La Silla Vacia
La crisis
Ayer se inició un paro de trabajadores administrativos en
la Universidad Nacional que -de no tener pronta solución- amenaza con afectar
gravemente la finalización normal del semestre académico. Ese es el temor de
todos. Este paro se suma a una serie de crisis que se han venido anunciando y cumpliendo: la
incapacidad de cubrir las becas de posgrado ofrecidas a los mejores
estudiantes, el deterioro de la planta física, el posible embargo a importantes
recursos de la universidad, y el aumento
-que según los estudiantes- se produjo en la matrículas. En algunos
casos estas noticias son artilugios publicitarios impulsados en las redes
sociales y en otros son realidades palpables e innegables. De cualquier forma
es evidente que la universidad está entrando en una crisis sin precedentes. Por
otro lado, hace poco hubo un escándalo mediático en el que se señalaba a la
rectoría de gastar demasiado en unos muebles y se hacía referencia a los
problemas financieros de la Universidad. Yo sólo quiero dejar clara una cosa: el
origen de los problemas de financiación de la Universidad Nacional NO son las
sillas del rector.
Una costumbre burguesa, compañero!
En los sesenta, una costumbre burguesa era una acusación
grave que sugería que uno había adquirido un gusto personal por algún producto
del capitalismo. La idea era, por supuesto, que no había que usar ropa de moda,
sino sacos con parches, y nunca montarse en una moto Harley Davidson, ni para
una foto. Siendo niño, le pregunté a un entonces joven comunista por qué los carros
rusos (UAZ, GAZ) era tan feos, y me contestó que preguntar eso era una
costumbre burguesa. Ese día entendí que uno debía sentirse culpable por la
comodidad y el diseño. Esa culpa me persigue desde entonces. Por eso cuando
supe de las compras del rector me sentí indignado. Después me di cuenta de que,
como muchos otros en la izquierda, estaba siendo manipulado a través del
encuadre (framing) equivocado.
Framing
En psicología cognitiva, existe el concepto de framing o,
mal traducido, el encuadre. En términos técnicos este fenómeno se refiere al
hecho de que la percepción de los eventos es relativa al contexto y al tipo de
presentación que se hace de ellos. En el ejemplo clásico de Tversky y Kahneman,
las personas prefieren invertir en un tratamiento que salve al 80% de los
pacientes, que en otro en él que mueren el 20% de los pacientes. Aunque los dos
tratamientos son equivalentes, el primero parece más atractivo por la forma en
que se presenta.
El concepto de framing ha sido extendido para explicar
efectos diferenciales de los medios y de las iniciativas de movilización
social. En la política norteamericana, por ejemplo, el caso clásico es el
framing realizado por los republicanos en relación con las reducciones de
impuestos a los más ricos. Aunque la medida es regresiva, en el sentido en que
los más pobres pagan más, los republicanos lograron hacer un framing que hace
difícil oponerse a ella, al describirla como un alivio (“tax relief”).
Cualquiera que se oponga, será percibido como oponiéndose a un alivio
tributario, y por lo tanto como un enemigo de los intereses ciudadanos. En los
medios, la diferencia del framing es tan sencilla como la diferencia entre
titular "los estudiantes marchan por sus derechos" frente a "los
estudiantes marchan generando terribles trancones". Aunque la información
es la misma, las percepciones pueden ser diametralmente opuestas. Se sabe que
quien impone el framing, quien elige la agenda del debate, generalmente gana en
términos de efectividad política y movilización social (e.g., "it´s the
economy stupid").
En el debate sobre la financiación de la universidad
pública pueden existir diferentes framings. Uno -que es acorde con la realidad-
es que la Universidad Nacional ha aumentado sus niveles de eficiencia en los
últimos años de una manera sorprendente, y que es la disminución paulatina de
los aportes del Estado, lo que la ha postrado en crisis. Por citar sólo un
ejemplo la universidad ha aumentado sus aportes de autofinanciación hasta 570
mil millones de pesos al año, mientras que los aportes del Estado han
disminuido en términos absolutos. En la misma línea, el aumento de los
profesores con doctorado, a los que por supuesto hay que pagarles más por
cuestiones estatutarias y porque de acuerdo con las leyes del mercado sino se van
para otro lado, ha hecho que los gastos aumenten. También la universidad ha
aumentado la cobertura, el número de estudiantes, a pesar de tener la planta
congelada yunos aportes insuficientes del gobierno central. Todas estas
situaciones han generado una crisis estructural que no tiene que ver con gastos
particulares, sino con las exigencias del Ministerio de Educación que han
arrinconado a la universidad en una encrucijada financiera de la que, si no se
hace algo importante y pronto, no va a salir.
El otro framing que se ha intentado imponer, y del que
han caído víctimas muchos estudiantes y otros defensores de la universidad
pública, es que en la universidad se gasta mucho. Ese framing quita el peso de
la responsabilidad en la financiación estatal, y lo pone en manos de los
funcionarios de la universidad. La verdad es que en la universidad no se gasta
mucho. Se trabaja con los uñas, y se hacen rendir hasta los últimos centavos de
todas las partidas que entran. Si se compara lo que le entra a la Universidad
Nacional de Colombia con lo que le entra a la UNAM o la Universidad de Sao
Paulo, nuestras cifras son risibles.
Las sillas del rector y la candidez de muchos defensores
de la universidad pública.
En lo personal creo que la compra de las sillas del rector
es una indelicadeza pero no es el origen del problema de financiación de la
universidad. Es una indelicadeza porque dada la coyuntura no se puede dar
papaya de esa manera, y lo es también por no calcular que muchos en la vieja
izquierda lo verían como un signo más de las costumbres burguesas. ¿Quién sabe qué pudo pensar el rector? Tal
vez, pudo pensar que la universidad debe tener un espacio presentable para
recibir y realizar reuniones y que no se puede negociar el futuro de la
Universidad Pública en una oficina con muebles rotos. O pudo tal vez sentirse
cansado de la estética post segunda guerra mundial que se vive en muchos
edificios de la universidad, debido a que la reducción de presupuesto ha hecho
imposible renovar la planta física, y los muebles.
Lo que hay que tener claro es que el problema de
financiación de la Universidad no se origina ahí, y que ese framing no nos
sirve a los que defendemos la universidad pública. El problema de este framing
es que se pone el foco en los gastos de la rectoría, y no en el problema global
de financiación que tiene la universidad. El problema también es que pone el
peso de la prueba (“burden of proof”), en palabras de Chomsky, en la
universidad pública, y no en el funcionamiento global de la financiación de la
educación en Colombia. Acaso alguien se ha preguntado cuanto valieron los
muebles de la rectoría de los Andes, o de Harvard, o las sillas de la oficina
de la ministra o de la dirección del SENA?
La crisis que se viene este año con los problemas de
contratación y la insatisfacción ya no sólo de estudiantes sino de los
empleados administrativos, no es culpa de los muebles del rector, sino de la
desfinanciación sistemática de la universidad. Creo que hay muchos defensores
de la universidad que se comieron el framing de los medios y no se dan cuenta
que con las sillas de Mantilla, se van también las becas para los estudiantes
con mejor rendimiento, los bonos alimenticios y los monitores, la poca pintura
que hay para los edificios, y la poca plata que queda para hacer investigación.
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