Por lo menos en lo que resta de este Gobieno del Presidente Santos, el análisis de El Observatorio indica que no. La Ley 30 seguirá vigente, salvo algunos posibles pequeños cambios, o se reformará reviviendo en parte el frustrado proyecto para la financiación de la Universidad Pública, que trabajó la anterior ministra Cecilia María Vélez.
www.universidad.edu.co analiza el difícil escenario que afronta el Gobierno Nacional y por qué es difícil que antes de 2.015 no haya una reforma a fondo de la Ley 30.
Las 10 razones por las que no habría una reforma a fondo a la educación superior en el Gobierno Santos (la enumeración no responde a criterios de prioridad o importancia)
1) Porque no es prioridad para el gobierno Santos
Es un hecho que el Gobierno está desmotivado con la reforma. Sea cual sea el resultado, como protagonista o no de una nueva reforma, la historia le cobrará que su proyecto inicial fue derrotado por la oposición de los estudiantes y académicos, e intentar una nueva aventura de reforma le podría significar caer en una posición más incómoda que la actual o sentirse presionado a ceder en más de lo que podría dar, y ese es un costo personal, político, técnico y moral que el presidente Santos no estaría dispuesto a pagar.
Colombia eligió a Juan Manuel Santos como presidente sin que éste nunca hablara formalmente de una reforma a la educación superior; es más, fue uno de los candidatos que menos mencionó el tema universitario, y la agenda de su Gobierno, en lo que resta del mismo, ya está demasiado comprometida con temas como reforma a la justicia, TLC, orden público e infraestructura. El discurso central del Gobierno, para la reforma, fue el de la cobertura, y si bien ésta es importante y necesaria, el debate que se suscitó demostró que ésta no es realmente la prioridad del país en educación superior.
2) Porque el MEN perdió autoridad
Nadie duda esto en el país. No sólo la ministra, sino en general el rol de su Ministerio, pues en el debate surgieron voces en el sentido de que su papel debe ser el de gestionar el sistema y no definir el modelo educativo. Con el dúo Campo - Botero o sin él, los ojos del país se harán más agudos en torno de la capacidad de hacer cumplir la norma, desarrollar unefectivo fomento, inspección y vigilancia, con un agravante y es que los hechos presentados le quitaron fuerza ante la comunidad universitaria.
Los rectores desconocieron a la ministra y prefirieron el lobby en el Congreso, y los estudiantes desestimaron a la ministra y públicamente pidieron diálogo con el presidente. Dentro del mismo MEN, la ministra no tiene el reconocimiento y posicionamiento que tuvo su antecesora, Cecilia María Vélez.
Así las cosas el MEN no sólo debería terminar el actual gobierno Santos con otro dúo (Ministro - Viceministro de Educación Superior), sino con otro estilo de gestión y de aproximación hacia la universidad y sus comunidades académicas, porque la mayoría de lo que diga en el corto plazo será de difícil éxito.
3) Porque se daría oxígeno a la oposición
Especialmente el Polo Democrático Alternativo encontró un tema que le ha servido para tomar fuerza entre la opinión pública, luego que en las urnas ha sido duramente golpeado en el escenario local y nacional. La oposición, incluido el Partido Verde, es muy pequeña en el Congreso de la República, pero gracias a la reforma, logró presentarse como la gran abanderada de la causa de cerca de 500 mil estudiantes.
Si el Gobierno alarga el debate sobre el tema, no presenta líderes de su colectividad que den argumentos convincentes sobre educación dentro de la opinión pública, dejará sostener la sensación de que sólo la izquierda se preocupa por una educación gratuita, de calidad y con cobertura, y esos son argumentos muy valiosos que podrían ayudar a que actuales representantes como Carlos Andrés Amaya, Angela María Robledo y Wilson Arias, entre otros pretendan mantener vivo el debate con miras a aspirar al Senado de la República en 2014, si es que no aparece en el camino alguno de los actuales líderes estudiantiles que aspire a la Cámara de Representantes.
4) Porque el Movimiento Estudiantil aún está incipiente
Dos o tres años de debate educativo pueden ser una eternidad para un movimiento estudiantil que no esté debidamente consolidado en sus bases de apoyo y plataforma programática, cuando en ese tiempo llegan nuevos estudiantes y se gradúan muchos, lo cual le da un nivel de rotación alto, que puede afectar la unidad en los propósitos.
La MANE actual enfrenta internamente serios cuestionamientos de parte de los líderes estudiantiles de las universidades especialmente de provincia, que no se sintieron plenamente consultados con la decisión de levantar el paro y de dejar a cada asamblea universitaria enfrentar el problema como mejor considere, con lo cual se corre el riesgo de regresar al estado del Movimiento antes de la reforma, sumado a los cuestionamientos sobre la manera como se generan los medios de participación en la MANE, la real representación de ésta (que no agrupa a la totalidad de estudiantes), las críticas por su cercanía política a la izquierda y porque ha habido división de opiniones al interior y cuestionamientos sobre la representatividad de sus voceros.
5) Porque no hay un líder nacional que convoque a un análisis académico
El liderazgo y protagonismo obtenido por el Movimiento Estudiantil se orinó, en gran medida, por el vacío de liderazgo académico de rectores, profesores y asociaciones de IES frente al tema de la reforma, que se acomodaron según la reforma respetara o atacara sus intereses sectoriales. Los pocos que tuvieron alguna figuración frente al tema se dedicaron a atacar algún aspecto de la reforma, más que a buscar salidas concertadas.
Sin liderazgo en el Gobierno ni en la academia sobre cómo orientar y quiénes la educación superior en Colombia, el terreno queda abonado para el oportunismo político. Se requeriría un líder académico en el Ministerio y un líder que represente a la educación superior colombiana en general, y no al statu quo.
6) Porque no hay consenso en el problema ni en la solución
Después de meses de discusión, el país aún no tiene claro, y ni siquiera la comunidad académica, qué debe modificarse en su modelo de educación superior, a tal punto que muchos consideran que con la actual Ley 30 es posible garantizar objetivos de cobertura, calidad y pertinencia y que el problema no es de Ley sino de gestión en el Ministerio.
Y así como no es claro cuál es la génesis del problema, tampoco lo es el norte que debe tomar el país al respecto. Una reforma estructural a la educación superior debe nacer de la respuesta a la pregunta de cuál es el modelo de país que Colombia quiere construir en el mediano y largo plazo y de qué manera la educación superior hará su aporte. Para responder por el modelo de país, se requiere una participación activa de toda la comunidad social y los ministerios del Ejecutivo, lo cual implica una movilización social que el actual Gobieno no está dispuesto a hacer, y tampoco tiene tiempo.
7) Porque no hay dinero
Tarde o temprano la discusión académica se derivará hacia el tema financiero. Más y mejores profesores, más y mejores programas, más estudiantes con gratuidad o bajas matrículas, y más y mejores laboratorios e infraestructuras educativas conllevan a un problema estructural para el Estado: Falta de presupuesto. Probablemente, vía decretos y traslados presupuestales, el Gobierno Santos amaine la tempestad en la universidad pública, aumentando algunas partidas, pero ninguna de ellas será suficiente para atender los recursos necesarios para subir con calidad la cobertura (no vía SENA o proliferación de "universidades de garaje" en la provincia).
Más dinero para la educación superior se obtiene por cuatro vías: a) Permitir la llegada de nuevas instituciones, con ánimo de lucro, que tributen por ello, y éste es un tema que por lo menos en el panorama de los próximos años, quedó vetado en este debate; b) aumentar la tributación de los ciudadanos, lo cual implicaría una reforma que políticamente sería muy costosa para este Gobierno; c) incrementar matrículas en las universidades públicas, que sería impensable por el impacto que tendría nuevamente frente a un Movimiento Estudiantil que lo que pide, precisamente, es que no haya costo de matrícula; y d) redistribuir el presupuesto nacional para incrementar significactivamente el rubro para la educación superior, lo cua significaría sacrificar algún otro sector de inversión social, o el gasto militar que en sana lógica debería ser así, pero no se ha analizado qué pasaría a la inversión extranjera y la seguridad nacional si esto se hiciera.
8) Porque será difícil establecer una metodología para analizar una nueva reforma
Cuando nació la propuesta de reforma, la ministra Campo dijo que este Gobierno no tenía el tiempo de la academia (no podía esperar) unos dos o más años para sacar adelante una reforma de esta índole. Si bien la manera como presentó la reforma cayó como una ofensa para la academia, es cierto el diagnóstico en el sentido de que los tiempos de la academia son distintos de los tiempos de la política.
Una vez concertada una mesa de diálogo, en la que de entrada habrá discusión sobre si quienes se sienten allí son o no los reales representantes de los intereses de la educación superior y gremios, deberán superarse las heridas abiertas durante este año e iniciar un largo proceso de debate sobre la agenda, la metodología, los tiempos, los temas y los resultados previsibles, y eso será un proceso largo y desgastante si no hay claridad en el norte y confianza en los participantes.
9) Porque este Gobierno comienza la cuenta regresiva
Aunque sólo va por el mes 16 de los 48 de su mandato, la agenda política colombiana señala que una reforma estructural de esta índole, que no tiene frutos políticos directos para la maquinaria de apoyo al Gobierno, no tendría sentido. Si el Gobierno quiere sacar una reforma a la educación superior debería procurar hacerlo en 2012, de lo contrario entrará en año pre-electoral y para esa época muchos de sus actuales aliados de la Unidad Nacional ya podrán estar alineados con los precandidatos presidenciales para 2014, lo cual le quitaría respaldo en el Congreso, salvo que el presidente Juan Manuel Santos aspire a re-elegirse, y en cuyo escenario difícilmente pondría en su programa político la reforma a la educación superior, porque sería darle oportunidad a sus contradictores para que lo critiquen.
Se piensa, por la mayoría de los contraditores, que una reforma educativa debe hacerse con otros líderes en el MEN, lo cual significa entrar en el proceso de reemplazo y de hallar una figura con la suficiente capacidad de concertar; lo cual no se hace de la noche a la mañana.
10) Por los intereses de la academia
Salvo el interés del Movimiento Estudiantil, no se ve en el panorama una intención emocionada de parte de rectores, profesores y demás académicos de apostarle a una reforma a la educación superior prontamente. Aterrizar el Programa Mínimo Estudiantil demanda muchas reuniones, estudios y presupuesto; y sacar adelante el proyecto de reforma estatutaria de Ascun implica aliviar las diferencias con las IES que se sienten excluidas.
Adicionalmente, por ahora se viene el fin de año (es decir, Navidad, vacaciones y cierre del Congreso), los estudiantes estarán lo suficientemente ocupados recuperando el tiempo perdido por el paro universitario, con un calendario académico 2012 trastocado entre universidades públicas y privadas, y con muchos rectores más interesados en cumplir los procesos de renovación de registros calificados que comienzan a vencerse luego del Decreto 2566 de 2003 que por volver a resucitar un debate que, en últimas, poco les interesa mientras que no les toquen su escenario de comodidad.
Así las cosas, muy probablemente dentro de un año el país seguirá hablando en foros sobre la necesidad de reformar la Ley 30 de 1992, que en diciembre de 2012 cumplirá 20 años.
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