Continúa
el debate sobre la democracia universitaria en el claustro educativo más importante
de Antioquia. Esta discusión histórica, en gran medida razón de ser del
movimiento estudiantil, se profundizó con la llegada a la rectoría del
economista Mauricio Alviar. Felipe Meneses, vocero estudiantil y columnista de
Colombia Informa, presenta un análisis preciso de la disputa democrática que
ocupa un lugar fundamental en la vida interna de la Universidad de Antioquia.
Hace un
poco más de un mes los estudiantes de la Universidad de Antioquia –Udea-
asistimos a un encuentro convocado por el Profesor Mauricio Alviar, nuevo
rector de la institución y hombre que trae consigo un plan de trabajo con el
que pretende, según él, transformar los índices de calidad y avanzar en la
consolidación de la Udea como mejor institución del país con miras a poder
desarrollar avances en términos de la investigación, la extensión, la
regionalización y el posicionamiento de la institución como el pilar del desarrollo
cultural del departamento.
Dichos
retos están por un tema fundamental para analizar el discurso del nuevo rector
y avanzar en el proceso de diálogos interestamentarios: la democracia. En este
sentido la pregunta es ¿a qué democracia nos estamos refiriendo? Dado que la
democracia es un concepto determinado por su contexto histórico y que ha sido
funcional a distintos sistemas económicos como en el que actualmente nos
encontramos, es de vital importancia poner el dedo en la llaga y recordarle a
la comunidad universitaria, a todos los lectores externos y a la administración
central que la democracia no es, como ellos piensan, un ejercicio de diálogo en
el que la participación no pasa de ser netamente consultiva.
Así
pues, será tarea de todos avanzar en la demostración, para nosotros como
estudiantes que creemos en la posibilidad de ser poder, de que la democracia es
un ejercicio de interacción en el que el debate y la deliberación determinan la
construcción conjunta del devenir de nuestra Universidad.
Bajo
esta lógica es importante contrastar posturas de parte y parte, haciendo uso de
elementos de construcción conjunta del estudiantado, como el entramado político
que es la base para la propuesta de educación superior construida por la Mesa
Amplia Nacional Estudiantil –MANE- y el plan de gobierno de Mauricio Alviar,
para dejar en claras las pretensiones sobre la democracia universitaria y la
fórmula que se pretende utilizar para la construcción de la universidad en lo
que resta de su cargo como rector, que por lo demás es un cargo político más
que académico.
Es
claro que para nosotros, como estudiantes organizados, la Universidad es un
espacio en disputa política e ideológica que de ninguna manera es ajena a las
problemáticas generales de la sociedad en la que se desarrolla. Hoy se
configura como un foco de reproducción de tales problemas y por ende es
importante dejar de creer que el debate político no tiene cabida en las
instituciones de educación superior. Como aprendimos del feminismo la
cotidianidad es política, más cuando se trata del escenario que forma quienes
pretenden desarrollar económica, política y socialmente el país.
Sin
embargo, para la nueva administración que comprende la Universidad como un
espacio académico administrativo en el que las relaciones no pueden ser de
igualdad, sino determinadas por las brechas entre estudiantes, trabajadores,
profesores y quienes toman las decisiones. La democracia debe estar determinada
por una racionalidad en los gastos, por generar unas buenas relaciones entre
estamentos y por fortalecer los espacios de toma de decisiones con buenos
tecnócratas y trabajadores funcionales.
En la
propuesta estudiantil en cambio, el concepto del cogobierno es el que guía la
comprensión de la democracia. Esta postura no es de mucho agrado para Alviar,
tal como lo expresó abiertamente en la conversación que tuvimos en el Teatro
Popular Comandante Camilo Torres Restrepo. Si bien el cogobierno es una figura
heredada de antiguas luchas estudiantiles, su carácter es único y tiene un
trasfondo claro: la participación activa de los estudiantes, trabajadores y
profesores en la administración de las instituciones de educación superior.
Pero claro, este elemento no es tomado en cuenta por el rector desde ningún
punto de vista.
Y es
que si se analiza la propuesta de Alviar y se contrasta con el denominado
Acuerdo por lo Superior 2034, la razón de entender la democracia como un
ejercicio de gobernanza (relación que el Estado como único ente decisorio tiene
con la sociedad) pasa por la reducida comprensión de la comunidad universitaria
como mera receptora de propuestas. La
propuesta de los diálogos universitarios, y ojo con este término porque para la
administración dialogar implica hasta una conversación típica que se tiene
entre pasillos, es apenas una formalidad. Se presenta de manera eufemística que
la administración está abierta a recibir propuestas, pero no es cierto que se
escuchen las ideas y mucho menos que se tengan en cuenta.
Si la
situación fuera otra, no estaría avanzando en la propuesta de transformar el
examen de admisión sin antes consultarla completamente o disponerse a un debate
de ideas que implica discusión dialéctica en la que se contemplan las
diferentes voces y en la que es el poder de los argumentos y no del cargo
político el que termina definiendo por consenso las decisiones a tomar.
También
aparece el término de gobernabilidad,
propio de los movimientos sociales y por lo tanto de los estudiantes.
Con este evocamos una relación entre iguales de los diferentes estamentos para
construir la universidad con calidad que necesita el país.
Y en
este punto se posiciona la necesidad de hablar sobre calidad educativa, no
determinada por la rentabilidad o legitimada por la división internacional del
trabajo. Por el contrario, está ligada a la posibilidad de suplir las
necesidades reales de las comunidades de este país que día a día reconocen más
y más la falta de democracia real del país “más democrático de Latinoamérica”.
Este
tema tiene aún mucha tela por cortar, pero es necesario y responsable empezar a
desentramar el discurso elaborado pero peligroso de una nueva administración
tan nociva como la pasada, tan nociva como la nacional, tan nociva como todas
aquellas administraciones que hacen de la democracia un elemento de coerción
antes que de liberación.
La
democracia es un ejercicio cotidiano determinado por el dialogo, el debate, la
deliberación, el reconocimiento del otro como un igual, el respeto y la
capacidad política por entender que en un mundo como este la disputa es
constante. Mientas las voces de los más sigan siendo silenciadas por los menos
el llamado a estudiar y luchar seguirá vigente por una Colombia con democracia,
soberanía y paz.
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