Durante los días Viernes 15 y Sábado 16 de Junio, los estudiantes de presencial de la Universidad del Tolima y del Instituto de Educación a Distancia (IDEAD), están convocados a elegir sus representantes ante el Consejo Superior, el Consejo Académico, el Consejo Directivo del IDEAD y los consejos de la mayoría de facultades.
Desafortunadamente, varios candidatos –especialmente de presencial– desistieron de su postulación a dichos organismos, argumentando la ausencia de un verdadero proceso electoral que les permita visibilizar sus propuestas, posicionarlas ante el estudiantado y ganar cierto número de votantes.
Esta situación, a todas luces, no corresponde al espíritu de la universidad, por cuanto no permite un debate mínimo alrededor del papel y la función de los representantes estudiantiles, ni en torno al contenido de su quehacer en los organismos de dirección universitaria; por el contrario, posibilita una simulación de un proceso electoral, mayores tensiones entre los grupos estudiantiles y un despilfarro injustificado de los dineros del Alma Mater.
Unas elecciones en las condiciones como las señaladas simplemente satisfacen los requisitos definidos por la Ley 30 de 1992. La construcción de la comunidad universitaria, principal objeto de los procesos de participación en toda Alma Mater, se desplaza por el afán, la ausencia de elaboraciones políticas, la imposibilidad del debate y la incapacidad de construcción colectiva. Por lo tanto, participar en un proceso como el actual implica cierta complicidad con el deterioro de la naturaleza de la universidad.
En este sentido, el proceso electoral se debe volver a desarrollar en la idea de vivificar la vida universitaria, en concreto debe permitir la disertación y la reflexión sobre el rol de los representantes.
Junto a esto, la reanulación del proceso debe implicar la construcción colectiva de un proyecto de acuerdo que replanteé los parámetros de participación de los estudiantes en la elección de sus representantes, y del conjunto de los estamentos en la definición de las autoridades universitarias, precisamente porque la iniciativa del estudiantado depende de su capacidad para construir utopías y lucharlas.
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