domingo, 17 de mayo de 2015

Disputa por la democracia universitaria

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Continúa el debate sobre la democracia universitaria en el claustro educativo más importante de Antioquia. Esta discusión histórica, en gran medida razón de ser del movimiento estudiantil, se profundizó con la llegada a la rectoría del economista Mauricio Alviar. Felipe Meneses, vocero estudiantil y columnista de Colombia Informa, presenta un análisis preciso de la disputa democrática que ocupa un lugar fundamental en la vida interna de la Universidad de Antioquia.
Hace un poco más de un mes los estudiantes de la Universidad de Antioquia –Udea- asistimos a un encuentro convocado por el Profesor Mauricio Alviar, nuevo rector de la institución y hombre que trae consigo un plan de trabajo con el que pretende, según él, transformar los índices de calidad y avanzar en la consolidación de la Udea como mejor institución del país con miras a poder desarrollar avances en términos de la investigación, la extensión, la regionalización y el posicionamiento de la institución como el pilar del desarrollo cultural del departamento.
Dichos retos están por un tema fundamental para analizar el discurso del nuevo rector y avanzar en el proceso de diálogos interestamentarios: la democracia. En este sentido la pregunta es ¿a qué democracia nos estamos refiriendo? Dado que la democracia es un concepto determinado por su contexto histórico y que ha sido funcional a distintos sistemas económicos como en el que actualmente nos encontramos, es de vital importancia poner el dedo en la llaga y recordarle a la comunidad universitaria, a todos los lectores externos y a la administración central que la democracia no es, como ellos piensan, un ejercicio de diálogo en el que la participación no pasa de ser netamente consultiva.
Así pues, será tarea de todos avanzar en la demostración, para nosotros como estudiantes que creemos en la posibilidad de ser poder, de que la democracia es un ejercicio de interacción en el que el debate y la deliberación determinan la construcción conjunta del devenir de nuestra Universidad.
Bajo esta lógica es importante contrastar posturas de parte y parte, haciendo uso de elementos de construcción conjunta del estudiantado, como el entramado político que es la base para la propuesta de educación superior construida por la Mesa Amplia Nacional Estudiantil –MANE- y el plan de gobierno de Mauricio Alviar, para dejar en claras las pretensiones sobre la democracia universitaria y la fórmula que se pretende utilizar para la construcción de la universidad en lo que resta de su cargo como rector, que por lo demás es un cargo político más que académico.
Es claro que para nosotros, como estudiantes organizados, la Universidad es un espacio en disputa política e ideológica que de ninguna manera es ajena a las problemáticas generales de la sociedad en la que se desarrolla. Hoy se configura como un foco de reproducción de tales problemas y por ende es importante dejar de creer que el debate político no tiene cabida en las instituciones de educación superior. Como aprendimos del feminismo la cotidianidad es política, más cuando se trata del escenario que forma quienes pretenden desarrollar económica, política y socialmente el país.
Sin embargo, para la nueva administración que comprende la Universidad como un espacio académico administrativo en el que las relaciones no pueden ser de igualdad, sino determinadas por las brechas entre estudiantes, trabajadores, profesores y quienes toman las decisiones. La democracia debe estar determinada por una racionalidad en los gastos, por generar unas buenas relaciones entre estamentos y por fortalecer los espacios de toma de decisiones con buenos tecnócratas y trabajadores funcionales.
En la propuesta estudiantil en cambio, el concepto del cogobierno es el que guía la comprensión de la democracia. Esta postura no es de mucho agrado para Alviar, tal como lo expresó abiertamente en la conversación que tuvimos en el Teatro Popular Comandante Camilo Torres Restrepo. Si bien el cogobierno es una figura heredada de antiguas luchas estudiantiles, su carácter es único y tiene un trasfondo claro: la participación activa de los estudiantes, trabajadores y profesores en la administración de las instituciones de educación superior. Pero claro, este elemento no es tomado en cuenta por el rector desde ningún punto de vista.
Y es que si se analiza la propuesta de Alviar y se contrasta con el denominado Acuerdo por lo Superior 2034, la razón de entender la democracia como un ejercicio de gobernanza (relación que el Estado como único ente decisorio tiene con la sociedad) pasa por la reducida comprensión de la comunidad universitaria como mera receptora de propuestas.  La propuesta de los diálogos universitarios, y ojo con este término porque para la administración dialogar implica hasta una conversación típica que se tiene entre pasillos, es apenas una formalidad. Se presenta de manera eufemística que la administración está abierta a recibir propuestas, pero no es cierto que se escuchen las ideas y mucho menos que se tengan en cuenta.
Si la situación fuera otra, no estaría avanzando en la propuesta de transformar el examen de admisión sin antes consultarla completamente o disponerse a un debate de ideas que implica discusión dialéctica en la que se contemplan las diferentes voces y en la que es el poder de los argumentos y no del cargo político el que termina definiendo por consenso las decisiones a tomar.
También aparece el término de gobernabilidad,  propio de los movimientos sociales y por lo tanto de los estudiantes. Con este evocamos una relación entre iguales de los diferentes estamentos para construir la universidad con calidad que necesita el país.
Y en este punto se posiciona la necesidad de hablar sobre calidad educativa, no determinada por la rentabilidad o legitimada por la división internacional del trabajo. Por el contrario, está ligada a la posibilidad de suplir las necesidades reales de las comunidades de este país que día a día reconocen más y más la falta de democracia real del país “más democrático de Latinoamérica”.
Este tema tiene aún mucha tela por cortar, pero es necesario y responsable empezar a desentramar el discurso elaborado pero peligroso de una nueva administración tan nociva como la pasada, tan nociva como la nacional, tan nociva como todas aquellas administraciones que hacen de la democracia un elemento de coerción antes que de liberación.
La democracia es un ejercicio cotidiano determinado por el dialogo, el debate, la deliberación, el reconocimiento del otro como un igual, el respeto y la capacidad política por entender que en un mundo como este la disputa es constante. Mientas las voces de los más sigan siendo silenciadas por los menos el llamado a estudiar y luchar seguirá vigente por una Colombia con democracia, soberanía y paz.



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