jueves, 28 de febrero de 2013

El paro de los trabajadores de la Universidad Nacional y las sillas vacías del rector

La Silla Vacia
La crisis
Ayer se inició un paro de trabajadores administrativos en la Universidad Nacional que -de no tener pronta solución- amenaza con afectar gravemente la finalización normal del semestre académico. Ese es el temor de todos. Este paro se suma a una serie de crisis que  se han venido anunciando y cumpliendo: la incapacidad de cubrir las becas de posgrado ofrecidas a los mejores estudiantes, el deterioro de la planta física, el posible embargo a importantes recursos de la universidad, y el aumento  -que según los estudiantes- se produjo en la matrículas. En algunos casos estas noticias son artilugios publicitarios impulsados en las redes sociales y en otros son realidades palpables e innegables. De cualquier forma es evidente que la universidad está entrando en una crisis sin precedentes. Por otro lado, hace poco hubo un escándalo mediático en el que se señalaba a la rectoría de gastar demasiado en unos muebles y se hacía referencia a los problemas financieros de la Universidad. Yo sólo quiero dejar clara una cosa: el origen de los problemas de financiación de la Universidad Nacional NO son las sillas del rector.
Una costumbre burguesa, compañero!
En los sesenta, una costumbre burguesa era una acusación grave que sugería que uno había adquirido un gusto personal por algún producto del capitalismo. La idea era, por supuesto, que no había que usar ropa de moda, sino sacos con parches, y nunca montarse en una moto Harley Davidson, ni para una foto. Siendo niño, le pregunté a un entonces joven comunista por qué los carros rusos (UAZ, GAZ) era tan feos, y me contestó que preguntar eso era una costumbre burguesa. Ese día entendí que uno debía sentirse culpable por la comodidad y el diseño. Esa culpa me persigue desde entonces. Por eso cuando supe de las compras del rector me sentí indignado. Después me di cuenta de que, como muchos otros en la izquierda, estaba siendo manipulado a través del encuadre (framing) equivocado.
Framing
En psicología cognitiva, existe el concepto de framing o, mal traducido, el encuadre. En términos técnicos este fenómeno se refiere al hecho de que la percepción de los eventos es relativa al contexto y al tipo de presentación que se hace de ellos. En el ejemplo clásico de Tversky y Kahneman, las personas prefieren invertir en un tratamiento que salve al 80% de los pacientes, que en otro en él que mueren el 20% de los pacientes. Aunque los dos tratamientos son equivalentes, el primero parece más atractivo por la forma en que se presenta.
El concepto de framing ha sido extendido para explicar efectos diferenciales de los medios y de las iniciativas de movilización social. En la política norteamericana, por ejemplo, el caso clásico es el framing realizado por los republicanos en relación con las reducciones de impuestos a los más ricos. Aunque la medida es regresiva, en el sentido en que los más pobres pagan más, los republicanos lograron hacer un framing que hace difícil oponerse a ella, al describirla como un alivio (“tax relief”). Cualquiera que se oponga, será percibido como oponiéndose a un alivio tributario, y por lo tanto como un enemigo de los intereses ciudadanos. En los medios, la diferencia del framing es tan sencilla como la diferencia entre titular "los estudiantes marchan por sus derechos" frente a "los estudiantes marchan generando terribles trancones". Aunque la información es la misma, las percepciones pueden ser diametralmente opuestas. Se sabe que quien impone el framing, quien elige la agenda del debate, generalmente gana en términos de efectividad política y movilización social (e.g., "it´s the economy stupid").
En el debate sobre la financiación de la universidad pública pueden existir diferentes framings. Uno -que es acorde con la realidad- es que la Universidad Nacional ha aumentado sus niveles de eficiencia en los últimos años de una manera sorprendente, y que es la disminución paulatina de los aportes del Estado, lo que la ha postrado en crisis. Por citar sólo un ejemplo la universidad ha aumentado sus aportes de autofinanciación hasta 570 mil millones de pesos al año, mientras que los aportes del Estado han disminuido en términos absolutos. En la misma línea, el aumento de los profesores con doctorado, a los que por supuesto hay que pagarles más por cuestiones estatutarias y porque de acuerdo con las leyes del mercado sino se van para otro lado, ha hecho que los gastos aumenten. También la universidad ha aumentado la cobertura, el número de estudiantes, a pesar de tener la planta congelada yunos aportes insuficientes del gobierno central. Todas estas situaciones han generado una crisis estructural que no tiene que ver con gastos particulares, sino con las exigencias del Ministerio de Educación que han arrinconado a la universidad en una encrucijada financiera de la que, si no se hace algo importante y pronto, no va a salir.
El otro framing que se ha intentado imponer, y del que han caído víctimas muchos estudiantes y otros defensores de la universidad pública, es que en la universidad se gasta mucho. Ese framing quita el peso de la responsabilidad en la financiación estatal, y lo pone en manos de los funcionarios de la universidad. La verdad es que en la universidad no se gasta mucho. Se trabaja con los uñas, y se hacen rendir hasta los últimos centavos de todas las partidas que entran. Si se compara lo que le entra a la Universidad Nacional de Colombia con lo que le entra a la UNAM o la Universidad de Sao Paulo, nuestras cifras son risibles.
Las sillas del rector y la candidez de muchos defensores de la universidad pública.
En lo personal creo que la compra de las sillas del rector es una indelicadeza pero no es el origen del problema de financiación de la universidad. Es una indelicadeza porque dada la coyuntura no se puede dar papaya de esa manera, y lo es también por no calcular que muchos en la vieja izquierda lo verían como un signo más de las costumbres burguesas.  ¿Quién sabe qué pudo pensar el rector? Tal vez, pudo pensar que la universidad debe tener un espacio presentable para recibir y realizar reuniones y que no se puede negociar el futuro de la Universidad Pública en una oficina con muebles rotos. O pudo tal vez sentirse cansado de la estética post segunda guerra mundial que se vive en muchos edificios de la universidad, debido a que la reducción de presupuesto ha hecho imposible renovar la planta física, y los muebles.
Lo que hay que tener claro es que el problema de financiación de la Universidad no se origina ahí, y que ese framing no nos sirve a los que defendemos la universidad pública. El problema de este framing es que se pone el foco en los gastos de la rectoría, y no en el problema global de financiación que tiene la universidad. El problema también es que pone el peso de la prueba (“burden of proof”), en palabras de Chomsky, en la universidad pública, y no en el funcionamiento global de la financiación de la educación en Colombia. Acaso alguien se ha preguntado cuanto valieron los muebles de la rectoría de los Andes, o de Harvard, o las sillas de la oficina de la ministra o de la dirección del SENA?
La crisis que se viene este año con los problemas de contratación y la insatisfacción ya no sólo de estudiantes sino de los empleados administrativos, no es culpa de los muebles del rector, sino de la desfinanciación sistemática de la universidad. Creo que hay muchos defensores de la universidad que se comieron el framing de los medios y no se dan cuenta que con las sillas de Mantilla, se van también las becas para los estudiantes con mejor rendimiento, los bonos alimenticios y los monitores, la poca pintura que hay para los edificios, y la poca plata que queda para hacer investigación.

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