lunes, 18 de julio de 2011

Chile: ¿Terminar de privatizar, civilizar este modelo o transformar la sociedad?


Luis Alberto Jaqui Muñoz - Universidad de Santiago de Chile

Este 2011, es el año de la Educación Superior, el paso lógico luego de que el parlamento binominal, aprobara en Febrero eso que Lavín llamó reforma para el fortalecimiento de la educación pública, esa educación pública que solo existe en su imaginario.
Hemos vivido meses movidos, está la sensación de que hay algo especial, tal vez estamos siendo influido por la ola de rebeldía que se ha levantado en distintas latitudes, con las que muchos compartimos un denominador común: la búsqueda de democracia de verdad, y cambios estructurales en el sistema económico. Pueden ser varios los ejemplos que han provocado estos estallidos sociales en Chile, pero sin duda los más importantes han sido los relacionados con la aprobación de hidroaysén y las demandas estudiantiles.
Las demandas estudiantiles guiadas hasta hoy por la Confech han estado ligadas a puntos que revelan parte de la crisis estructural del sistema educacional chileno, y su repercusión directa en la educación terciaria. Las demandas se han articulado en base a tres conceptos, Acceso, Financiamiento y Democratización y la consigna de “recuperar la educación pública” esa que perdimos cuando aun no nacíamos y que seguimos perdiendo durante 20 años hasta el día de hoy.
Participando en debates, asambleas, conversatorios, en diferentes lugares, son comunes las críticas al fondo y la forma en la que se ha desarrollado este petitorio.
En formas, nace a la antigua, desde las cúpulas a los estudiantes, limitando de partida sobre qué y cómo queremos discutir y cuáles son las propuestas que como estudiantes tenemos frente a este gran problema. Bajo esta forma, poco democrática, partimos restringiendo uno de los pocos derechos que tenemos en Chile, el de imaginar otras soluciones a problemas comunes, así como el legítimo derecho a disentir de los lineamientos del Confech.
Puede ser una sutileza, pero las dinámicas de trabajo, han cambiado desde unos cuántos años atrás, y es menester que la Confech se adapte a estas formas de hacer política en la Universidad del siglo XXI, así ayudaremos a crear y fortalecer un vínculo entre los estudiantes con el petitorio que se construye participativamente pudiendo actuar como un cuerpo integral para lograr los objetivos ahí expresados.
En el fondo, se aprecia una confusión e incluso una especie de contradicción que no entrega claridad sobre qué realmente busca la Confech con este petitorio. ¿Es mejorar el actual mercado educacional y hacerlo un poco menos injusto dentro de la actual institucionalidad? o ¿si desde la lucha por la educación pretende levantar una crítica y propuesta alternativa al modelo político-económico que nos tiene en esta situación y del cual la situación educacional es otro síntoma de una enfermedad mucho más grave?.
A la luz del petitorio, la opción sigue siendo la primera, agiornar lo que hoy tenemos, la apuesta de la CONFECH y las Federaciones de Estudiantes que la conforman, está bien clara, hoy es netamente maquillar, agiornar y civilizar -en la medida de lo posible- este monstruo llamado “mercado educacional”. No plantea ninguna crítica mayor al fondo, no expresa que estamos en una encrucijada entre seguir aceptando a la educación como un negocio o un producto de calidad, o si bien queremos la educación como un derecho social al que todas y todos deban y puedan acceder universal y gratuitamente, sin ambigüedades ni letra chica.
Es esencial que todas y todos los estudiantes de Chile, tengamos un diálogo abierto, participativo y realmente democrático, en donde podamos definir cuál es nuestra posición sobre la educación, pero sobre todo cómo hacemos para que los procesos formativos influyan en la sociedad que queremos en el futuro, esta debe ser indudablemente democrática y justa, como nunca la hemos tenido, los que rondamos los 20 y tantos años. Debemos aprovechar esta efervescencia social y estudiantil, y hacer crecer esta fuerza -aún muy frágil- que debemos cuidar, pues desde la “Revolución de los Pingüinos” ya han pasado unos cuantos años en el que nos costó retomar el camino que dejamos, luego de que ese movimiento social fuera cooptado por los entonces partidos e ideas del gobierno de Bachelet.
Debemos insistir en la necesidad de parir un Movimiento Estudiantil con mayúsculas, pues lo que estamos viviendo puede ser o magníficamente bueno y llevarnos, luego de casi tres décadas de lucha, a tener un sistema educacional que sea el trampolín para la construcción de una nueva sociedad, esa que soñamos como realmente democrática y realmente justa. O bien, terminar siendo otra experiencia fallida que termine con una comisión presidencial presidida por Harald Beyer o José Joaquín Brunner que al final termine dando facilidades para el endeudamiento o solo gratuidad para los estudiantes del primer quintil en las Universidades de este país.
Es un desafío que debemos asumir, hoy las cartas están echadas, algunos buscan seguir privatizando, otros “civilizar” el mercado educacional, y muchos otros estamos por transformar la sociedad, tú decides.

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