domingo, 30 de octubre de 2011

Chile: Una derecha mal educada


Álvaro Cuadra

El país atraviesa un momento político complejo que ya no admite las ideas y categorías que hasta hace poco explicaban este ámbito del quehacer nacional. Por ello, antes de intentar una visión más amplia de lo que está ocurriendo se hace indispensable delinear la naturaleza y el alcance de este fenómeno social. He ahí, una primera precisión: Asistimos al más importante fenómeno social, político y cultural en nuestro país en dos décadas.
No nos engañemos, una movilización capaz de convocar a cientos de miles durante varios meses consecutivos por una serie de demandas ciudadanas es algo que no se veía en nuestro país desde hace mucho tiempo. Se trata, desde luego, de una movilización social organizada y democrática cuyas demandas son políticas, en el más alto sentido del término. Pero, además, tales demandas están delatando una nueva atmósfera cultural o “ethos” en nuestro país. Dicho con claridad, lejos de ser una mera “huelga estudiantil”, estamos ante un reclamo ciudadano de envergadura que pone en jaque – ni más ni menos – el llamado “modelo chileno”.
Si la derecha chilena creía haber detenido los procesos históricos, cristalizándolos en un marco jurídico constitucional redactado por mano militar, habría que decir que se equivocó. La realidad presente muestra que las nuevas generaciones desafían abiertamente la “jaula institucional”, la misma que administraron con eficiencia los cuatro gobiernos concertacionistas, con que se ha pretendido acallarlos. El estado de hastío ciudadano es el síntoma inequívoco de que el mentado “modelo” está haciendo agua.
No es hora de hacerse ilusiones fáciles. Es claro que el cambio que se reclama no puede ser satisfecho con las actuales reglas del juego. Por de pronto, ni la Asamblea Constituyente ni el mecanismo plebiscitario están contemplados en la constitución vigente. El proceso en marcha solo posee sentido puesto en el horizonte de una transformación democrática profunda en el país. Una tarea nada de fácil si consideramos la trama de intereses y complicidades generados en torno al actual estado de cosas, un tejido que incluye poderosos y oscuros poderes fácticos (castrenses, eclesiásticos, económicos y políticos)
Con todo, hay que decir que la ciudadanía simpatiza ampliamente con la justa causa enarbolada con mucha valentía por los estudiantes. No obstante, no es suficiente estar del lado correcto de la historia. No basta la legitimidad de una demanda democrática, es menester luchar por ella con denuedo. Los rostros alegres de la nueva dirigencia estudiantil dan cuenta de una generación bien educada, bien inspirada, lúcida y apasionada, tan distante de las autoridades de derecha, mal educados, que solo saben repetir la lección aprendida de sus maestros uniformados: amenazar, reprimir, humillar, insultar, mentir.

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