Por: Universidad Pública Resiste
Cuando se habla de activista político
y de académico, suele entenderse que existe una relación excluyente, es decir,
o se es participe activo de un proceso de movilización social, o se es un
académico que estudia desde afuera el desarrollo de estos procesos.
Sin embargo, según nuestras
consideraciones como sujetos políticos y estudiantes universitarios, creemos
que estos dos términos no son excluyentes y que por el contrario, deben
entenderse como partes inseparables de la construcción tanto de una academia
crítica y comprometida, como de un movimiento social altamente cualificado
capaz de pensarse a sí mismo, de autodirigirse, de ser su propia vanguardia.
Estas reflexiones son de especial
relevancia en los espacios universitarios, esos lugares donde diariamente nos
formamos para construir academia y que son al mismo tiempo, los espacios de
construcción y fortalecimiento del movimiento estudiantil.
Reiterando nuestra posición, para
nosotros estos dos, no se constituyen en escenarios separados, ni de la vida
universitaria, ni de nuestro accionar como estudiantes comprometidos con la
transformación social.
A nuestro parecer, la marcha, el
canelazo, el panfleto, el cine foro y todas esas expresiones políticas, estarían
vacías si no estuvieran respaldadas por ejercicios de crítica y reflexión, y al
mismo tiempo, la construcción académica rigurosa no tendría sentido si no se
desarrollara en pro de la resolución de las problemáticas sociales, a favor de
las transformaciones sociales profundas.
Como vimos, el activista y el
académico no son excluyentes el uno del otro, por el contrario, el compromiso
es doble: debemos comprometernos con las reivindicaciones de ese pueblo del que
hacemos parte, y al mismo tiempo debemos comprometernos con la construcción de
un nuevo modelo educativo, ya no solo desde la construcción de leyes, no desde
la repetición de dogmas y consignas, sino desde las acciones cotidianas, desde
llevar a la clase la lucha de clases, desde los debates serios y argumentados,
desde nuestra formación como académicos críticos, desde el ejercicio cotidiano
de la rebeldía responsable y comprometida.
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