué tan crítica es la situación de su provincia en comparación al resto del
país? ¿Qué retos implica esta situación?
GEA: En este momento
nosotras estamos en la ciudad-región de la Sabana de Bogotá, ubicada en el
centro del departamento de Cundinamarca que a su vez está en el centro del
país. A nivel general esta es la región más poblada y rica de Colombia por su
posición como centro político y económico, además es uno de los puntos de mayor
crecimiento tanto del capital, fruto de la concentración de inversión
empresarial, como del trabajo, producto del asentamiento de cientos de miles de
familias desplazadas por el conflicto social y armado interno. Esto hace
de la región un lugar con mejores estadísticas sociales que el resto del país,
aunque subsistan los problemas fundamentales.
Aunque
la región está experimentando un proceso de integración económica por la
construcción de corredores industriales y de infraestructura, políticamente
existen diferencias importantes entre la Sabana gobernada por los partidos de
la coalición de unidad nacional de Santos, en este momento en cabeza del
terrateniente conservador Álvaro Cruz ligado a los megaproyectos, y Bogotá
gobernada desde hace una década por gobiernos alternativos y social-liberales
encabezado hoy por Gustavo Petro, ligado a sectores medios de la burocracia
estatal. De esta forma, mientras en la Sabana las orientaciones políticas
generales son las del gobierno nacional, en Bogotá siempre hay conflicto entre
la administración nacional y la distrital, donde se desarrollan programas de
cierta autonomía.
En este
momento, hacemos presencia en las sedes principales de las dos universidades
públicas de orden nacional, al igual que en la Universidad Distrital, teniendo
el reto de llegar a las otras sedes regionales de las mismas. Así mismo,
buscamos llegar con fuerza al resto de instituciones de educación superior que
se concentran en Bogotá, más de un tercio del total del país y al tiempo abrir
la posibilidad de trabajo en las diferentes sedes de la Universidad
Cundinamarca, donde hay mucha fragmentación y sin embargo encontramos una
importante presencia de valiosas aliadas.
FEL:
Ustedes proclaman que es necesario preocuparse no sólo del plano estudiantil,
sino de todos aquellos que afectan a la juventud ¿Cómo logran conciliar
eficazmente el trabajo social y sindical con el trabajo en el plano
estudiantil?
GEA: Colombia es un
país de grandes contradicciones socio-económicas y políticas evidenciadas en la
difícil situación que, hoy en día, atraviesa su juventud en universidades,
barrios, zonas rurales y lugares de trabajo.
Lo
anterior se demuestra fuertemente en la represión estatal, paramilitar y
laboral representada en las detenciones arbitrarias, los asesinatos
indiscriminados, los salarios mal remunerados, el servicio militar obligatorio,
la criminalización y persecución al pensamiento crítico y el difícil acceso a
la educación superior, entre otras particularidades que afectan fuertemente el
diario vivir de las jóvenes campesinas, trabajadoras, desempleadas y
estudiantes de este territorio.
Esa
violencia contra las clases sociales menos favorecidas es fiel reflejo del
conflicto social, político y armado que surgió hace 60 años, cuando un grupo de
campesinos, que todavía siguen combatiendo en las montañas, empuñaron sus armas
para defender sus tierras de la arremetida asesina de las clases dominantes y
para intentar, mediante la lucha armada, un cambio radical de las condiciones
económicas y políticas en que vivía y todavía sigue viviendo el pueblo oprimido
colombiano. Ese conflicto eterno, que ha derramado lágrimas y sangre de
víctimas inocentes, día a día exige más pie de fuerza en el campo y en las
ciudades, para contrarrestar el avance de la insurgencia y proteger el capital
financiero de la burguesía criolla y los intereses multinacionales, por lo que
cientos de jóvenes pertenecientes a las clases subalternas se ven en la
obligación de colocarse el sucio uniforme camuflado del ejército.
De
igual manera, esa violencia se ha agudizado en los últimos años como
consecuencia de la apertura total al capital neoliberal estadounidense,
asiático y europeo que inició con el gobierno de César Gaviria a principios de
la década del noventa, se consolidó en los ocho años del terrateniente y
ganadero paramilitar Álvaro Uribe Vélez y culminó en el gobierno del citadino
burgués Juan Manuel Santos, quien aprobaría el Tratado de Libre Comercio con el
imperio del norte, además de múltiples acuerdos como los firmados con la Unión
Europea, Corea del Sur y el eventual TLC con Israel.
Ese
tratado, síntoma del avance del capitalismo monopolista, fortalecerá el poder
de las grandes multinacionales que han perjudicado y perjudicarán notablemente
al campesinado colombiano pues traerán consigo desempleo, miseria, muerte y
daño ambiental. Las jóvenes, aquí también, se verán afectadas ya que serán
incorporadas al mercado laboral como mano de obra barata para los empresarios.
Sin embargo, esa no es la única consecuencia de las políticas neoliberales, ya
que las de abajo tienen que soportar la privatización de la educación y la
salud, la tercerización y precarización laboral, el espíritu de competencia e
individualismo y el aumento del dominio del capital sobre el trabajo. Estos
problemas que vienen afectando no solo a la juventud sino a las clases
explotadas en general nos llevan a pensar en un compromiso revolucionario
dentro y fuera de las aulas de clases con las luchas de resistencia que vienen
emprendiendo diferentes sectores de la población. A través de actos de
solidaridad en marchas, mítines y paros, el GeA demuestra su total apoyo a las
personas desposeídas quienes han sido afectadas por las políticas estatales de
sumisión o por la avaricia de unos pocos que quieren acrecentar el dinero en
sus bolsillos a costa de las mayorías que viven en la pobreza extrema. Estos
actos de apoyo mutuo, que hemos realizado desde nuestro nacimiento, muestran la
solidaridad efectiva que realizamos como organización frente a las luchas
populares, obreras, campesinas, indígenas, contra la heteronormatividad, el patriarcado,
etc.
Por
otro lado el GeA, fiel a su compromiso revolucionario de transformación radical
del sistema y de concientización del estudiantado de los problemas que aquejan
a la sociedad colombiana, ha venido haciendo una serie de seminarios-taller que
tienen como nombre Espacio Estudiantil Libertario Beatriz Sandoval donde
se realizan una serie de reflexiones sobre la historia del movimiento
estudiantil recordando sus proezas en defensa de una educación digna para las
clases menos favorecidas. De igual manera, uno de esos espacios estudiantiles
pretendió reflexionar sobre la violación a los Derechos Humanos, la
manipulación de imaginarios por parte de los medios de comunicación y la
situación actual del movimiento estudiantil.
Lo
anterior es reflejo de la relación Universidad-Sociedad pues nosotras, como
estudiantes privilegiadas que tuvimos la oportunidad de ingresar a la educación
superior, reconocemos que tenemos un deber histórico como agentes de cambio y
transmisores no de verdades absolutas como hacen las clases dominantes, sino de
una ideología ácrata que siembre las primeras semillas del gran árbol que dará
sus primeros frutos revolucionarios en un mañana de libertad, igualdad y
solidaridad. Igualmente nos caracterizamos por exigir, además de mejores
condiciones de vida para las personas desposeídas, una educación liberadora y
popular que tenga como base la integración en el sistema educativo a
trabajadoras, indígenas, campesinas y demás grupos sociales que han sufrido la
humillación de las oligarquías que han gobernado este país desde hace dos
siglos.
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