La ciudad universitaria, en Bogotá, necesita cerca de dos billones de pesos para solucionar sus problemas de infraestructura. Tres edificios ya fueron cerrados por el riesgo que representan para la comunidad. Análisis de Semana.com
A principios de julio el edificio de Arquitectura de la Universidad Nacional fue cerrado, irónicamente, porque representa un riesgo para los miles de estudiantes, maestros y trabajadores que a diario recorrían sus pasillos y asistían a sus aulas.
No es el único, el edifico de la Facultad Artes también fue evacuado y debe ser demolido, en este punto resulta más barato tumbarlo que repararlo. Lo mismo sucede con buena parte del edificio de Enfermería y el auditorio Alfonso López Pumarejo que ya completa más de tres años clausurado porque literalmente se vino abajo.
Los 125 edificios que componen la Ciudad Universitaria requieren de una intervención urgente, ya sea porque ponen en riesgo a la comunidad o simplemente para evitar que comiencen o continúen deteriorándose.
Muchos de estos edificios fueron construidos cuando aun no se exigían normas de sismo resistencia, por esta razón no cumplen con los requisitos de la ley y deben ser reforzados obligatoriamente. "La norma exige el reforzamiento, pero no hay otra ley que otorgue los recursos que se necesita para hacerlo", aseguró a Semana.com Ignacio Mantilla, el rector de la Universidad.
"La cifra estimada se acerca a los dos billones de pesos", adviertió Mantilla, el matemático, que lleva más de 35 años vinculado a la universidad y que desde mayo de este año ocupa la rectoría. Es un número alarmante si se tiene en cuenta que el presupuesto destinado este año por el Ministerio de Educación para para todas las universidades públicas del país ronda los 2,4 billones de pesos.
"Necesitamos una partida especial, esta única vez, es que es urgente", sostuvo Mantilla, consciente de la dimensión de la cifra que requiere el llamado plan de choque para el reforzamiento estructural.
¿De dónde viene la crisis?
Según María Clemencia Vargas, vicerrectora de la Sede Bogotá, la universidad ha ido ampliando su oferta de programas, particularmente en posgrados, pero no ha percibido los recursos proporcionalmente necesarios para esa expansión.
Mantilla coincide con la vicerrectora y agrega que "la universidad mantiene la misma planta docente desde 1992 y hemos hecho esfuerzos internos para resolver el crecimiento de la institución".
Por su parte el doctor Jose Félix Patiño, exrector de la universidad, en diálogo con Semana.com, no duda en señalar que la administración Uribe "no le prestó a la universidad Nacional, y en general a la universidad pública, la atención que merece".
El autor de la llamada 'Reforma Patiño' que en los años sesenta le dio un vuelco a la universidad y cuyas obras permanecen hoy y son referentes obligados de la "Ciudad Blanca", como el Auditorio León de Greiff o la Biblioteca Central por ejemplo, lamenta que se vea la universidad "como un gasto y no una maravillosa inversión".
Recientemente el Concejo Superior Universitario (CSU) aprobó la apropiación de cerca de 9.000 millones de pesos destinados originalmente a inversiones de la universidad, para cubrir un déficit de más de 10.000 millones en gastos de funcionamiento. "De no haberlo hecho, no hubiéramos podido garantizar la culminación de este año funcionando y pagando la planta docente y el personal", aseguró Mantilla.
El problema está en el modelo de distribución de los recursos que el Ministerio de Educación le entrega a las universidades. Muchos de los indicadores que se tienen en cuenta para obtener recursos han sido superados hace mucho por la universidad lo que la pone en desventaja frente a otras instituciones que, en teoría, reciben lo mismo pero tienen menos obligaciones que cubrir.
No en vano la Nacional tiene más de 100 programas de pregrado y más de 300 de posgrados, además de decenas de grupos de investigación y 301.914 metros cuadrados de infraestructura que sostener. Basta considerar que sólo el mantenimiento de los 70.000 metros cuadrados de fachadas blancas y más de 10.000 de exteriores en ladrillo y concreto, cuestan cerca de 1.000 millones de pesos, para entender que el sostenimiento del alma mater colombiana no es nada barato.
¿De donde sacar la plata?
El rector Mantilla es enfático: "La Universidad Nacional requiere de un régimen de financiamiento especial". Mientras tanto contempla cuatro alternativas.
El primer punto es el de presentar al Congreso una Ley de Honores por el aniversario 150 de la universidad. Esta alternativa permitiría que la Nación le gire una partida especial para conmemorar su fundación.
Otra fórmula para recaudar dinero es la generación de una estampilla de la universidad, tal y como lo hacen muchos centros públicos, incluso sedes regionales de la Nacional, que reciben dinero por cuenta de estampillas de correos.
También está la búsqueda de donaciones como la que recientemente algunos de los egresados de la Facultad de Ingeniería, reunieron fondos y crearon una donación fideicomisaria, algo nunca antes hecho en el país, para intervenir y reparar el edificio de Ingeniería.
Y como cuarta opción está el préstamo ante el Banco Interamericano de Desarrollo, BID. Durante la administración de Moisés Wasserman se gestionó un préstamo con el BID que alcanza los 150.000 millones de pesos, cifra que permitiría intervenir en los aspectos más urgentes de la crisis.
Por ahora la preocupante situación convocó a los exrectores de la universidad a una reunión este jueves a fin de concertar una propuesta que permita a la universidad salir de la crisis de infraestructura en que se encuentra y buscar un modelo de financiación que se ajuste a las necesidades de la histórica institución.
Al terminar la reunión los 18 exrectores presentes le dirigieron una carta al presidente, Juan Manuel Santos, en la que le piden que invierta los recursos necesarios para solventar la crisis en la principal casa de estudios del país.
La misiva señala que Colombia es considerada la tercera nación más inequitativa del mundo y que "la manera más rápida y certera de corregir tan deshonrosa posición es mediante el apoyo a la educación pública y, especialmente, a la educación superior pública".
A principios de julio el edificio de Arquitectura de la Universidad Nacional fue cerrado, irónicamente, porque representa un riesgo para los miles de estudiantes, maestros y trabajadores que a diario recorrían sus pasillos y asistían a sus aulas.
No es el único, el edifico de la Facultad Artes también fue evacuado y debe ser demolido, en este punto resulta más barato tumbarlo que repararlo. Lo mismo sucede con buena parte del edificio de Enfermería y el auditorio Alfonso López Pumarejo que ya completa más de tres años clausurado porque literalmente se vino abajo.
Los 125 edificios que componen la Ciudad Universitaria requieren de una intervención urgente, ya sea porque ponen en riesgo a la comunidad o simplemente para evitar que comiencen o continúen deteriorándose.
Muchos de estos edificios fueron construidos cuando aun no se exigían normas de sismo resistencia, por esta razón no cumplen con los requisitos de la ley y deben ser reforzados obligatoriamente. "La norma exige el reforzamiento, pero no hay otra ley que otorgue los recursos que se necesita para hacerlo", aseguró a Semana.com Ignacio Mantilla, el rector de la Universidad.
"La cifra estimada se acerca a los dos billones de pesos", adviertió Mantilla, el matemático, que lleva más de 35 años vinculado a la universidad y que desde mayo de este año ocupa la rectoría. Es un número alarmante si se tiene en cuenta que el presupuesto destinado este año por el Ministerio de Educación para para todas las universidades públicas del país ronda los 2,4 billones de pesos.
"Necesitamos una partida especial, esta única vez, es que es urgente", sostuvo Mantilla, consciente de la dimensión de la cifra que requiere el llamado plan de choque para el reforzamiento estructural.
¿De dónde viene la crisis?
Según María Clemencia Vargas, vicerrectora de la Sede Bogotá, la universidad ha ido ampliando su oferta de programas, particularmente en posgrados, pero no ha percibido los recursos proporcionalmente necesarios para esa expansión.
Mantilla coincide con la vicerrectora y agrega que "la universidad mantiene la misma planta docente desde 1992 y hemos hecho esfuerzos internos para resolver el crecimiento de la institución".
Por su parte el doctor Jose Félix Patiño, exrector de la universidad, en diálogo con Semana.com, no duda en señalar que la administración Uribe "no le prestó a la universidad Nacional, y en general a la universidad pública, la atención que merece".
El autor de la llamada 'Reforma Patiño' que en los años sesenta le dio un vuelco a la universidad y cuyas obras permanecen hoy y son referentes obligados de la "Ciudad Blanca", como el Auditorio León de Greiff o la Biblioteca Central por ejemplo, lamenta que se vea la universidad "como un gasto y no una maravillosa inversión".
Recientemente el Concejo Superior Universitario (CSU) aprobó la apropiación de cerca de 9.000 millones de pesos destinados originalmente a inversiones de la universidad, para cubrir un déficit de más de 10.000 millones en gastos de funcionamiento. "De no haberlo hecho, no hubiéramos podido garantizar la culminación de este año funcionando y pagando la planta docente y el personal", aseguró Mantilla.
El problema está en el modelo de distribución de los recursos que el Ministerio de Educación le entrega a las universidades. Muchos de los indicadores que se tienen en cuenta para obtener recursos han sido superados hace mucho por la universidad lo que la pone en desventaja frente a otras instituciones que, en teoría, reciben lo mismo pero tienen menos obligaciones que cubrir.
No en vano la Nacional tiene más de 100 programas de pregrado y más de 300 de posgrados, además de decenas de grupos de investigación y 301.914 metros cuadrados de infraestructura que sostener. Basta considerar que sólo el mantenimiento de los 70.000 metros cuadrados de fachadas blancas y más de 10.000 de exteriores en ladrillo y concreto, cuestan cerca de 1.000 millones de pesos, para entender que el sostenimiento del alma mater colombiana no es nada barato.
¿De donde sacar la plata?
El rector Mantilla es enfático: "La Universidad Nacional requiere de un régimen de financiamiento especial". Mientras tanto contempla cuatro alternativas.
El primer punto es el de presentar al Congreso una Ley de Honores por el aniversario 150 de la universidad. Esta alternativa permitiría que la Nación le gire una partida especial para conmemorar su fundación.
Otra fórmula para recaudar dinero es la generación de una estampilla de la universidad, tal y como lo hacen muchos centros públicos, incluso sedes regionales de la Nacional, que reciben dinero por cuenta de estampillas de correos.
También está la búsqueda de donaciones como la que recientemente algunos de los egresados de la Facultad de Ingeniería, reunieron fondos y crearon una donación fideicomisaria, algo nunca antes hecho en el país, para intervenir y reparar el edificio de Ingeniería.
Y como cuarta opción está el préstamo ante el Banco Interamericano de Desarrollo, BID. Durante la administración de Moisés Wasserman se gestionó un préstamo con el BID que alcanza los 150.000 millones de pesos, cifra que permitiría intervenir en los aspectos más urgentes de la crisis.
Por ahora la preocupante situación convocó a los exrectores de la universidad a una reunión este jueves a fin de concertar una propuesta que permita a la universidad salir de la crisis de infraestructura en que se encuentra y buscar un modelo de financiación que se ajuste a las necesidades de la histórica institución.
Al terminar la reunión los 18 exrectores presentes le dirigieron una carta al presidente, Juan Manuel Santos, en la que le piden que invierta los recursos necesarios para solventar la crisis en la principal casa de estudios del país.
La misiva señala que Colombia es considerada la tercera nación más inequitativa del mundo y que "la manera más rápida y certera de corregir tan deshonrosa posición es mediante el apoyo a la educación pública y, especialmente, a la educación superior pública".
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