A continuación el punto de vista de algunas personas sobre lo ocurrido este día en la UdeA.
¿Son civilistas las cámaras ocultas en la UdeA?
Este jueves 28 de julio la Universidad de Antioquia, por enésima vez, fue el escenario de una arremetida policial salvaje y desproporcionada, algo que ya no sorprende, pues desde que el gobernador Luis Alfredo Ramos tuvo la extraña inspiración de confundir la universidad con alguna de sus fincas privadas, la única melodía que se escucha dentro de los claustros es la de la represión: gases, granadas de aturdimiento, balas (de las unas y de las otras) etc.
En esta ocasión, empero, y a despecho de la propaganda del consejo académico y de la rectoría, que tratan de tender una cortina de humo sobre asunto sumamente oprobioso, acusando a grupos encapuchados de “vándalos” y otras cosas más, la razón de la intervención bestial del ESMAD obedeció a un tema que mirado proporcionalmente, se asemeja mucho a las chuza-DAS: la instalación de cámaras ocultas en las instalaciones del Alma Mater. Y no en cualquier lugar de la universidad, en el aeropuerto por ejemplo, sino en todo el campus, y particular o mórbidamente, también en los baños de las mujeres (¡sic!).
Este sólo hecho es ya una justificación más que suficiente para legitimar la movilización de los estudiantes, que indignados contra tan policiva medida destruyeron las cámaras y fueron objeto de la andanada policial. El campus universitario, a decir de la propia administración, es un centro para la deliberación y la argumentación, luego no para el espionaje, para un “reallity show” de grandes proporciones, ni mucho menos para la violación de la privacidad de las estudiantes.
El comunicado rectoral emitido en la tarde hace un llamado a la “civilidad”. Pero ¿son civilistas las cámaras de seguridad al interior de la UdeA? ¿Lo fueron aquellas cámaras con las que se espió y persiguió durante 8 años a magistrados de la corte suprema, defensores de derechos humanos, sindicalistas, periodistas y líderes sociales en el país, durante la larga etapa de las chuza-DAS y su régimen de “noche y niebla”? Civilidad es en este caso respetar los derechos civiles y políticos de la comunidad universitaria, entre ellos: a la intimidad, a la libre movilidad por el territorio, al buen nombre, a la libertad de aprendizaje y cátedra, al libre desarrollo de la personalidad, derechos todos conculcados por un régimen de colonia penitenciaria impuesto de manera brutal en la Universidad de Antioquia por el gobernador (jefe directo del ESMAD y la fuerza pública), con la complacencia y cobijo ideológico de una administración que es de aquí, pero que gobierna para los de allá.
¿Son civilistas los golpes, las arremetidas, las gaseadas, las balas con que el ESMAD dispara a la comunidad universitaria de manera indiscriminada? Durante lo que va del año han sido ya muchos los videos de estudiantes y periodistas independientes que han develado la bestialidad con que la fuerza pública agrede al conjunto de la población universitaria, pero la administración o calla, o menciona de paso estos hechos, siempre cubriéndolos bajo el manto de la propaganda contra los estudiantes, acusados de terroristas, vándalos, ventorrillos, violentos y mil y un epítetos más, a cual mejor para calar en el imaginario de una sociedad mediáticamente configurada. ¿Hacerse los de la vista gorda frente al problema que implica la constante penetración de la fuerza pública en el campus universitario es una manifestación de civilidad?
Ante semejante despropósito de la gobernación y las directivas de la UdeA, se invoca como justificación el tema fetiche de los últimos 10 años: la seguridad. Se dice que hay problemas de seguridad dentro de la universidad, que la violencia se cierne sobre el campus, que las más sanguinarias hordas de terroristas incuban planes contra la “democracia” dentro de la casa de estudio, que peligrosos maleantes rondan las instalaciones de la universidad. Peor aún: se dice eso, y son muchas las personas que a fuerza de repetición terminaron creyéndose la cosa. Pero no hay tal: la universidad no es más, pero seguramente sí menos violenta, que muchas comunas de nuestra ciudad, comunas sometidas al dominio despótico de “bandas criminales” que, cosa extraña, son funcionales al status quo, y presumiblemente imponen su régimen de terror en los barrios con la aquiescencia de algunas “manzanas podridas” de la fuerza pública.
La Universidad de Antioquia no es más ni menos segura que esta ciudad de ferias de flores y muertos sembrados en cada barrio pobre de esta bella villa. La UdeA es permeada constantemente por la sociedad, porque ella no existe al margen de la misma, en un tubo de ensayo o en el vacío. Y claro, es normal que resienta que pase precisamente en la universidad, que es un lugar para el saber, algo más o menos semejante a lo que ocurre en la ciudad, pero ello no es argumento para el régimen de militarización que han impuesto sobre la casa de estudio.
Bajo la vigilancia y el control de cámaras, espías, policías, torniquetes (a futuro) y demás, la universidad ha metamorfoseado en un gueto: como en Irlanda del Norte, como en Palestina, como en la Sudáfrica del apartheid y en muchos otros sitios, la universidad es un pequeño campo de concentración rigurosamente separado de la sociedad. Aquello que ante nuestros ojos de lectores era objeto de reflexión literaria, la configuración de Estados y sociedades de control total, es ahora una amarga realidad, tanto más afrentosa cuanto que se la camufla bajo supuestos (algunas veces) o reales (otras) logros, como en investigación o reconocimientos académicos.
No pretendemos negar que existan problemas en la Universidad de Antioquia, pero nos oponemos de manera rotunda a la forma en que se intenta resolverlos. Más aún, de manera sospechosa las soluciones que se promueven son muy propias de un Estado autoritario como el que se ha incubado en nuestro país en los últimos años, un Estado donde la justicia opera como ordalía medieval, con cadalsos, palos y torniquetes como emblema de “orden y progreso”.
Nos oponemos a estas medidas porque en la Universidad de Antioquia estudian los hijos de los obreros, de los desplazados, de los campesinos, de los indígenas, de las comunidades afrodescendientes, porque en la UdeA estudian nuestros hijos, los hijos de un pueblo valiente que ha sabido resistir a décadas de terror y exterminio de la “mano negra” de extrema derecha. Y a esos hijos, nuestros hijos, los defendemos y defenderemos sin vacilación, cada vez que la bota militar intente acallar sus voces y sus legítimas protestas, y aún contra las cortinas de humo de unas directivas irresponsables que no defienden a su comunidad universitaria, sino a la fuerza represiva, unas directivas que fungen como dialogantes, pero en sus actos se muestran poco o nada “civilistas”.
¡No a la militarización y cierre de la Universidad de Antioquia!
¡Fuera ESMAD de la Universidad de Antioquia!
¡Contra la persecución al movimiento estudiantil, solidaridad y movilización social!
Dubán Vélez
Luchador social.
CARTA A LOS BURÓCRATAS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
SEÑORES
RECTOR,
VICERRECTORES,
DECANOS,
GOBERNADOR,
BURÓCRATAS DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA,
Ustedes, sí, ustedes, son unos ATROPELLADORES, son los que no nos dejan trabajar, los que no nos dejan pensar, los que no nos dejan actuar, los que le vienen cerrando descaradamente a la ciudad, al departamento y al país las puertas de la Universidad, los que no nos dejan hacer lo que hacemos, los que hacen todo por impedirnos realizar lo que queremos, los que nos policializan, nos reprimen, nos persiguen, nos hunden en decadencia, los que precipitan en franca deshonra el nombre de la Universidad de Antioquia, ustedes, sí, porque sus decisiones arbitrarias no son las de quienes defienden la Universidad pública, sino las de quienes resultan siendo sus enemigos más inconfundibles, porque acciones violentas y vandálicas no son las de unos cuantos inconformes, sino las de ustedes, las de su violencia administrativa y las de la brutalidad de su policía, por más que se revistan del sofisma de las acciones legítimas, porque si nos encontramos, ciertamente, en momentos decisivos para el futuro inmediato de la Universidad Pública, habrá que hacer lo posible porque esas decisiones no sean potestad exclusiva de ustedes, sino de quienes hacemos todo por la Universidad sin pretendernos sus dueños, los que la queremos, porque LA UNIVERSIDAD NO ES DE USTEDES, sino pública, de los profes, de los estudiantes, de los trabajadores, de la gente, y precisamente: A PESAR DE USTEDES
¿POR QUÉ NO SE VAN USTEDES, ADVENEDIZOS, BURÓCRATAS INFAMES?
SON UN DAÑO, SON QUIENES NOS HAN LLEVADO A ESTE ESTADO DE COSAS, y no nosotros, los que no les somos incondicionales como sus tantos esbirros ni como su policía del pensamiento que custodia permanentemente las porterías
Imposible olvidar, en estos momentos aciagos, esa lúcida carta de ANTONIN ARTAUD, a los rectores de las universidades europeas
Señor Rector:
Basta de juegos de palabras, de artificios de sintaxis, de malabarismos formales; hay que encontrar -ahora- la gran Ley del corazón, la Ley que no sea una ley, una prisión, sino una guía para el Espíritu perdido en su propio laberinto (…)En la estrecha cisterna que llamáis "Pensamiento": los rayos del espíritu se pudren como parvas de paja.
El Espíritu “helado” cruje entre las planchas minerales que lo oprimen. Y la culpa es de vuestros sistemas enmohecidos, de vuestra lógica de dos y dos son cuatro; la culpa es de vosotros -Rectores- atrapados en la red de los silogismos. Fabricáis ingenieros, magistrados, médicos a quienes escapan los verdaderos misterios del cuerpo, las leyes cósmicas del ser; falsos sabios, ciegos en el más allá, filósofos que pretenden reconstruir el Espíritu. El más pequeño acto de creación espontánea constituye un mundo más complejo y más revelador que cualquier sistema metafísico.
En nombre de vuestra propia lógica, os decimos: la vida apesta, Señores. Contemplad por un instante vuestros rostros, y considerad vuestros productos. A través de las cribas de vuestros diplomas pasa una juventud demacrada, perdida. Sois la plaga de un mundo, Señores, y buena suerte para ese mundo, pero que por lo menos no se crea a la cabeza de la humanidad.”Dejadnos, pues, Señores; sois tan sólo usurpadores. ¿Con qué derecho pretendéis canalizar la inteligencia y extender diplomas de Espíritu? Nada sabéis del Espíritu, ignoráis sus más ocultas y esenciales ramificaciones, esas huellas fósiles tan próximas a nuestros propios orígenes, esos rastros que a veces alcanzamos a localizar en los yacimientos más oscuros de nuestro cerebro.
Cerrad, sí, la Universidad, pero largaos de una buena vez
Nosotros seguiremos aquí, en la Universidad de la gente, haciendo lo que sabemos, labrando el tiempo que queremos
La vida apesta
LA UNIVERSIDAD APESTA, SEÑORES
La que ustedes presiden, la que han querido volver una jaula, una prisión más del espíritu
Carlos Enrique Restrepo
Doctor en Filosofía
Profesor Instituto de Filosofía
Universidad de Antioquia
Julio 28 de 2011
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