sábado, 12 de enero de 2013

Profesor Jaime Alberto Pineda: Prisionero Político

Por tercera vez y bajo los mismos cargos, que se resumen en su señalamiento como guerrillero, fue privado de la libertad el filósofo Jaime Alberto Pineda, profesor de la Universidad de Caldas y de la Universidad Nacional Sede Manizales: la primera vez en junio de 2007; la segunda en noviembre de 2008; y esta vez el pasado 5 de diciembre. En esta ocasión, el profesor Pineda compareció voluntariamente ante la fiscalía luego de proferida una orden de captura en su contra. Según lo dio a conocer el Comité Permanente de Derechos Humanos del Departamento de Caldas (CPDH), al mismo proceso han sido vinculados ocho profesionales más, egresados de la Universidad de Caldas (Manizales, Colombia),capturados simultáneamente en operativos realizados en Bogotá, Manizales, Cali, Huila y Risaralda el pasado 22 de noviembre.
El CPDH ha hecho un llamado a los Organismos de Control del Estado, a los medios de comunicación, a las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos Nacionales e Internacionales, a la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas, al Comité Internacional de la Cruz Roja, a los movimientos sindical, estudiantil, femenino, cívico popular y a la comunidad en general a exigir el respeto por el debido proceso, los derechos humanos y la dignidad humana del profesor Jaime Alberto Pineda y los demás detenidos.
Las reiteradas acusaciones y detenciones del filósofo manizalita, así como los operativos simultáneos contra los demás profesionales caldenses, no dejan duda de que se trata de un nuevo caso de persecución política en el que, una vez más, se teje un cerco de intimidación y vulneración sobre la universidad pública, análogo en muchos aspectos al perpetrado en los casos todavía recientes del profesor Miguel Ángel Beltrán o del profesor Renán Vega Cantor, este último bajo el asedio de fuerzas paraestatales.
Para la comunidad en general.
Hablan los viejos sobre tiempos mejores, de barrio pequeño, olor a café y una vieja casa. Hablan de épocas que ahora se fueron, que se disolvieron y llegamos nosotros.
Llegamos nosotros y escribimos cartas.
Escribimos esta carta, entonces, reunidos en un aula en donde hace poco se hablaba de arte, de poesía vieja y pensamiento ambiental. Prometimos, además, no recordar esta carta que no sabe a un buen tiempo. En cambio pedimos nos devuelvan la clase, y con ella al maestro. A Jaime, al profe, al de poco cabello y sonrisa muy ancha. El que impulsa a escribir, el que no niega una clase.
Pedimos esto porque es a él a quien en este momento se le imputa el delito de rebelión, y aunque leímos la ley, esta nos sigue siendo extraña. Ya son varios los años frecuentando sus clases, conociendo sus ideas y guardando algunas monedas para fotocopiar sus libros. En sus clases vimos peligros, y de esto nadie se asombre, pues nuestra continua apatía se va transformando en desastre ambiental. De guerras hablamos y seguiremos hablando, de fusiles y bombas, de rostros perdidos, y al igual que en la clase se seguirán condenando.
No entendemos el delito que ahora le imponen, pues no fueron las armas ni el amor a la guerra lo que vimos en clase, sus clases tenían como objetivo el respeto a la tierra, la no contaminación, la preservación del planeta. Y para esto, sus armas fueron siempre la filosofía, el arte, la poesía y música, y si estas ideas están contra los ideales del gobierno, ¿cuál son entonces las ideas de dicho gobierno?
Escribimos esta carta, y ojalá no haya otra, pidiendo a profesores, estudiantes, mujeres, hombres y amigos, pidiendo al Estado y a todo el que pueda leerla, que nos regresen la clase, y con ella al maestro. Pedimos que, si de pruebas se trata, se nos tenga hoy en cuenta, se nos dé la palabra y hablemos del maestro. Pues, si de pruebas se trata, hoy ya somos mejores, caminamos sin prisa y gastamos menos agua. Hablamos más grato, escribimos con gusto. Si se trata de pruebas, daremos una clase, mostraremos pinturas que piden un mejor mundo; recitaremos el Pan y Vino que antaño cantó Hölderlin; mataremos los sueños de un mañana sin vida. Si se trata de pruebas, señores del juzgado, nosotros somos prueba.
Escribimos, nosotros, los estudiantes, los que en pocos años ocuparemos sus puestos, los que les pedimos nos dejen al Maestro, los que no quieren otra cosa que un futuro bueno y, si ustedes nos lo permiten, con un poco más de poesía.
Terminamos, entonces, esta breve carta. Que de humilde tiene todo y de agreste nada. No sin antes insistir que queremos ser prueba, motivo y agravante de la liberación del profesor Jaime, y para esto escribimos a padres, a jueces, a vecinos o allegados de nuestra ciudad, y a todo el que entienda que, para enseñar y hacernos buenos, un maestro es suficiente.

Estudiantes de Filosofía y Letras
Profesional y Licenciatura.

Por: Organismos defensa DDHH


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