[Libro]
Crónicas del "otro cambuche"
Miguel
Ángel Beltrán
Las
condiciones en que sobrevive la gran mayoría de los más de 80.000 presos en
cárceles de Colombia, y particularmente los más de 7.000 presos políticos.
Nota a
la segunda edición
Ofrezco
a mis lectores(as) esta segunda edición del libro “Crónicas del Otro Cambuche”.
Su entusiasta recepción entre un heterogéneo público ha sido un estímulo para
dar a luz este nuevo proyecto editorial que presento a ustedes con pequeñas
correcciones y modificaciones adelantadas sobre la versión inicial, con el
propósito de facilitar la lectura de algunos pasajes del texto .
Los
cinco meses transcurridos desde la publicación de estas crónicas no han hecho
más que reafirmar algunas de las situaciones aquí relatadas y que han
descubierto al país -por vía de los escándalos mediáticos- algo que desvelamos
ya en estas páginas, esto es, la desatinada política del Instituto Nacional
Penitenciario y Carcelario (INPEC) y la corrupción de esta entidad que colma de
privilegios y prerrogativas a aquellos internos que ostentan poder económico y
político, como sucede en los Establecimientos de Reclusión Especial (ERES),
donde están privados de la libertad ex funcionarios públicos y parapolíticos.
Así como en las guarniciones militares –caso Tolemaida- donde purgan condenas
oficiales y suboficiales acusados de cometer crímenes contra la población
civil.
Por
otra parte, las crecientes protestas de los internos presos en centros de
reclusión como “La Picota”, “Valledupar”, “Jamundí” y ERON-Bogotá, entre otras,
han llamado la atención sobre recurrentes situaciones violatorias de los
derechos humanos, colocando al desnudo las profundas inequidades en la
aplicación del tratamiento penitenciario y carcelario que afecta fundamentalmente
a presos políticos y sociales.
Ni que
decir de la clara parcialidad con que opera el sistema judicial colombiano que
ampara con sus decisiones la de por sí corrupta política penitenciaria: la
libertad por vencimiento de términos del exdirector de la unidad de información
y análisis financiero, William Arangurén, implicado en el escándalo de las
“chuzadas” y seguimientos ilegales realizadas por el DAS a magistrados,
periodistas y miembros de la oposición; así como la reclusión de los empresarios
Nule en cómodas casas fiscales (con cocina integral y televisión satelital),
luego de reconocer la apropiación ilícita de millonarios dineros públicos, son
apenas algunos episodios de esta larga cadena de desafueros.
En
medio de estas vicisitudes de la justicia colombiana, cumplo ya 700 días
privado arbitrariamente de mi libertad, sindicado a partir de pruebas que hace
ya tiempo revelaron su ilegalidad e ilicitud, pero que siguen siendo utilizadas
para silenciar el pensamiento crítico y la oposición. No obstante, gracias a la
lucha y constancia de todos(as) ustedes, permanece viva la esperanza de que se
ejerza verdadera justicia para quienes hemos sido víctimas de falsos positivos
judiciales.
Sólo me
resta agradecer públicamente el decidido y solidario apoyo de mis colegas
Antonio Márquez y Pedro Hernández, así como de todos aquellos cuya labor
editorial hicieron posible esta nueva publicación.
Miguel
Ángel Beltrán
Pabellón
Alta Seguridad
Cárcel
de La Picota, abril 10 de 2011
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