lunes, 17 de diciembre de 2012

Ex-Decanos alarmados por la situación que vive la Facultad de Ingeniería en la UdeA


Medellín, diciembre 5 de 2012

Señores consejeros
Consejo de la Facultad de Ingeniería
Universidad de Antioquia
Medellín

Respetados consejeros:
En materia de educación superior fue muy representativo de la Edad Media el clasificar las facultades en las que llamaban mayores, como las de Teología, y las que llamaban menores para el resto de los saberes; al parecer esta discriminación se repite hoy en el Alma Máter de los antioqueños por la poca importancia que les dan o el marcado desinterés de la Administración Central por las facultades que funcionan en la Ciudad Universitaria, como la de Ingeniería, y, en cambio, marcado interés por otras, como la Facultad de Medicina o las del Área de la Salud, imitando los mejores tiempos de la Edad Media.
A esa discriminación se une una pérdida interna de identidad en la Facultad, ocasionada por el natural relevo generacional que tuvo escasa transición. Identidad que debe construirse colectivamente para establecer, hoy, quiénes somos, en qué nos distinguimos dentro de la Universidad y en que temas académicos de fondo nos unificamos, para poderlos impulsar.
Alcanzar una identidad propia es difícil, se logra con un proceso participativo y hay varias razones que la dificultan; dos de ellas son de carácter histórico. Como Ingeniería militar nació en el seno de los ejércitos y poco se diferencia de la disciplina que estos exigen; como Ingeniería Civil, Química o Eléctrica surgió en corporaciones que tenían un propósito más amplio. Luego, cuando se trasladó a las universidades, quedó cautiva del discurso científico y, a veces, los mismos ingenieros piensan que la Ingeniería es simplemente una ciencia aplicada. Por último, la diversidad de la Ingeniería, con sus muchas especializaciones, hace que estas se desconozcan y que no se tenga un espíritu de cuerpo porque cada rama lo quiere desarrollar. Además, las facultades de ingeniería inician la enseñanza con los cursos de fundamentación científica, por lo cual los estudiantes se demoran en identificarse con su profesión, a diferencia de los médicos, los abogados, los artistas, etc.
A lo anterior hay que sumarle la falta de liderazgo de la Administración de la Facultad de Ingeniería para enfrentar los retos que la dependencia y su devenir demandan y el aparente temor para reunirse con los profesores, estudiantes y empleados; a tal punto que es común que se deleguen decisiones trascendentales en otras instancias, las cuales, con buena voluntad, toman las decisiones que consideran más apropiadas sobre el rumbo de una Facultad de más de siete mil quinientos estudiantes, pero a quienes, por no tener la suficiente experiencia laboral o el indispensable olfato político, les queda difícil acertar sobre el rumbo que debe seguir la Facultad.
Todo ello nos lleva a los exdecanos de la Facultad de Ingeniería, firmantes de la presente carta, a preocuparnos por temas que están a punto de hacer metástasis en la Facultad y que hoy develamos ante el resto de la comunidad.
Ha sido tradicional que en la Facultad la planeación sea una herramienta que permita consensos en la construcción del futuro algo que debe ser inherente a la visión que la Ingeniería tiene de su quehacer; sin embargo, ella brilla hoy por su ausencia.
La Facultad se ha embarcado ciegamente en la ampliación de la cobertura, tanto de pregrado como de posgrado; ciegamente, porque no ha exigido los recursos que se requieren para ello. Por lo cual los programas y los cursos se han multiplicado sin el número adecuado de profesores, de los que hay un déficit enorme, con sus nefastas consecuencias en la calidad. La planta docente de tiempo completo es más o menos la misma desde hace muchos años aunque la Facultad casi ha duplicado su capacidad y sólo ha recibido “migajas” de la Administración Central, con unas pocas plazas en préstamo del Rector pero no asignadas oficialmente a ella, las cuales son ínfimas ante el crecimiento desbordado de los cursos y los programas de la misma.
A ello hay que sumarle que, según las posibilidades, se ofrecen 75 cupos para ingresos nuevos a las diferentes carreras, incluyendo en ellos la deserción temprana y la precoz, y la Vicerrectoría de Docencia los modifica para permitir el ingreso promedio de 120 estudiantes en cada una, para un total de más de 1.300 admitidos en cada llamado. Esto, además de los docentes que se requieren y que no se tienen, sumado a un déficit de por lo menos 80 aulas, ya que el bloque 19 no fue suficiente y se entregó casi la totalidad de los salones del bloque 21 a otras dependencias.
La Facultad para remediar paliativamente estas falencias ha recurrido a masificar el profesorado de cátedra, las TIC´S y la virtualidad, pues esta parece ser la tendencia del “futuro”, pero el futuro no existe y hay que construirlo, no instalarlo; no basta con el voluntarismo de algunos iluminados, no, primero hay que crear las condiciones actitudinales frente al proceso y eso no se hace impositivamente. Sabemos por experiencia propia que nunca en el breve término de un día madura el fruto ni la espiga grana.
A los estudiantes nuevos del modelo presencial, ante la carencia de profesores y  de aulas, en muchas asignaturas les ofrecen como posibilidad la de “asistir” a los cursos en la modalidad virtual y ellos, que se matricularon en programas presenciales, están altamente inconformes ya que se vulneran sus derechos, por lo cual se está gestando una grave situación de inconformidad.
A este crecimiento desmedido hay que sumarle la creación del nuevo programa en Oceanografía que viene dictando la Facultad en la región de Urabá y sobre el cual no se sabe cuál fue el proceso planificador que le dio origen, o los profesores con los cuales se está sirviendo, los laboratorios con que cuenta y demás detalles mínimos de todo programa nuevo, para que sea viable y pueda sostenerse en el tiempo.
Agréguese, además, el tema de las regiones donde el problema es similar o peor; por ejemplo, se tiene un programa de ingeniería creado en la modalidad virtual para la regional de Sonsón y como no se cuenta con la tecnología ni con los recursos, se tienen que enviar en la modalidad de cátedra a los profesores, lo cual, a todas luces, es un incumplimiento con el registro que se posee y un irrespeto para los estudiantes. Y se tienen en otras regionales programas como el de Sistemas que, según el informe de los pares que visitaron el programa presencial de la Sede Central hace pocos meses, presenta tantos asuntos por mejorar que en este momento está en vilo si será o no reacreditado; y, sin resolver estos temas mínimos, se ofrecen de manera desaforada en las regionales.
Caso similar ocurre con Ingeniería Ambiental que es un programa nuevo, no consolidado en la Universidad de Antioquia y que se viene feriando en formato virtual y presencial por todas partes, sin un análisis serio y sin dar tiempo para consolidarlo. Con ello se incrementa la alta deserción de los programas regionales, que es evidente. Todo esto se sirve en la modalidad de cátedra, ya que no hay docentes nuevos vinculados para dicha labor.
Nunca se ha hecho el balance y la evaluación académica de Ude@, que presenta índices superiores al 70% de deserción. Y la obtención de los recursos para que este programa opere y crezca, recursos que están asegurados por el municipio de Medellín, se convierte en un suplicio para que la Administración Central los entregue; al punto que se debe hacer el debido “lobby burocrático” para rogar por ellos y, al final, tan sólo asignan una mínima parte de lo que en derecho le corresponde.
Para agravar el asunto, los modelos antes descritos se están aplicando a los posgrados, que se abren también de una manera, por decir lo menos, precipitada.
Hay más detalles preocupantes y no por elementales menos importantes. El número de computadores y de programas, “software”, para la docencia es mínimo. La red de la Universidad no sirve, es de las más paupérrimas que existen y sin embargo le siguen cargando demandas con las nuevas modalidades. Los estudiantes se “tiran” en el suelo por todas partes mientras aguardan sus clases y obstaculizan el paso, porque no hay espacios adecuados. Los servicios sanitarios, que apenas son suficientes, viven fuera de servicio y feamente clausurados con unas bolsas grises. Las ventas informales lo invaden todo y venden de “todo”, porque tienen demanda suficiente y ello se debe a carencias que no se han remediado de otra manera y a que la Administración Central mira para otro lado, pues dice no encontrar el debido “momento político” para actuar y, en realidad, lo que le falta es carácter y firmeza para hacer lo que está obligada a hacer. Mucho de esto no es problema exclusivo de la Facultad ni es imputable a ella, pero si ese es el telón de fondo, el panorama es más sombrío.
Falta también un norte claro en las políticas de extensión e investigación en la Facultad, el cual queda al vaivén de los grupos o personas, ya que ésta no tiene un ente verdaderamente rector que la oriente.
Conscientes de que la Facultad no puede seguir en el oscurantismo en el que se sume la Universidad con la orientación que lleva, y que no depende de la administración de esta sección: la presencia permanente en la Ciudad Universitaria de encapuchados, bombas, extorsiones, vendedores ambulantes de “todo”, y seguir su declive hasta convertirse en una “facultad de garaje”, proponemos la conveniencia de contar con un proyecto de Facultad con independencia económica, administrativa y académica, hasta convertirla en una universidad tecnológica que bien pudiera funcionar a la par de la Universidad de Antioquia, y que en esta época de reformas administrativas, que tanto malestar han generado entre la comunidad académica, pudiera ser un modelo viable. Modelo que ha demostrado ser eficiente en otros países del mundo y que podría ayudar a que la Facultad no se siga hundiendo con la Universidad y no siga dejando en entredicho su nivel académico y su calidad, sin profesores de planta, sin salones y obligando, aunque no se cuente con el aval de los estudiantes de los programas presenciales, a tomar cursos virtuales por falta de espacios y docentes de tiempo completo. Esta es una propuesta extrema, pero con el actual balance de poder en la Universidad, no se vislumbran salidas claras.
Los Ex-Decanos de la Facultad que suscribimos este documento estamos alarmados por la situación que vive la Universidad y en especial la Facultad de Ingeniería; sería ideal que la Administración Central y la de la Facultad se reunieran con el profesorado, los estudiantes y los empleados de ésta. Reuniones en las que se esperaría conocer los informes y propuestas de la Administración Central y de la Facultad frente a las dificultades esbozadas en esta carta, que son sólo una parte de los múltiples problemas que estamos viviendo, y para que se supiera qué decisiones se van a tomar en relación con ellas, antes de que se salgan de control por no atenderlas a tiempo.
Para cada uno de estos problemas hay distintas soluciones, pero pensamos que ellas deben construirse y alcanzar consensos.

Firman los Ex-Decanos de la Facultad de Ingeniería de la U de A:
ASDRÚBAL VALENCIA G.
ELKIN L. RÍOS O.
ÁLVARO GAVIRIA O.

Se remiten copias de la carta al Consejo Superior, al Consejo Académico, al Rector de la
Universidad, al Decano de la Facultad de Ingeniería y a la Comunidad Académica

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