Considerando
que la búsqueda de la paz con justicia social es un asunto que le concierne al
conjunto de la sociedad colombiana, nos encontramos cerca de 20.000 personas en
el Congreso para la Paz para mandatar en torno a una agenda, y el movimiento
social, que requiere el país para encontrar una solución definitiva al
conflicto social, político y armado que nos aqueja hace casi medio siglo.
Seguimos
sosteniendo que la paz no consiste únicamente en el silenciamiento de los
fusiles. A nuestro juicio, no podrá consolidarse una sociedad en paz sin los
cambios necesarios que ataquen de manera decidida las raíces del conflicto y
sin revertir las acciones del Estado que vulneran los derechos de los pueblos.
Las graves problemáticas que vive la mayoría del pueblo colombiano son factores
que profundizan el conflicto, por esa razón avanzamos en delinear una agenda
social de paz planteada en perspectiva de superar las condiciones de pobreza,
desigualdad, marginalidad, impunidad y
exclusión política que han caracterizado al régimen político imperante, a
través de la lucha organizada. Esa agenda social de paz es expresión de los
anhelos de las comunidades, pueblos y organizaciones sociales que buscan una
sociedad con una paz genuina basada en la plena garantía de los derechos
humanos y la construcción de un país más equitativo.
Consideramos
que no podrá construirse la paz sin el concurso de los sectores sociales
populares que hemos padecido la guerra. Insistimos en que la salida al
conflicto armado no le compete solamente al gobierno nacional y las
insurgencias, pues los sectores populares también tenemos mucho que aportar en
la construcción de paz. Si el cese del conflicto armado requiere de consolidar
una sociedad democrática, es necesario
empezar por democratizar la búsqueda de la paz.
Saludamos
la mesa de diálogo entre el gobierno y las FARC-EP, es un espacio importante en
el avance hacia la paz, sabemos que ésta es restringida porque no hay partición
desde el movimiento popular, la agenda es limitada y no están todas las
insurgencias. El movimiento popular es un sujeto real y sus opiniones tienen
que hacer parte de las salidas al conflicto y de un acuerdo nacional. La paz no
es una prerrogativa exclusiva de los armados, debe ser un propósito nacional que
vincule a diversos sectores de la sociedad colombiana. Hacemos un llamado para
que se instituyan caminos similares con el ELN y EPL para que avancen en nuevos
escenarios de diálogo.
Para
nosotros y nosotras la paz tiene que ver con cambios estructurales, por ello
nuestra agenda contiene un programa que persigue el fin del conflicto, la
construcción de políticas que generen justicia social, la defensa de los
territorios, las salidas a la crisis humanitaria, la democratización del
régimen político, la lucha contra la impunidad y la plena garantía de los
derechos humanos. En ese orden, nuestra apuesta de paz pasa por:
Un nuevo modelo económico que redistribuya los
ingresos y la riqueza, cuyo principal objetivo no sea la acumulación de capital
sino el bien-estar de la población. Un
modelo que no agreda los territorios y los ecosistemas, sino que parta de su
protección, el respeto a la naturaleza y la afirmación de la diversidad social,
cultural y ambiental. En suma, una nueva concepción de la economía que desmonte
el neoliberalismo, la dependencia, la privatización, la mercantilización, la
financiarización, el despojo y el autoritarismo.
La
reinvención de la política, plantear nuevas formas de gobernabilidad, así como
nuevas maneras de defensa de lo público, para concebir un nuevo modelo de
sociedad y de Estado. Por lo tanto, mandatamos construir política desde los
territorios para construir un nuevo Estado y una nueva forma de gobernar.
Es
necesaria una transformación estructural del modelo de justicia imperante en
nuestro país, caracterizado por legitimar un conjunto de medidas que le apuntan
a garantizar el orden social y político impuesto. Como rechazo a este modelo de
justicia hegemónico, represor y elitista, los pueblos que mandatamos paz para
la vida digna concebimos urgente la construcción de un nuevo modelo de justicia
que tenga como objetivo central la garantía integral de los derechos de los
pueblos, partiendo de los mecanismos comunitarios y populares que existen y han
existido, y proyectándose hacia las grandes decisiones judiciales que se toman
en el país, un nuevo modelo de justicia que fortalezca el tejido social de las
comunidades y responda a las necesidades concretas del pueblo Colombiano,
expresadas en la agenda legislativa de país que proponemos como alternativa de
vida digna y justicia social, así si podemos hablar de paz.
Seguiremos
luchando por salud y educación públicas, universales, gratuitas, sin
discriminaciones de ningún tipo, a partir de un enfoque de derechos que
reemplace la mercantilización de la vida.
La ley 100 de 1993 y las propuestas de reforma a la educación son
factores de guerra contra la sociedad, especialmente contra los sectores
populares. ¡Trabajo digno y sin
distinción de género, economía que parta de lo regional, socialización de la
riqueza y de los medios que permiten la producción, economía propia y
soberanía, una educación amplia, gratuita y de calidad. El reconocimiento de la
diversidad de pueblos que habitamos este territorio que pasa por reconocer la
autonomía y dar la posibilidad de
existencia a pueblos que han sido condenados al exterminio!
Consideramos
que para llegar al fin del conflicto es necesario solucionar el problema
histórico de la tierra y el territorio. Es inaplazable la formulación de figura
jurídica y política que garantice el territorio y la territorialidad para el
campesinado como base para una genuina política de reforma agraria integral. Es
crucial una reforma tributaria que grave con impuestos altos a los grandes
propietarios de la tierra. Consideramos que las Zonas de Reserva Campesina son
una ganancia del movimiento campesino colombiano, consideramos fundamental
defenderlas como instrumento de la lucha de las comunidades rurales. También
creemos que es necesario generar otras figuras que solucionen los problemas del
campo abarcando todo el territorio nacional y atacando la gran propiedad
terrateniente para buscar una genuina redistribución de la tierra y la
pervivencia en el territorio. Por lo anterior, no compartimos la sustracción de
Zonas de Reserva Forestal para instaurar Zonas de Reserva Campesina. Es
necesario seguir buscando el reconocimiento, ampliación y saneamiento de
resguardos indígenas y territorios colectivos afro.
Seguiremos
luchando por la suspensión de las concesiones de territorios a empresas
transnacionales. Seguiremos expulsando a esas compañías de nuestras regiones.
Buscaremos derogar las normas que legalizan el despojo y que amenazan la vida y la permanencia en los
territorios. La minería a cielo abierto debe ser erradicada en su totalidad.
Nos oponemos a toda forma de extranjerización de la tierra y cesión de baldíos
de la nación a grandes inversionistas.
Rechazamos la posible aprobación del derecho de superficie, el vuelo
forestal y demás formas de privatización soterrada de la tierra y el
territorio. Es necesario reformar el régimen de licencias ambientales con el
fin de generar mecanismos jurídicos efectivos que protejan los ecosistemas. Las
comunidades delimitaremos Zonas de Biodiversidad para proteger los territorios.
Proponemos
una ley marco de hidrocarburos que reivindique elementos de soberanía nacional
y redistribución de la renta petrolea y
gasífera. Buscaremos que Ecopetrol vuelva a ser una empresa completamente
pública y buscaremos instituir una empresa nacional minera pública. De igual
manera defendemos el carácter público de los demás bienes comunes de carácter
estratégico para la nación. Es necesario generar una política de pago de la
deuda ambiental generada por la extracción de recursos.
Buscamos
una cultura de la vida que propague una nueva ética de sobrevivencia y de convivencia,
y que libere la re-creación de la sociedad. En ese gran propósito, será
necesario consolidar un movimiento cultural que involucre el conjunto de
acciones que promuevan la cultura de la vida, desde la educación, las
comunicaciones, el arte, el deporte y la recreación.
Asumimos
el comprimiso de establecer y fortalecer los lazos con los pueblos hermanos de
nuestra américa y especialmente con movimiento sociales y populares que
encaminan sus luchas por la autodeterminación, la soberanía y la construcción
de la patria grande. Hablamos de CLOC-via campesina, Frente Darío Santillán,
Coordinadora de Movimientos Populares de América (COMPA), Movimiento de los Sin
Tierra y otros. Buscaremos interlocusión ante UNASUR, MERCOSUR, CELAC Y ALBA en
camino de lograr acompañamiento efectivo para el proceso de paz en Colombia y
para presentar nuestra agenda de país para la vida digna.
Finalmente,
como Congreso para la paz planteamos que vivimos hoy una crisis humanitaria en
nuestros territorios, como consecuencia de las lógicas extractivitas,
represivas y excluyentes que el actual régimen ha establecido durante
décadas, y que se agudiza por la
existencia del conflicto armado. Esta crisis se manifiesta, entre otras, en la
militarización de los territorios indígenas, campesinos, afro decendientes, y
urbanos; en la sistemática violación a los derechos humanos y las infracciones al DIH; en la precariedad
de la población carcelaria y en
especial de los y las detenidas políticas
que por su estado de sujeción se ven excluidos de todos sus derechos; en la criminalización
de los sectores rurales; en la
sistemática violencia sexual ejercida contra las mujeres y niñas, hombres y
niños que genera no solo afecciones individuales sino afecciones colectivas que
generan rupturas del tejido social y familiar.
En
consecuencia, la construcción de esta agenda social el Congreso para la paz
ratifica y propone como escenarios para la acción política:
1.
Configurar espacios regionales y locales de diálogo (insurgencia, Gobierno,
comunidades) para solucionar la crisis.
2.
Promover y establecer una comisión de la verdad para esclarecer los crímenes,
los beneficiarios y los autores intelectuales de la crisis humanitaria al
tiempo que avanzamos en la exigencia de la libertad inmediata para lxs
luchadores detenidxs (presas y presos políticos) arbitrariamente y le exigimos
tanto al Estado como a las insurgencias el cese bilateral al fuego.
3. La
Ruta Social Común para la Paz, en la que seguiremos participando de manera más
activa y aunaremos esfuerzos para vincular otras organizaciones sociales y
políticas que le apuestan hoy a la Paz. Es necesario que la tomemos como propia
y definamos más claramente la participación de todas las regiones en ella.
Además de ello debemos jalonar desde allí la construcción de una agenda de paz
conjunta para el país, que contemple iniciativas como las constituyentes por la
paz.
4. La
construcción de un espacio multilateral de dialogo, donde juegue nuestra visión
de paz, permita la participación directa y decisoria de sectores populares,
sociales y democráticos. Lo nuevo de este escenario es que participaran los
excluidos, los sin voz.
5. La
construcción del movimiento social por la paz persiguiendo una gran confluencia
democrática y popular por la paz y los cambios. En este propósito no partimos
de cero, ya tenemos unos acumulados en cuanto a movilización y encuentro con
otros, requerimos que se escuchen muchas más voces. Debemos retomar las
experiencias que diversas comunidades han venido construyendo en la
conformación de territorios de paz. Estos serían escenarios idóneos para
desarrollar propuestas de diálogos regionales.
Dicho
movimiento debe reunir a los diversos sectores sociales y políticos que
coincidan en la necesidad de impulsar la movilización por una agenda social de
paz y la pertinencia de la participación de los sectores populares en los
procesos de paz. La unidad debe entenderse como principio permanente de
ampliación de la agenda política del movimiento social por la paz y como la
acción conjunta de diversas expresiones políticas y sociales. Este debe ser
ante todo un agente de impulso de una agenda política por la superación del
conflicto social y armado y por la erradicación de las condiciones que lo hacen
posible. Por esa razón el movimiento por la paz cristaliza sus propósitos en la
acción política y la movilización por una sociedad con justicia social y vida
digna.
CONGRESO
PARA LA PAZ
PUEBLOS
CONSTRUYENDO PAZ PARA LA VIDA DIGNA
1 comentarios:
CARTA ABIERTA AL CONGRESO PARA LA PAZ.
Con el ánimo de contribuir al Movimiento Social que Uds. están proclamando, me permito comunicarles la siguiente concepción en torno a la paz:
La paz no es cuestión de decretos, ni de concilios, ni de acuerdos previos; la paz es igualdad (1) y equidad (2). De estas 2 propiedades emergen el respeto mutuo, la dignidad, la autoestima, la consagración al trabajo con el propósito de alcanzar la realización personal, y con ella la plenitud y la felicidad.
Los regímenes esclavistas constituyen la negación de la igualdad y de la equidad y de las virtudes anteriormente anotadas.
En Colombia, las estadísticas demuestran que el 90% del producto interno bruto está en manos del 10% de la población y el 90% de la población, posee el 10% restante; y en cuestiones de justicia, el 95% de los crímenes quedan en la impunidad.
Los razonamientos anteriores explican, al menos parcialmente, la guerra en Colombia. Para continuar el estudio y debate de estos temas, los invito a leer y discutir el DECÁLOGO DE LA PAZ y LA FORMACIÓN DEL NIÑO EN SU MÁS TIERNA INFANCIA, contenidos en el blog: www.laultimaoportunidad.com (Los Planos de la Patria Soñada).
Con la esperanza de encontrarnos en el citado blog, me despido de Us. Atentamente:
Benhur Chica Giraldo, M. Sc.
Profesor Jubilado, U. N. Bogotá,
Dpto. Física, Secc. Biofísica.
Véase en Google.
(1) La igualdad, es la posibilidad y derecho que tiene todo ser humano de realizarse para alcanzar su plenitud.
(2) La equidad es la justicia del corazón; y, la justicia es dar a cada cual lo que merece.
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