Es inadmisible que el consejo académico se reúna una vez al mes con las autoridades militares y jamás este mismo organismo haya permitido un cruce de argumentos entre ellos y los estudiantes.
Luego de trece días del reingreso a la universidad con la fuerzas armadas en las entradas del otrora campus de universalidad, tal vez ya debería ser el momento de estar acostumbrados a entregar el carné, de permitir las groseras miradas de los héroes de la patria a las estudiantes, tal vez ya debería ser el momento de callar, tal vez ya debería ser el momento de que los profesores se pronunciaran y dejaran claro de que lado están, para muchos especialmente para los más conservadores, lo sucedido durante este lapso de tiempo es estéril y ningún efecto surtirá en la decisión tomada por el ministerio de defensa y respaldada en su totalidad por la administración de la UIS. Sin embargo, no nos hemos cansado, no nos hemos rendido, no hemos entregado lo único que nos han podido dar nuestro padres: La Dignidad, porque bien claro para algunos de nosotros es que esta universidad significa la única forma de sacar la pata del pantano en el que ellos “los de arriba” nos han metido.
Pero bueno, cuál es el problema con la policía y el ESMAD en la UIS, si bien los estudiantes se lo buscaron, si la mayoría quiere es estudiar y unos pocos no los quieren dejar, pues si es cierto, fueron unos pocos los que irresponsablemente provocaron una acción aislada del contexto y la realidad de ese momento, pero también es cierto que la rapidez en la toma de decisiones, la 'oportuna' llegada de Rodrigo Rivera (Min. Defensa) y la sorprendente inversión generan dudas sobre la procedencia de dicho acto, he de recordar en este momento que, cuando un estudiante solicita dinero para viajar a un evento académico, ya sea como asistente o ponente, es necesario pasar la solicitud con un sinfín de requisitos mínimo cuatro semanas antes, pero para instalar cámaras inalámbricas, generar gran publicidad, performances de ‘concientización’ y validadores fue cuestión de un par de reuniones públicas y varias más en privado con los generales del ejército, policía y DAS además del ministro de la defensa, para que esto se ejecutara como casi todo lo que se hace en este país: sin pensar.
Ahora, cuando surge de forma natural y clara el siguiente cuestionamiento: ¿Qué papel jugamos los estudiantes universitarios en Colombia?, si supuestamente nos educan para contribuir para el progreso de este país ¿por qué nunca nos preguntan lo que pensamos? Es inadmisible que el consejo académico se reúna una vez al mes con las autoridades militares y jamás este mismo organismo haya permitido un cruce de argumentos entre ellos y los estudiantes. Tal vez este pecando en mi ingenuidad y romanticismo creyendo que en este país son más importantes los futuros profesionales y profesores que los llamados héroes de Colombia, pero bueno crecí cerca de un lugar donde la libertad era real, donde se podía hablar sin mirar para los lados, donde todo era casi perfecto, donde se vivía la universalidad del conocimiento.
De otra parte, es necesario realizar otro par de duros cuestionamientos y es ¿cuánto le cuesta a los colombianos tener a los supermanes en la entrada del campus (cuando digo supermanes porque ellos al igual que superman pasaron de ser parásitos de su casa a héroes de la patria con tan solo un uniforme)? ¿Cuántas auxiliaturas, becas, maestrías, apoyos a eventos, libros, profesores se podrían adquirir con dicho dinero? ¿Cuantos de nosotros trabajamos los fines de semana para reunir lo de la matrícula y mientras tanto ellos despilfarran?
Es muy triste llegar a la universidad todos los días y encontrarse con una entrada de una universidad militarizada, pero es más triste aún, ingresar a un salón y escuchar a un profesor decir cosas como ''para qué policía en la entrada, debería patrullar por todas partes'', ''lo que se necesita es inteligencia militar, infiltrar las asambleas y grupos estudiantiles'', tal vez algunos profesores se sientan ofendidos porque no subrayo otro aspecto de ellos pero, el resto han guardado un silencio cómplice, que amenaza el libre transcurrir y fin de nuestro espacio natural.
Por ahora voy a dejar la reflexión sobre este lugar, que con tristeza me niego a llamar como hace unos años le apodaron, Uribersidad.
Claudio Reflexionando
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