miércoles, 2 de diciembre de 2009

¿QUÉ PASA CON EL ESTATUTO ESTUDIANTIL Y EL BIENESTAR UNIVERSITARIO?

Como es sabido por los estudiantes, la universidad no afronta solo el problema de falta de financiación, sino que existen otras problemáticas como el cambio del Estatuto Estudiantil y el Bienestar Universitario. El cambio de Estatuto se viene realizando desde el año 2008, cuando luego de grandes protestas para la no aprobación, por la falta de discusión amplia en la comunidad universitaria, el Consejo Superior Universitario con Wasserman (dizque el rector) a la cabeza impusieron el cambio de una parte del Estatuto (15 de abril de 2008), exactamente las disposiciones académicas, donde se implementaron reglas como el PAPA, el sistema de créditos (consumo y gasto de la bolsa de créditos), y que en general permiten (en aras de la flexibilidad) que los estudiantes perdamos la calidad como tales con mayor facilidad; así mismo, desaparecen otras disposiciones como la posibilidad de hacer habilitaciones, y de reingresar a la UN luego de perder la calidad de estudiantes. Mientras tanto, hemos estado a la espera de la aprobación de las disposiciones de orden y convivencia (segunda parte del estatuto), la cual ha sido postergada supuestamente para “ser discutida” en la comunidad universitaria, argumento totalmente falso, ya que tan siquiera en la sede Medellín, no se ha realizado ninguna discusión acerca de esto. La propuesta de esta parte del Estatuto es sumamente lesiva, primero, parte de una idea de establecer el orden, debido a que ilusoriamente los estudiantes mantenemos en constante conflicto y la universidad en supuesto caos, a lo cual esta propuesta implementaría el establecimiento de conductas, tratando de homogenizar y adecuar nuestro comportamiento según los parámetros que el dizque rector y su grupillo consideran adecuados, tratando de castrar el pensamiento crítico y nuestra acción consecuente como estudiantes. En desarrollo de esto, se proponen todo tipo de faltas y sanciones, donde alterar el “orden” se podría comprender como hacer actividades o asambleas, así como realizar murales o pintar la pared sería dañar “supuestamente” los bienes de la universidad, violando nuestro legal y legitimo derecho a la expresión. También se establecerían comités, “para la resolución de conflictos y aspectos disciplinarios”, que tendrían la tarea de estar investigando y vigilando a los estudiantes para luego proponer sanciones para castigarnos al momento de “cometer una falta”. Por último, vale la pena resaltar que la participación se limitaría simplemente a la representación en los consejos (de carrera, facultad, sede, académico, superior universitario y de bienestar), aunque esta no incide realmente en la toma de las decisiones, además que la elección de un “representante” no implica su reconocimiento ante todo el estudiantado. Aunque se reconocen las organizaciones de los estudiantes, no se les reconoce como formas de participación sino simplemente como formas asociativas, así como no hay una voluntad real para fomentarlas y fortalecerlas. En esta tónica, el Bienestar Universitario ha venido en decadencia, pues cada vez son menos los beneficios y garantías que se le otorgan al estudiante, que anteriormente permitían y facilitaban la estadía en la universidad, al igual que un buen desarrollo del proceso de aprendizaje. Es así, como el Bienestar no solo se encuentra en decadencia, sino que se ha reducido a prestarnos solo algunas asesorías y la universidad se ha desprendido de la responsabilidad de otorgarnos un apoyo integro, como estudiantes. En nuestra sede, más exactamente, se han reducido y deteriorado las rutas de buses, así como los subsidios de transporte, los cupos de las residencias estudiantiles, los créditos condenables, los servicios de salud, además que la sede no cuenta, desde hace muchos años, con el necesario restaurante estudiantil, o complemento alimentario. Todo lo anterior deja ver a grandes rasgos que la lucha por la defensa de la universidad es muy larga, y que no solo se reduce al financiamiento, aunque este sea hoy día el problema que afecta de mayor forma la viabilidad de la UN como universidad pública, y que incide directamente sobre los problemas como el de bienestar.

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