Por
tercera vez y bajo los mismos cargos, que se resumen en su señalamiento como
guerrillero, fue privado de la libertad el filósofo Jaime Alberto Pineda,
profesor de la Universidad de Caldas y de la Universidad Nacional Sede
Manizales: la primera vez en junio de 2007; la segunda en noviembre de 2008; y
esta vez el pasado 5 de diciembre. En esta ocasión, el profesor Pineda
compareció voluntariamente ante la fiscalía luego de proferida una orden de
captura en su contra. Según lo dio a conocer el Comité Permanente de Derechos
Humanos del Departamento de Caldas (CPDH), al mismo proceso han sido vinculados
ocho profesionales más, egresados de la Universidad de Caldas (Manizales,
Colombia),capturados simultáneamente en operativos realizados en Bogotá,
Manizales, Cali, Huila y Risaralda el pasado 22 de noviembre.
El CPDH
ha hecho un llamado a los Organismos de Control del Estado, a los medios de
comunicación, a las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos
Nacionales e Internacionales, a la Oficina del Alto Comisionado de Naciones
Unidas, al Comité Internacional de la Cruz Roja, a los movimientos sindical,
estudiantil, femenino, cívico popular y a la comunidad en general a exigir el
respeto por el debido proceso, los derechos humanos y la dignidad humana del
profesor Jaime Alberto Pineda y los demás detenidos.
Las
reiteradas acusaciones y detenciones del filósofo manizalita, así como los
operativos simultáneos contra los demás profesionales caldenses, no dejan duda
de que se trata de un nuevo caso de persecución política en el que, una vez
más, se teje un cerco de intimidación y vulneración sobre la universidad
pública, análogo en muchos aspectos al perpetrado en los casos todavía
recientes del profesor Miguel Ángel
Beltrán o del profesor Renán Vega Cantor,
este último bajo el asedio de fuerzas paraestatales.
Para la
comunidad en general.
Hablan
los viejos sobre tiempos mejores, de barrio pequeño, olor a café y una vieja
casa. Hablan de épocas que ahora se fueron, que se disolvieron y llegamos
nosotros.
Llegamos
nosotros y escribimos cartas.
Escribimos
esta carta, entonces, reunidos en un aula en donde hace poco se hablaba de
arte, de poesía vieja y pensamiento ambiental. Prometimos, además, no recordar
esta carta que no sabe a un buen tiempo. En cambio pedimos nos devuelvan la
clase, y con ella al maestro. A Jaime, al profe, al de poco cabello y sonrisa
muy ancha. El que impulsa a escribir, el que no niega una clase.
Pedimos
esto porque es a él a quien en este momento se le imputa el delito de rebelión,
y aunque leímos la ley, esta nos sigue siendo extraña. Ya son varios los años
frecuentando sus clases, conociendo sus ideas y guardando algunas monedas para
fotocopiar sus libros. En sus clases vimos peligros, y de esto nadie se
asombre, pues nuestra continua apatía se va transformando en desastre
ambiental. De guerras hablamos y seguiremos hablando, de fusiles y bombas, de
rostros perdidos, y al igual que en la clase se seguirán condenando.
No
entendemos el delito que ahora le imponen, pues no fueron las armas ni el amor
a la guerra lo que vimos en clase, sus clases tenían como objetivo el respeto a
la tierra, la no contaminación, la preservación del planeta. Y para esto, sus
armas fueron siempre la filosofía, el arte, la poesía y música, y si estas ideas
están contra los ideales del gobierno, ¿cuál son entonces las ideas de dicho
gobierno?
Escribimos
esta carta, y ojalá no haya otra, pidiendo a profesores, estudiantes, mujeres,
hombres y amigos, pidiendo al Estado y a todo el que pueda leerla, que nos regresen
la clase, y con ella al maestro. Pedimos que, si de pruebas se trata, se nos
tenga hoy en cuenta, se nos dé la palabra y hablemos del maestro. Pues, si de
pruebas se trata, hoy ya somos mejores, caminamos sin prisa y gastamos menos
agua. Hablamos más grato, escribimos con gusto. Si se trata de pruebas, daremos
una clase, mostraremos pinturas que piden un mejor mundo; recitaremos el Pan y
Vino que antaño cantó Hölderlin; mataremos los sueños de un mañana sin vida. Si
se trata de pruebas, señores del juzgado, nosotros somos prueba.
Escribimos,
nosotros, los estudiantes, los que en pocos años ocuparemos sus puestos, los
que les pedimos nos dejen al Maestro, los que no quieren otra cosa que un
futuro bueno y, si ustedes nos lo permiten, con un poco más de poesía.
Terminamos,
entonces, esta breve carta. Que de humilde tiene todo y de agreste nada. No sin
antes insistir que queremos ser prueba, motivo y agravante de la liberación del
profesor Jaime, y para esto escribimos a padres, a jueces, a vecinos o allegados
de nuestra ciudad, y a todo el que entienda que, para enseñar y hacernos
buenos, un maestro es suficiente.
Estudiantes
de Filosofía y Letras
Profesional
y Licenciatura.
Por:
Organismos defensa DDHH
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