Alvaro Beltran Pinzón
Nos ha comunicado el señor gobernador, Richard Aguilar Villa, su disposición para efectuar una amplia convocatoria pública, encaminada a recibir sugerencias e iniciativas que le permitan, en su condición de presidente del Consejo Superior Universitario, enriquecer los proyectos contemplados en el plan de gobierno que se propone adelantar y encontrar las acciones que faciliten alcanzar el propósito de lograr un mejoramiento substantivo en el funcionamiento de la Universidad Industrial de Santander, UIS.
Ambiente enrarecido por un reglamentarismo selectivo, síndrome de sumarios disciplinarios, consultas inocuas, desconocimiento del papel fundamental de los estudiantes en los procesos académicos, aletargamiento y ausencia de norte institucional son algunas de las apreciaciones que se han manifestado como las causantes del decaimiento de la universidad, que la han llevado a ocupar posiciones muy secundarias en todas las clasificaciones universitarias.
Ahora que se está a las puertas de decidir la designación de un nuevo rector por parte del Consejo Superior, las propias instancias de dirección deben ofrecer, por sí mismas, la mayor confianza en su actuación. Es preciso que en el máximo órgano de gobierno se despejen los nubarrones de ilegitimidad que se asoman, por los bandazos que se han dado para extender la continuidad de varios de sus miembros, más allá de los periodos para los cuales fueron escogidos y, en cambio, como es el caso de la representación estudiantil, dejar largo trecho sin su presencia. Máculas que hoy afectan su credibilidad. Al parecer, no se ha escatimado en la caprichosa reforma de estatutos, en la dudosa cancelación de convocatorias en marcha, en el incierto establecimiento de calidades especiales para algunos de ellos y, en fin, todo tipo de esguinces leguleyos que, por supuesto, son inaceptables en un medio universitario.
Estas situaciones seguramente tendrán progreso y sustentación en la constructiva apertura que, en buena hora, se dispone a propiciar el Gobernador. Espacio que, de ser utilizado en la forma debida, hará posible identificar estrategias y definir rutas que devuelvan a la institución por los caminos de esperanza, fe en su futuro y protagonismo en el desarrollo del país.
Claridad ante todo sería la primera exigencia que se debe poner a la pública consideración, para que esta idea de participación colectiva en el destino de la universidad comience con promisorio recaudo.
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