A menos
de un año para que se acabe el periodo administrativo de Juan Carlos Orozco (el
cual ha sido muy lesivo para la universidad), hace dos semanas pasamos por el
escenario de elección de representante estudiantil al CSU en la Universidad
Pedagógica Nacional, todas las planchas obviamente nutridas con propuestas para
cambiar la situación de crisis actual que se vive, esto llevó a que se
produjera una de las votaciones más altas de la historia; sin embargo El
Rebelde, que estuvo presente en todo el proceso valora que hay falta de
claridad en el estudiantado frente a la raíz de los problemas por los que pasa
la universidad, lo que ha ocasionado que este se indigne por ciertas
situaciones en especifico -síntomas de la crisis- que terminan por olvidarse;
pero sin avanzar en acciones organizadas y con continuidad que erradiquen el
problema de fondo.
El año
pasado los estamentos de la universidad se indignaron fuertemente después de
que ingresara por la noche la policía, destruyendo la infraestructura de la
comunidad (orinando oficinas estudiantiles, destrozando las chazas que quedaban
guardadas y dejando mensajes sugestivos contra los estudiantes), todo esto tras
un mes parejo de movilización que coincidió con jornadas nacionales de la MANE,
la toma de la sede de la calle 72 por compañeros indignados porque se habían
reducido las practicas, se iban a retirar las fotocopiadoras y no habían
interpretes para la comunidad estudiantil sorda -fueron dos movilizaciones y
unos cuantos tropeles que parecía mostrar un movimiento estudiantil muy
cohesionado y dispuesto a lo que fuera por mejorar la universidad- y una
asamblea donde se crearon comisiones y se decretaron un gran número de acciones
a desarrollar; pero con el fin de semestre y el inicio de otro todo fue volver
a comenzar de ceros, pareciese como si toda esa experiencia no hubiese existido
sino en la mente de los que estuvieron presentes.
Esta es
la primer arista de la crisis: a el movimiento de la UPN le falta organización
gremial, le falta coordinación y articulación para que así no vuelva a comenzar
cada vez que se presente una situación; esto pasa porque a pesar de que hay
gran diversidad en expresiones políticas, no existe un referente articulador
que las cohesione a todas en la defensa de la universidad y es más llamativo
escuchar un peto en las canchas que ir a una reunión de la coordinadora de
derechos humanos o de la MANE local. Esto ha llevado a que en algún punto a
pesar de la diversidad política y de propuestas pedagógicas y artísticas
alternativas exista una especie de analfabetismo con los problemas de la
universidad, conociéndose solo los más obvios o recientes, pero sin datos.
La
universidad a pasado por una crisis presupuestal fruto de la reducción de los
pesos reales que entran en comparación a los gastos que se realiza (desde la
ley 30), con un plus adicional proveniente de los desfalcos que ocasionó el
anterior rector Óscar Armando Ibarra Russi, incluido entre estos la deuda de $
1.200 millones de pesos al distrito de Bogotá. Esta crisis que han logrado
aminorar en el periodo de Orozco en la cual la universidad se autofinancia en
un 36% y con una política de austeridad y precarización de los recursos básicos
y el interés recurrente por priorizar los programas de extensión (como el
centro de lenguas) que traen más recursos que el pregrado; todo esto con el
único fin de reducir el riesgo crediticio y hacer la universidad más viable en
el mundo de las finanzas capitalistas, así en la formación de docentes este ultrajada.
En este
periodo se aprobaron dos fuentes de recursos adicionales, una por parte de una
estampilla –de $ 250.000 millones de pesos- para la construcción de la sede de
Valmaria (donde serían trasladadas la mayoría de carreras tras la presión de la
burguesía para desaparezca del centro financiero de Bogotá en la calle 72),
recursos que no van a ser administrados por la universidad sino por el distrito
de Bogotá, y un préstamo pedido al FINDETER por $8.100 millones de pesos.
Como lo
mencionamos esté periodo estuvo caracterizado por la austeridad, lo que llevó a
que se redujeran las salidas de campo (al punto de desaparecer) en carreras
como Comunitaria, Sociales, Biología, en donde son necesarias para la digan y
buena formación de docentes; la no contratación de intérpretes a pesar de que
la universidad se regocija por la cantidad de cupos que se dan para compañeros
con discapacidad auditiva; la infraestructura tan precaria no solo en la sede
de la 72 donde todos los edificios están dañados, sino teniendo que recurrir a
alquilar y hacer convenios con sedes de otras universidades para “solucionar”
el hacinamiento –destinando para esto hasta $11 mil millones por año-; la
reducción y no renovación de profesores de planta –que son solo el 16% frente al
total de profesores-; el recorte de mallas curriculares y la creación de
carreras como recreación y turismo que no reflejan la identidad de la UPN; y
políticas de bienestar que no son pensadas en la investigación y la calidad
académica sino en cooptar sectores del estudiantado –cosa que se refleja por
ejemplo con un supuesto aumento de los cupos para el almuerzo a dos mil cuando
hay seiscientos de estos repetidos con los mismos nombres -. Todo esto mientras
los administrativos (incluyendo el rector) se encuentran en un edificio último
modelo, lejos del resto de la comunidad, sin tener ni medianamente cerca estás
problemáticas.
Y para
mantener las condiciones existentes y llevar a cabo la transformación de la
universidad pedagógica en la universidad Mcdonalds de Colombia, la
administración ha destinado gran cantidad de recursos a la seguridad –a un
grado casi de inteligencia militar- con la suficiente contundencia para tener
vigilados y reprimir los esfuerzos de resistencia y lucha existentes, sin
embargo lo suficientemente ineficientes como para ubicar los mafiosos que
administran las ollas al interior del campus de la 72.
Tras la
presión recurrente frente a los abusos de la anterior empresa de seguridad y la
denuncia frente a las no comprobadas relaciones con Ibarra y una posible
composición de cuerpos de inteligencia en sus filas, al final de semestre se
llevó a cabo la contratación de una empresa de seguridad nueva. Sin embargo es
comprobado que a esta se le destinan $2.500 millones de pesos y que entró a
jugar tras la configuración de toda una dinámica de persecución con los
estudios de seguridad de Hugo Acero que costaron $ 100.000 millones de pesos.
Este
panorama de la universidad tan grave y lleno de matices, a pesar de la falta de
coordinación de todos los estamentos llevó a la construcción de un pliego de
peticiones por parte de ASPU y SINTRAUPN asociado a SINTRAUNAL con el fin no
solo de mejorar las condiciones laborales y de asociación para el sector
trabajador y profesoral, sino también para debatir y exigir puntos con respecto
al bienestar universitario y la administración de recursos; a pesar de estos
heroicos actos, reiteramos la falta de iniciativa y coordinación del
estudiantado frente a la situación actual, por lo que hacemos un llamado a todos
los estudiantes de la Pedagógica a que se sumen a las propuestas para cambiar
la Educación superior en general y de la universidad en específico. Entre esas
múltiples propuestas los invitamos a que se sumen a la campaña: A la UPN la
rescata nuestras manos ( http://www.facebook.com/pages/A-la-UPN-la-rescatan-nuestras-manos/461831127217216?fref=ts
), que trata incitar al estudiante para que pase del letargo a la acción,
cuando simplemente esperamos que las decisiones lleguen cuando ya fueron
construidas, para ahí sí oponernos cuando es un poco tarde y mas bien
empoderarnos del futuro de nuestra educación, construir el real gobierno
universitario desde abajo.
0 comentarios:
Publicar un comentario