sábado, 29 de agosto de 2015

En Colombia emerge una nueva fuerza magisterial: FUNAMA

Por: Olimpo Cárdenas Delgado
En la ciudad de Ibagué, durante los días 8 y 9 de agosto de 2015, se reunieron 100 maestros y maestras de todo el país con el fin de realizar la primera Asamblea de la Fuerza Nacional Magisterial, FUNAMA. La novedad es que estos docentes, en su mayoría jóvenes precarizados por el decreto 1278 de 2002, junto con algunos antiguos, se vienen encontrando hace dos años, atraídos e identificados por dos elementos: una nueva forma de hacer sindicalismo y una lucha central por la transformación del sistema educativo.
El profesor Renán Vega Cantor,  en la edición No. 20 de la Revista Cepa explica por qué los profesores se proletarizaron, como le ocurrió a muchos sectores liberales y pequeñoburgueses. Una de las consecuencias es la descualificación laboral, que consiste en presionar el incremento de la productividad, precarizando la profesión y en este caso al docente. De esta situación dan cuenta algunos de los maestros asistentes a la Asamblea de Funama, los llamados “nuevos” por estar cobijados por el decreto 1278, que los incorporó en condiciones precarias. Según, Flor Patricia, una joven docente del colectivo profes nuevos de Cali, estos tienen bajos sueldos, que oscilan entre los 750 mil pesos para profes indígenas y los 900 mil pesos mensuales para normalistas; no tienen estabilidad laboral ni prestaciones especiales, y lo peor, están agobiados por las reiteradas evaluaciones para ingresar y para ascender, y el permanente diligenciamiento de formularios e informes, que “no les deja tiempo para hacer bien su trabajo, que es educar”.
A estos jóvenes y a los antiguos, los identifican varios elementos liderados por Funama: la construcción de una escuela popular posible, lo que se puede traducir en la lucha por la transformación de la filosofía imperante en el sistema educativo colombiano; la urgencia de una nueva práctica sindical y la recuperación de derechos laborales que hagan digna la profesión docente.
Jóvenes entusiastas de la educación popular
Fredy Sánchez es un joven docente, trabaja en un colegio en la localidad de Usme, uno de los barrios más pobres y poblados al suroriente de Bogotá. Su pinta de muchacho de barrio y su forma jovial y altiva le dan un toque carismático; nada qué ver con la  figura pesada y adusta que antes caracterizaba a los profesores. Fredy se unió a Funama hace dos años porque, según él, “es importante conseguir derechos y reivindicaciones económicas y sociales, pero también jugársela por una propuesta pedagógica liberadora, construida con el pueblo, en donde la educación popular esté en el centro y permita transformar el sistema actual de educación que forma a los estudiantes para producirle al capitalismo y no para hacer seres humanos nuevos, hombres y mujeres buenos”.
Lo mismo mueve a Ángela Castrillón, de Arauquita, afiliada a la Asociación de Educadores de Arauca -ASEDAR. Ella, en Bogotá, trabajó con la comunidad desplazada en Ciudad Bolívar, especialmente con los estudiantes excluidos o desescolarizados por el sistema educativo y, desde entonces, con su colectivo de profes, pensaron que era necesaria una práctica formativa popular encaminada a la autonomía educativa, que recogiera las particularidades culturales de cada estudiante, que permitiera explicar su propia realidad y por qué esos estudiantes no podían ser estandarizados por medio de pruebas nacional e internacionales. “Ya dentro del magisterio no queremos ni podemos desvincular de la propuesta a las poblaciones desescolarizadas, porque ahora tenemos herramientas académicas que nos permiten pensarnos en otra propuesta educativa. Esta propuesta hay que jugársela dentro del Estado, porque estamos vinculados laboralmente y porque atendemos una población y tenemos una responsabilidad social como educadores. Desde Funama podemos pensar colectivamente la propuesta de escuela popular y lucharla desde el magisterio”, concluye Ángela.
También con el enfoque de mejorar la calidad de la educación, especialmente para los niños y niñas, Flor Patricia, que es profesora de transición en Cali, manifiesta: “se necesita un acompañamiento para la detección temprana de necesidades especiales de aprendizaje; material didáctico para el desarrollo del pensamiento concreto; experiencias significativas para el desarrollo psicomotor, entre otras cosas que en el sector público estatal no existen. Hay que luchar para que en este país todos tengamos derecho a los mejores espacios para formar a nuestros niños y niñas”.
La propuesta de Escuela Popular va caminando, como dice José Oner, un profesor de Risaralda, con ascendencia indígena y quien hace parte, con más de 150 indígenas Emberas y algunos afrodescendientes, del colectivo Magisterio Alternativo de Inclusión Social, MAIS. Su propuesta de escuela es pluricultural y desde allí los pueblos indígenas hablan del sistema educativo propio, de educar desde su cosmovisión y cosmogonía. José Oner manifiesta que “sí hay choque cultural con la educación que nosotros llamamos mayoritaria, en términos de la imposición de los currículos; sin embargo, consideramos que todos: mestizos, indígenas y afros necesitamos una educación para la liberación, por encima del concepto étnico. Lo que nos une en Funama es la necesidad de formar conciencias críticas para transformar la sociedad”.
El sindicalista debe ser investigador coherente y ético 
Los estudios más recientes del Instituto Nacional Sindical - INS, de la Escuela Nacional Sindical - ENS y de los estudiosos como Ricardo Antunes, muestran un mundo del trabajo y unas estructuras sindicales en crisis. No existe prácticamente una sola organización que no atraviese por conflictos, escándalos de corrupción y de burocratización. El sector magisterial no es la excepción y el más reciente paro nacional fue apenas el botón de muestra. En Funama todos coinciden en que los resultados del paro fueron decepcionantes. Así lo plantea Ángela: “no estamos de acuerdo con que se acabe el sindicato, porque es la mejor forma de unirnos y organizarnos. Pero sí necesitamos cambiar las prácticas corruptas y acomodadas de los dirigentes actuales. Para mí, un dirigente debería ser coherente con los criterios afines a posturas políticas e ideológicas de transformación, debe ser intelectual, debe escribir, investigar, estar con las bases y debe luchar por la transformación de su entorno, tratar de separarse de la burocratización y del ánimo economicista”.
José Oner dice que “desde el año 95 observamos cómo se resquebraja el movimiento sindical magisterial; es un sindicalismo trasnochado, como una bicicleta estática en donde se pedalea y no se avanza. Evaluamos que el sindicalismo nacional y regional se dedicó a complacer las pretensiones del gobierno y en Fecode las políticas son de acomodamiento, se aferran al poder en las direcciones, no visitan a las bases, y por eso hay que pensar en una alternativa  sindical que sea todo lo contrario a lo que hoy existe”.

En cuanto a la propuesta política, Funama tiene la intención de participar en las elecciones de Fecode y de todas las instancias sindicales, para ganar espacios de dirección, según ellos, porque desde allí se pueden impulsar con mayor fuerza los objetivos de una nueva práctica sindical.


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